«Por haber desmontado la industria textil no tenemos mascarillas y hay que ir a comprarlas fuera»: el drama de la moda española ante la crisis del Covid-19
La crisis del coranovirus ha cancelado la práctica totalidad de la industria textil nacional. En un sector divido en el que economía y cultura se dan la mano, sus agentes trabajan contrarreloj para que la próxima temporada no siga en cuarentena. Hablamos con asociaciones, organismos y con el Ministerio de Industria para dilucidar en qué punto se encuentra la situación.
A la industria de la moda española siempre le quedarán las mascarillas. Que sí, que va a perder hasta 7.000 millones de euros este distópico 2020, pero oiga, qué salida de negocio las mascarillas para esa recacareada ‘nueva normalidad’. No, no es una broma. A finales de marzo, un informe del Boston Consulting Group a propósito del impacto de la crisis del coronavirus en la economía del textil y el lujo español exponía el peor de los escenarios: un desplome de entre el 91 y el 95 por ciento en la facturación de las empresas del sector, a 300 millones de euros fundidos a negro por semana de confinamiento. Eso por no hablar de los 65.000 empleos que se van a destruir en el proceso, según estima la consultora internacional, favorita de analistas y periodistas a la hora de exhibir cifras. Aunque no sea la única en echar cuentas. Las que aporta la Asociación Creadores de Moda de España (Acme) por lo que atañe a sus 74 afiliados resultan igual de dramáticas: sus pérdidas podrían alcanzar los 360 millones de euros, a tenor de esos 90 millones que se esfumaron solo en marzo. La Asociación Empresarial del Comercio Textil, Complementos y Piel (Acotex), o sea, la patronal textil, alerta por su parte de que el cierre de las empresas de moda rondará el 50 por ciento. ¿Que cuál es la respuesta institucional a semejante panorama? Que hagan mascarillas, claro.
Pero vayamos por partes, que diría el destripador. Si la actual campaña de primavera/verano se ha visto arruinada en su totalidad, la próxima parece también comprometida. «Los diseñadores no se pueden plantear siquiera la siguiente temporada. A los que les han llegado por suerte los tejidos, les han cancelado los pedidos. Nuestras marcas han pasado a facturar cero. Y para el sector nupcial, que solo presenta una vez al año, el golpe está siendo brutal», concede Pepa Bueno, directora ejecutiva de Acme, ahora mismo inmersa en una enloquecida espiral de contactos y reuniones con las distintas instituciones para tratar de buscar si no la mejor, al menos una solución. Bueno, miembro de la Mesa de la Moda constituida por el otrora Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, informa de que, de momento, la asociación a la que representa ha sido convocada un par de veces por el Ministerio de Cultura (a través de la directora general de industrias culturales y propiedad intelectual, Adriana Moscoso). La última, el pasado 17 de abril: «En esta segunda reunión, además del ministro de Cultura, estaba la ministra de Hacienda. Fuimos los últimos del día, junto a otros cinco colectivos, entre ellos el de los videojuegos y las productoras de festivales. Apenas tuvimos media hora para exponer nuestro caso«. Acme ha enviado al ministerio dos documentos en los que expresa por escrito su preocupación: uno detalla al milímetro la situación actual del diseño de moda de autor español y cómo le está afectando la crisis de la Covid-19, otro especifica las medidas que propone para sobrellevar su impacto. Un mes después, sigue esperando una respuesta que no sea que se dediquen a hacer mascarillas. Algo que, por otro lado, tampoco sirve de mucho si el taller en el que se confeccionan no tiene la homologación de la Agencia Nacional del Medicamento.
Mientras la moda pone a disposición del Estado sus recursos y medios de producción (economía de guerra pura y dura), lo que recibe de vuelta es la palmadita en la espalda. Que lo estáis haciendo muy bien. Así que créditos ICO para todos, autónomos, pymes y micropymes, las empresas que constituyen el grueso del tejido industrial del genuino ‘made in Spain’. «Las únicas medidas propuestas solo contribuyen a seguir endeudándonos. Y tampoco te creas que todos los bancos te conceden este tipo de créditos. Aquí se piensa únicamente en los grandes», responden desde una pequeña marca barcelonesa. «Las cotizaciones de los autónomos tampoco se han condonado en estos dos meses [marzo y abril], solo pospuesto. Ya me dirás cómo van pagar las siguientes quienes siguen sin facturar», tercia Pepa Bueno. Sin ayudas gubernamentales directas, el sector no puede sino ahogarse. Lo que nos lleva a la siguiente cuestión/nivel: por qué no se ha considerado el caso concreto de la moda como sí ha ocurrido con sectores como la hostelería, el turismo o… la cultura. «Eso, mucho hablar del problemón de las industrias culturales, ¿y a nosotros por qué no nos llaman? ¿Por qué no nos preguntan? Estamos igual de cerrados que los demás y contribuimos en igual medida a la representación de la imagen del país», inquiere la directora ejecutiva de Acme. «No se habla de la moda porque, claro, es una cosa frívola, sin importancia. Pues, vaya, es tan frívola y poco importante que por haber desmontado la industria textil en España no tenemos mascarillas y hay que ir a comprarlas fuera, refinanciando economías ajenas».
Para encontrar noticias que hablen de la demoledora coyuntura del textil español estos días, es preciso adentrarse en las secciones de economía de los diarios o las páginas de las revistas técnicas y muy especializadas. En los medios masivos solo hay hueco para jalear a Amancio Ortega. Así podría resumirse la percepción general de la moda española. En términos de consumo, lo nuestro son Zara, Mango, quizá las marcas propias de El Corte Inglés, que en realidad pueden ser cualquier cosa menos ‘made in Spain’. De la cancelación de la cuarta edición de la MBMFW Ibiza, la pasarela en la que los creadores de diseño de autor presentan sus colecciones crucero/’resort’ a mediados de mayo, nadie ha oído ni media palabra en un telediario. Del miedo que da volver a salir de tiendas, todo el rato. «No sé de qué nos extrañamos. Aquí nos desprecia todo el mundo: a los diseñadores, los que hacen calcetines; a los que hacen calcetines, los de la confección a medida. Y el público, ignorándonos por igual», esgrime un diseñador al que no le apetece en absoluto airear su nombre. Se entiende, porque lo que dice también apunta a un problema intrínseco de la moda de este país: esa manía de sus agentes de remar, si no en contra unos de otros, sí cada uno por su lado.
El Consejo Intertextil Español, la confederación Moda de España, Acotex, Asepri… Las patronales han acudido al Gobierno solo para representarse a sí mismas y pedir flexibilidad en los convenios colectivos, porque prolongar los ERTEs no les viene nada bien, por supuesto. Y luego está Acme, que en sus dos folios de peticiones al Ejecutivo clama por el reconocimiento de situación de fuerza mayor para autónomos y pymes (incluyendo los artesanos), no suprimir los ERTEs o la reducción del IVA para la moda de autor como producto cultural. ¿Que sabemos de propietarios de locales que han decidido no cobrar los alquileres a los diseñadores o talleres que los ocupan? Claro. ¿Que hay firmas que ni siquiera están aplicando expedientes de regulación de empleo en sus negocios? También. Pero sus casos son excepciones y se pierden en el aislamiento, a falta de una voz única y potente que aglutine la moda nacional. «Esta situación debe invitarnos a reflexionar sobre los errores cometidos como país y como sector. Esta no es una crisis anecdótica, por lo que es muy importante que protejamos nuestra industria del mismo modo que ya se hace en otros ámbitos y en otros países. Es el momento de blindarnos, fomentar la producción interna y proteger lo nuestro como estrategia de futuro», reflexiona sobre el tema Modesto Lomba, presidente de Acme.
Volver a producir aquí, es decir, reactivar el auténtico ‘made in Spain’ desde las factorías locales, es, sin embargo, un deseo afín a todos (o casi) los implicados. También el incremento de ayudas a la exportación, que hoy por hoy consideran exiguo. S Moda ha trasladado esta cuestión a ICEX España Exportación e Inversiones, desde donde responden: «En estos momentos, estamos centrando nuestras actividades en la promoción de iniciativas que aceleren el incremento de la competitividad internacional de nuestro tejido empresarial a través de la digitalización. La apuesta es firme por potenciar y aumentar la presencia de marcas españolas en los canales digitales». Ante la imposibilidad actual de asistir a las grandes ferias de moda foráneas, la institución está trabajando con sitios de comercio electrónico como Zalando, para lanzar programas que den dimensión al producto de moda nacional, y apoyando la presencia de empresas de confección infantil en la plataforma b2biloveplaytime. Además, ha puesto en marcha el programa ICEX-Influencer, de manera que marcas de ropa, calzado, bisutería y complementos puedan tener acceso a ‘influencers’ en los mercados alemán, estadounidense, mexicano, ruso y chino. «En los casos en que la feria sea sustituida por un certamen ‘online’, organizaremos la participación de las empresas españolas, y en caso de que la feria o el evento se realice finalmente en mercados clave, estudiamos la posibilidad de que puedan presentar sus ofertas sin necesidad de trasladar personal, a través de distribuidores o showrooms», añaden. Después de esto, no hay más preguntas, señoría. Bueno, sí, pero dirigidas a la siguiente institución que tampoco se ha pronunciado todavía, a pesar de su importancia.
Se entiende que Ifema, el órgano que rige los designios tanto de las principales ferias del país como de su pasarela oficial, no solo no haya querido precipitarse en la comunicación de sus planes hasta conocer la regulación de la desescalada ideada por el Gobierno, sino que además no haya tenido mucho margen de maniobra para pensar en ellos tras haber convertido parte de sus instalaciones en un hospital de campaña. Merced a tal experiencia sanitaria, se ha convertido en pionera en la implantación de medidas de higiene y protocolos de salud, algo de lo que piensa sacar ventaja en las próximas convocatorias. Cuestiones como las de la distancia social o el acceso de compradores internacionales «se terminarán de definir cuando tengamos las directrices que establezcan las autoridades para estos eventos», avanzan Nuria de Miguel y Julia González, directoras de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid y de las ferias de moda, belleza y estilo de vida de Ifema, respectivamente. De Miguel tiene previsto encontrarse al fin con el Comité de Moda para hablar del nuevo formato de semana de la moda adaptado a la coyuntura: «En cuanto esté completado, se lo presentaremos tanto a los diseñadores integrados en Acme como a los que no están en la asociación». Por su parte, González ya se reunido con el comité organizador de Momad, la feria internacional de moda, calzado y accesorios, del que forman parte Acotex y la confederación Moda de España: «Todos están trabajando en la vuelta a la normalidad, tanto de las fábricas como del comercio, estudiando e implementando las medidas oportunas para que sean entornos seguros. Considero que, después de esta inmersión digital ‘forzosa’ en la que nos hemos visto obligados por el confinamiento, le daremos mucho más valor a la posibilidad de encontrarnos con nuestros clientes». Las ediciones del próximo septiembre de la pasarela y el salón que lleva parejo se están diseñando con todas las opciones abiertas: presencial, virtual y una mezcla de ambas. El principal objetivo, para el caso, sigue siendo el presencial. Saben que las visitas foráneas se verán drásticamente reducidas, por eso la intención es fortalecer las de los compradores nacionales. Por optimismo, que no sea.
El secretario general de Industria y Pyme, Raül Blanco Díaz, reflexiona sobre las posibles alternativas propuestas por el Gobierno.
A pesar de la leve desacelaración del último año, la moda española continúa siendo fundamental para la economía del país, con una aportación al producto interior bruto superior a la del sector primario y solo por debajo de la banca y la construcción. Pero ante la crisis del coronavirus, el sector textil parece haberse quedado desamparado por comparación.
En sus contactos con las distintas asociaciones de la industria de la moda, ¿qué tipo de problemática le han trasladado?
Desde la irrupción del COVID-19, el Gobierno ha centrado su esfuerzo en contener su expansión y atender a los enfermos. En nuestro caso, hemos trabajado para reorientar la industria española y aumentar la producción de material sanitario, reforzar el autoabastecimiento y no depender de mercados internacionales. Para ello, hemos trabajado a fondo con la industria textil (FEDECON, Consejo Intertextil y Asociación de Creadores de Moda de España) para cambiar líneas productivas y fabricar mascarillas y otros elementos de protección. En estas semanas hemos intercambiado información sobre el impacto del coronavirus en el sector de la moda, sobre todo en pymes y autónomos, y hemos aprobado medidas de apoyo para proteger a las empresas y a los trabajadores (ERTE, ayudas ICO, aplazamiento de pagos, moratorias en los alquileres de locales de negocio, etc.). Seguimos trabajando para que la vuelta a la normalidad sea lo más rápida y con los menores efectos negativos posibles.
¿Por qué no se ha tenido en cuenta a la industria de la moda como sector específico a la hora de administrar las ayudas económicas, como sí ha sucedido con otros sectores de la producción?
El COVID-19 ha golpeado a la economía en su conjunto, y por tanto actuamos para proteger al conjunto del tejido productivo. Pensemos en la industria de automoción, en la hostelería, en el turismo… Todos los sectores son importantes para el Gobierno, independientemente de su peso y de su nivel de creación de empleo y riqueza. En el caso de la moda, genera en torno al 2,8% del PIB y supone el 4,1% del mercado laboral. Este Gobierno no desatiende a nadie.
Una de las quejas de las pymes del sector es que los créditos ICO que se les proponen como solución no son sino una trampa para endeudarse aún más. ¿Qué responde a esto? ¿Existe algún plan de ayudas directas, incluidos los artesanos autónomos?
Los créditos ICO son una herramienta más que el Gobierno pone a disposición de pymes y autónomos para que puedan sortear las dificultades de liquidez, pero no es la única. Estamos trabajando para que la Unión Europea entienda la situación de los países más afectados por el virus y destine fondos suficientes para la reconstrucción.
¿Es posible reorientar o reubicar la producción de moda en España?
Antes de la crisis, el sector trabajaba para afrontar nuevos desafíos como la coexistencia de la distribución tradicional con la venta online, la crisis global del canal multimarca, la necesidad de poseer una logística capaz de enviar el producto al consumidor en el menor tiempo posible, etc. La crisis ha acentuado estas carencias. En este momento es urgente aumentar la velocidad con la que el sector absorbe las nuevas tecnologías y acelerar la transformación digital de las empresas. Solo así podrán mejorar su competitividad internacional. Una de las principales reflexiones que ha suscitado esta pandemia es la necesidad de relocalizar la industria, fortalecerla, hacerla más competitiva. Si algo ha dejado claro esta crisis es que la capacidad de teletrabajar, de automatizar procesos productivos y logísticos, de vender de manera digital y de llegar al consumidor de manera directa, lo que disminuye la vulnerabilidad de las empresas ante situaciones sobrevenidas. Necesitamos una industria de la moda capaz de avanzar en estas líneas, en el marco de la transición ecológica y la transformación digital, ejes de la acción de Gobierno.
Este Ejecutivo apoya a los diseñadores y al sector en su conjunto, y entre las iniciativas que lo demuestran están los Premios Nacionales de la Moda, que promueve el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Estos premios no solo reconocen a profesionales y empresas que realizan un esfuerzo importante para lograr la excelencia empresarial, sino que también incentivan el desarrollo de esta importante actividad económica, y contribuyen a su crecimiento, competitividad y aumento de de su peso en el conjunto del PIB. Tan pronto como recuperemos la normalidad retomaremos la Agenda de la Industria Textil, que estábamos elaborando, en colaboración con el sector, antes de la crisis sanitaria. Una Agenda que nos permita abordar de manera conjunta el futuro.
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