Por qué los hombres llevan peor las rupturas (cuando la cosa ha sido seria)
Diversos estudios demuestran que al género masculino le cuesta más sobreponerse tras un fracaso sentimental. Ellas, sin embargo, cuentan con más armas para alejar las penas.
Los estereotipos sobre el comportamiento de hombres y mujeres tras el fin de una relación amorosa han ido cambiando, dejando atrás al de la mujer obsesionada, que solo hablaba de su ex a las amigas y a todo aquel que quisiera escucharla, o el del bachelor, que salía casi ileso de este terremoto existencial y disfrutaba de su nueva vida de soltero. Ahora hay un amplio abanico de posibilidades. Está la divorciada que inicia una maratón sexual para ponerse al día y quemar los últimos cartuchos, y que ha devorado todas las entregas de 50 Sombras de Grey; el nuevo hombre sensible –ya no procede de Marte, sino de Venus–, que sufre tanto como las protagonistas femeninas de las novelas de las hermanas Brontë; la mujer práctica y sin vocación de mártir, que enseguida recurre al psicólogo o sexólogo para entender los por qués, y que es posible que se de cuenta que nunca disfrutó plenamente del sexo; el hombre que no quiere volver a tropezar dos veces en la misma piedra y que decide decantarse por una etnia en especial –chicas del este, mucho más guapas; sudamericanas, más cariñosas, o asiáticas, nunca se quejan–; la cincuentona sin mucho tiempo que se inscribe en la web de contactos plenty of fish para ver si pesca algo; la que desengañada del género humano se hace adicta a los juguetes eróticos, que en poco tiempo y sin tanto esfuerzo contentan a su anatomía, y hasta él/la que descubre que sus antiguos errores estaban en que elegía mal el sexo de sus parejas, y que con el propio se siente más cómodo/a.
Cada persona es un mundo, pero en lo que coinciden numerosos estudios llevados a cabo en los últimos años es que los hombres, lejos de lo que pensábamos, son los que más sufren en una separación. La última de esas investigaciones es la llevada a cabo entre la universidad neoyorquina de Binghamton y la londinense University College London, tenía como objetivo analizar las diferencias entre los sexos a la hora de superar una ruptura amorosa, y en ella participaron 5.705 personas de 96 países. Los resultados, publicados en Evolutionary Behavioural Sciences, sugieren que las mujeres reciben un mayor impacto emocional y físico tras la separación, sin embargo, tienden a recuperarse antes que los hombres que, simplemente, siguen adelante pero que quizás nunca logran sobreponerse del todo a la ruptura. Según comentaba a los medios Craig Morris, investigador de antropología en Binghamton University y líder del estudio, las diferencias tienen un fundamento biológico, “durante siglos, las mujeres han tenido más que perder en las relaciones. Un breve encuentro podía desembocar en nueve meses de embarazo, mientras el hombre solo tenía que alejarse del escenario. El hecho de que las consecuencias de estar con la persona equivocada sean mayores para ellas, hace que las mujeres sean mejores a la hora de aceptar que la relación ha muerto y que hay que buscar una nueva pareja”. La teoría de Craig es que los hombres son más competitivos y que la pérdida de una pareja puede herirles su orgullo y significar que hay que empezar a competir de nuevo para poder reemplazarla.
Los participantes de este estudio debían describir cómo les había afectado emocionalmente una ruptura sentimental y qué tipo de respuestas físicas experimentaron. En general, tanto hombres como mujeres, tenían una intensidad similar de emociones. Por ejemplo, entre las respuestas físicas el insomnio era el factor más intenso para ambos sexos. Y entre las emocionales, la ira. Ellas mostraban una intensidad mayor que los varones en casi todos los factores de respuesta tras una ruptura, y en lo que se refiere a las emocionales, predominaban la ira, ansiedad, depresión, miedo e incapacidad para funcionar en el trabajo y los estudios. En cuanto a las respuestas físicas de las chicas predominaban la náusea o incapacidad para comer, ataques de pánico, cambios de peso y bajada de la respuesta inmunológica. Ellos, sin embargo, sólo destacaban en dos factores de la respuesta emocional: la pérdida general de concentración y la insensibilidad emocional.
Otro estudio de hace algunos años ya apuntaba la misma teoría. En esta ocasión, estaba llevado a cabo por la Forest University en EEUU y había sido publicado en el Journal of Health and Social Behavior. Las conclusiones básicas del mismo es que los desengaños amorosos afectaban más a la salud mental de los chicos que a la de las chicas –la muestra se centraba en personas de entre 18 y 23 años–. La explicación a esto no se buscaba aquí en factores biológicos o antropológicos, sino más bien, en la forma que tienen ellos de encajar los golpes, almacenando sus sentimientos; mientras ellas tratan de airearlos, contarlos a las amigas y contrastarlos con personas que hayan pasado por la misma experiencia. La actitud masculina, apuntaba el estudio, es también más proclive a caer en la adicción al alcohol o las drogas, como forma de anestesia; mientras que el género femenino tendería más a deprimirse.
Hay también otro artículo de Psychology Today, que subraya estas ideas y que apunta otras que contribuyen a reforzar la tesis de que ellos lo tienen más crudo tras una separación, ya que, según cuenta esta revista, los efectos positivos de vivir en pareja son más notables en hombres que en mujeres; el divorcio afecta más a la salud y calidad de vida de los varones –ellas hacen que sus parejas coman mejor, lleven un estilo de vida más sano, y fumen y beban menos– y porque los hombres tienden a depender más de la pareja y tienen menos formas alternativas de soporte –amigos o familiares– que las mujeres.
Claro que esta división por sexos de la administración y gestión de la tristeza post ruptura no satisface a todos. Iván Rotella, sexólogo y director de Astursex, un centro de atención sexológica en Avilés, y miembro de La Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), cree que es una visión algo simplista del problema. “El 70% de las personas que consumen ansiolíticos son mujeres y esto tienen que ver con la emoción. A la mujer se la educa en el tema de las emociones, mientras a los hombres se les ha inculcado que no deben airearlas, aunque esto cada vez se va notando menos, porque la educación de hoy es menos sexista que la de ayer. Es difícil generalizar y las teorías que se basan en indicios biológicos o antropológicos cada vez tienen menos peso porque el entorno afecta ya más a la persona. En lo único que coincido con los estudios que dicen que los hombres sufren más, es en el hecho de que las mujeres tienen más recursos para combatir el sufrimiento porque están habituadas a hablar de sus emociones con sus amigas, que se convierten en su grupo de apoyo. A los hombres les falta esta herramienta”.
La balanza que registra el dolor tiene, según Rotella, otros parámetros diferentes a los del género. “Normalmente sufre menos el que toma la decisión de acabar con la relación de pareja, porque él o ella ya ha pasado internamente por ese duelo, antes de comunicar su decisión al otro. En el caso de España, son las mujeres las que solicitan más el divorcio o plantean la separación, siempre que hablemos de franjas de edad por debajo de los 50 años. A partir de entonces se reduce el número de separaciones y la gente aguanta por temas económicos, por costumbre o por el qué dirán. Aunque con la crisis económica esto ha cambiado. Desde el 2008 hay menos separaciones porque, monetariamente, las parejas no pueden permitírselas y las consultas de sexología han aumentado de un 15 a un 20%. Los sexólogos somos más baratos que los abogados y la gente decide darse una segunda oportunidad”.
Según este profesional, los pilares básicos de una pareja son cuatro: comunicación, confianza, sentimientos y sexo. “Si uno de esos pilares tiene problemas, la relación se tambalea; si son dos, se viene abajo, y si hay más áreas afectadas es que ya no es una relación de pareja. Generalmente, la mayor parte de los problemas empiezan en el terreno de la comunicación. El sexo es muy importante, pero es también comunicación, no un mero intercambio de fluidos. Es casi siempre el primero que se entera de que algo va mal porque baja la calidad y la cantidad y, por lo tanto, la apetencia. Muchas personas llegan a mi consulta diciendo que tienen una falta de deseo, cuando lo que en realidad tienen es un problema de pareja. Un problema que ya está muy avanzado porque la gente busca ayuda muy tarde. La media es que las mujeres tarden seis meses en consultar un problema sexual y los hombres cinco años. Y éstos casi siempre llegan a la consulta arrastrados por ellas”.
Según Rotella, hay dos fallos que casi todos cometemos en pareja y que son cruciales para evitar conflictos. Por una parte el sincericidio, “hay que evitar esa sinceridad que solo sirve para hacer daño a la otra persona. Por ejemplo, si se tiene una relación esporádica que no ha significado nada, no hay por qué contarla, eso solo servirá para plantar la semilla de los celos”. El segundo error se visualiza con el tópico de la mujer corriendo tras su atareada y aburrida pareja y repitiendo el mantra: “tenemos que hablar, tenemos que hablar”. “Hay que hablar pero con ciertas pautas”, aconseja Iván, “hay que aprender a discutir, a intercambiar ideas contrarias y a pactar; pero hay que hablar en un momento en que sea bueno para los dos y en el que ambos estén cómodos, relajados y dispuestos. Y, si se puede, evitar discutir en casa y menos en el dormitorio”.
Cuando la ruptura es ya inevitable, esta debe ser, según Rotella, “lo más consensuada posible. Hay que evitar irse de un día para otro, intentar que ambos miembros de la pareja tomen decisiones conjuntas y acaben bien, aunque a veces esto es posible”.
La web de contactos Elite Singles realizó una encuesta entre sus usuarios en EEUU, en la que, dentro del grupo que había experimentado alguna ruptura sentimental, los hombres superaban en un 25% a las mujeres, a la hora de padecer mal de amores tras la separación. Otro dato curioso de este estudio es la forma que tienen ambos sexos de pasar el bache. Hablar con amigos es el sistema más utilizado (ellos en un 61% y ellas en un 76%), le sigue volcarse en el trabajo (ellos 41%, ellas 42%), comer más (ellos 15%, ellas 19%), auto complacerse (ellos 24%, ellas 29%), acudir al psicólogo (ellos 14%, ellas 16%), ir de fiesta en fiesta (ellos 7%, ellas 12%), contar a todo el mundo la ruptura (ellos y ellas 11%) y vengarse (ellos 3%, ellas 4%).
Según Iván Rotella, para superar el trauma hay que mantenerse activo, salir y recuperar antiguos amigos. “Tanto hombres y mujeres se sienten más heridos si hay una tercera persona, pero la mujer añade al dolor el sentimiento de rabia. La rabia es una emoción que puede ayudar a salir de la pena. El dolor solo duele”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.