Raspado vaginal, la peligrosa técnica que utilizó Mel B para superar una relación tormentosa
La Spice Girl se la hizo para “expulsar cualquier rastro” de su ex… Pero los ginecólogos advierten de lo temerario de esta práctica.
El divorcio de Mel B y Stephen Belafonte ha llegado tras meses turbulentos para la Spice Girl y fue el punto final de una relación que hacía aguas desde mucho antes. La cantante lo celebró subiendo un vídeo de ella bailando loca de alegría en Instagram, pero no se quedó ahí. Después de haber denunciado abusos físicos y psicológicos por parte de su ya exmarido en su alegato de divorció, quiso “expulsar cualquier tipo de remanente” que hubiera en su cuerpo, especialmente en su zona genital, y llevó a cabo una técnica de exfoliación conocida como raspado vaginal.
“Como parte de una cirugía de rejuvenecimiento, rasparon dentro de mi vagina y acabé con una nueva capa de piel. Es lo que haría una mujer que ha sido violada: exfoliar cualquier rastro de esa persona de tu cuerpo, por dentro y por fuera”, explicó a medios británicos y al podcast Table Manners. “Le dije al doctor que no quería sentir que la última persona que había estado dentro de mi vagina era ese monstruo”.
Hacer pública esta acción post divorcio ha puesto a los ginecólogos en guardia ante la posibilidad de que se instaure como una moda. Y es que el raspado vaginal no es para tomárselo en broma, sobre todo porque “es necesario e imprescindible separar problemas de pareja de cuadros como el de una violación o abuso”, explica el doctor Víctor Martín, jefe de Ginecología de la Clínica Cemtro. “Solo desde un punto de vista psicológico podría justificarse un ‘raspado’ vaginal, teniendo en cuenta cada caso concreto y valorando siempre los riesgos y beneficios que tendría sobre el bienestar de la mujer que decide realizarlo. No podemos olvidar que es un proceso extremadamente agresivo tanto si se realiza de manera física (cepillado) o química (exfoliación). El daño para la mucosa vaginal puede ser severo y provocar úlceras, dolores en las relaciones sexuales, infecciones, alteración del flujo vaginal por destrucción de la flora, etcétera”.
De hecho, el propio cuerpo se encarga de una constante renovación del epitelio vaginal, por lo que no es posible encontrar restos semanas o meses después de una relación sexual. “La mucosa vaginal cambia por completo cada 90 ó 100 días, dependiendo de la edad de la mujer; pero la capa más superficial se descama en pocas horas. Técnicas agresivas como el cepillado o la exfoliación no tendrían una base sólida médicamente hablando”, añade el doctor Martín. “Es como si nos hiciéramos un lavado de estómago antes de empezar una dieta para adelgazar, con la idea de que vamos a ‘eliminar’ la comida tóxica que nos hizo engordar”, dice la psicóloga Esther Gutiérrez, del Centro Aletheia de Madrid.
Aunque carezca de sentido, porque no se está expulsando realmente nada, “la mujer puede sentirlo como un ritual de despedida que le ayuda a cerrar un episodio de su vida”, explica la psicóloga Marta Ibáñez, especialista en sexualidad y pareja. “Hay quien necesita deshacerse de regalos, cambiar de casa o incluso de ciudad para superar una ruptura. En realidad, casi todos nos deshacemos de algo con ese mismo objetivo, pero que requiera cierta agresión física e incluso dolor hace ver que la persona necesita sentirlo físicamente para asumir la emoción, o quizás en cierta forma se está ‘castigando’ a sí misma”, prosigue.
“De hecho, hay que tener cuidado de no estar llevando a cabo una acción que traslade el enfado con la otra persona hacia nosotras mismas”, añade Esther. La terapeuta entiende el símil que hacía Mel B con una mujer violada. “Hay muchas mujeres que se ven sometidas en su vida sexual en pareja, lo que equivale a sentirse violadas, manteniendo relaciones sexuales que no quieren o viéndose envueltas en prácticas sexuales que no desean. En ese sentido, la acción de pasar página en ambos casos tendría un mecanismo psicológico similar”.
Ninguna de las expertas aconseja raspados. “Si el duelo de una ruptura dura más de seis meses y afecta a nuestra vida de manera significativa, deberíamos acudir a un profesional. Pero para un tratamiento cuyos rituales se focalicen en la reestructuración cognitiva y la adaptación a la nueva situación”, explica Marta. “Hay que encontrar la manera de ‘despedirse’ de esa persona e integrar lo vivido, dejándonos acompañar para que el proceso sea lo más cuidadoso y amoroso con nosotras mismas”, añade Esther.
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