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¿Qué errores cometemos a la hora de probarnos ropa?

No basta con tener claro lo que necesitamos, el fallo muchas veces está en no saber cuándo algo nos queda bien. Analizamos cómo evitar que nuestro armario se llene de prendas con la etiqueta puesta.

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Everett Collection / Everett Col

Con el cambio de estación, solemos hacer limpieza en nuestros armarios para dejar sitio a la ropa de primavera. Entonces, en mitad de la faena, nos topamos con un par de vestidos con la etiqueta puesta, unos pantalones que nos entusiasmaron en la tienda pero que no hemos sido capaces de combinar, ese vestido básico que prometía acompañarte en cualquier reunión de trabajo, unos zapatos planos que parecían comodísimos y te hicieron rozaduras al segundo día o el jersey que te regaló tu madre, ése que en su momento no devolviste por no quedar mal y que ahora usas todos los días.

Los caminos de las compras son inescrutables. Nos dejamos llevar por la tendencia o nos cerramos tan en banda a ella que sólo compramos básicos. Nos gastamos un buen puñado de euros en una prenda de buena calidad que apenas estrenamos y acabamos recurriendo a esa chaqueta que compramos un día por comprar. Por mucho que planifiquemos con antelación nuestras futuras adquisiciones, que hagamos listas con nuestras necesidades o que razonemos nuestras compras con una lógica aplastante, todos nos hemos acabado preguntando por qué hay prendas muertas de risa en nuestro armario y prendas que estamos deseando que se sequen par volvérnoslas a poner.

Si la clave no está sólo en la previsión y el raciocinio, debe de estar en el probador. Hace unos días, el Huffington Post publicaba una pequeña lista de errores que cometemos las mujeres a la hora de probarnos ropa y decidir (o no) pasar por caja. Entre los fallos que recoge: no cerciorarnos de que hay costuras o pinzas en las zonas que necesitan retoques, no fijarnos lo suficiente en el material del interior de los zapatos o no probarnos varias tallas del mismo pantalón vaquero.

Creemos, sin embargo, que tiene que haber muchos más errores de probador. Sólo así se explicaría el extraño caso de la camiseta sin estrenar y el pantalón desgastado por el uso:

Lo primero a tener en cuenta, obviamente, son las tallas. No todo lo que nos entra nos queda bien y no todo lo que tiene la misma talla nos entra. Según la estilista María Martínez, responsable de la web Closer Style, “cada marca varía en su tallaje, no se puede usar la misma talla en todas las marcas”. Es conveniente llevarnos al probador varias tallas de un mismo modelo y, una vez que se ha dado con la correcta, resulta muy importante fijarse en cómo queda la prenda. Para ello, hay que moverse, y mucho, “ver si te permite un movimiento natural, si al agacharte no hace que muestres tus intimidades, si al levantar los brazos no se levanta toda la prenda…”. Además, para asegurarnos el uso de la misma, es importante realizar los retoques pertinentes en la misma tienda. “Muchas tiendas ofrecen servicio de modista. Recoger un bajo, arreglar una manga o acortar una falda evasé en el momento de la prueba, hace ver si realmente la prenda sigue teniendo el mismo efecto”, afirma María. Hay que prestar atención a que los ajustes se realicen en zonas que no tengan estampados o apliques para que el efecto sea el deseado.

Film Title: Bridesmaids
Photo Credit: Suzanne Hanover (©Universal/courtesy Everett / E)

Kristen Wiig tiene claro qué tipo de vestido le favorece. Sabia decisión.

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Sin duda, los errores más recurrentes son los que tienen que ver con el tallaje de los sujetadores. Marina Concejero, estilista, ha trabajado en H&M durante años asegura que en la sección de lencería “jamás se escoge el sujetador apropiado”. Por éste y otros motivos, cadenas textiles como la del gigante sueco están pidiendo a su personal que asesore a su clientela. Hasta hace poco, en las grandes tiendas imperaba el modelo self service; el comprador miraba, probaba y escogía sin mediaciones externas. Ahora “mucha gente anda muy perdida y no sabe muy bien lo que es adecuado para cada uno. Así que el asesoramiento del dependiente se ha convertido en algo obligatorio”, afirma. Tiendas como Topshop ya ofrecen un servicio de personal shoppers de forma gratuita. Por algo será.

La segunda regla del probador es la de la compañía: la reconocida estilista y personal shopper de celebrities, Ana Antic, considera que su mejor truco para saber si una prenda le queda bien es “una buena amiga. Los espejos y la iluminación de muchas tiendas tergiversan nuestra imagen. Necesitamos un acompañante objetivo que nos haga de asesor”.

¿Y cuántas de nosotras compramos complementos sin probárnoslos adecuadamente? A muchas nos basta con que el bolso sea básico, funcional y esté confeccionado con buenos materiales. O con que el pañuelo tenga un estampado bonito. Pues bien, eso no es suficiente. “Debe haber un equilibrio proporcional entre el tamaño del bolso y el cuerpo. La tendencia de los bolsos oversize es muy chula, pero tiende a empequeñecer la figura de las chicas con estatura media”, asegura María Martínez. La solución pasa por “probarnos sombreros, bolsos y pañuelos reposadamente y en un espejo de cuerpo entero”

Pero más allá de tallajes, estaturas y tejidos, la clave está en saber qué ponerse para entrar en el probador. Llevar el pelo sucio o enmarañado, ir con prendas apretadas que dejen marcas, salir con ropa interior estampada o no llevar un ‘kit de emergencia’ para las compras importantes son para María las principales culpables de no apreciar con objetividad nuestro reflejo en los espejos: “Una vez decidido qué vamos a comprar, es necesario ir a la tienda con medias, calcetines, tacones negros o bailarinas en el bolso”. Antic añade el maquillaje, dado que “añade seguridad e influye enormemente en nuestra percepción del vestuario” y considera que es de enorme ayuda introducir en nuestro kit de emergencia la prenda con la que vayamos combinar nuestra compra. Estos consejos son especilamente importantes si vamos a invertir en una prenda cara.

La hora para el consumismo también resulta decisiva; el estrés acumulado a lo largo del día nos resta ganas y nos impide apreciar nuestras adquisiciones con claridad, por lo que lo mejor es ir de compras a primera hora de la mañana, con la mente despierta, las tiendas vacías y el cuerpo preparado.

Así que ya saben, mediten sus elecciones, déjense asesorar, retoquen las prendas in situ, vístanse para probarse, aléjense del uniforme poco innovador pero mantengan a raya la tendencia de la temporada y, sobre todo, vuelvan a repetir la operación en casa, porque la mayor parte de las veces la respuesta está en su propio armario y no en el espejo del probador. Comprar con cabeza seguirá siendo una utopía inalcanzable, pero al menos reducirá el número de etiquetas sin quitar al final de la estación.

©Picturehouse/Courtesy Everett

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