Una editorial de culto
Descubrimos el trabajo diario de la ambiciosa empresa fundada por Elena Ochoa.
Lady Foster no podía montar una editorial al uso, una que hiciera libros de autoayuda, guías de viaje o novelas románticas. No. Dejó atrás a aquella presentadora popular de Hablemos de Sexo y a la columnista de EL PAÍS en los años 90, se fue de España y creó en 1996 una de las editoriales más prestigiosas del mundo, y posiblemente la que también elabora los libros más inaccesibles.
En una típica mañana soleada de un otoño madrileño, donde las acacias del Paseo de la Castellana dejan atravesar esos rayos de sol que tanto se agradecen, un chófer abre una puerta del coche y sale una impoluta e imponente Elena Ochoa para entrar en el edificio que alberga la editorial Ivorypress en su ático. Cuando aparece en la oficina todos tienen cosas que consultarle. En ella trabajan amantes de la creatividad y perseguidores de la belleza conscientes de lo que tienen entre manos: catálogos, libros de artistas de 18 euros y de 500.000 euros, el multiespacio Ivorypress Gallery, la revista de fotografía C International Photo Magazine, la productora de cine y un showroom de arte. En lo que podría ser el caos más absoluto, predomina el orden. «Es muy importante tener todo catalogado en discos duros y lo hacemos desde que empezamos en 1996. Dentro de 50 años será de gran valor tener guardado los making-of de cómo se organizaron las exposiciones, cómo se hicieron los libros. Ha sido un empeño mío, porque son documentos que no ve nadie pero es importante guardarlos en nuestra memoria. Cintia, enséñales cómo los almacenamos», dice Elena y en el ordenador comienza un vídeo que, ya en sí, es una pequeña obra de arte. Esto es lo que envían a otros museos para facilitar la información del proceso de montaje de la exposición. «Es una imagen fabulosa de Madrid y España la que damos con esto. El sello Ivorypress es la perfección, por eso lo damos todo masticado para explicar al museo hasta cómo se cuelga cada clavo», explica Elena. También coordinan memorias y catálogos. Por poner un ejemplo, el de Michal Rovner, que se vende en el Louvre de París.
La intención de Elena va más allá. Quiere potenciar a los artistas jóvenes dejándoles un legado por escrito. «En los nuevos libros C PHOTO Génesis, Marina Abramovic escribe cómo empezó por primera vez a hacer performances. Que la gente que se está iniciando en el arte pueda tener estas referencias es algo increíble», dice orgullosa. Otro punto a su favor es que en la editorial se pueden «hacer libros de medio millón de euros o de veinte, para que lleguen al gran público». Se acerca Colomba, la diseñadora gráfica, interrumpe educadamente la conversación y le enseña las invitaciones de la siguiente exposición. Todo tiene que supervisarlo Elena. «No es necesario que esté aquí todos los días porque continuamente tengo comunicación con ellos allá donde esté; pero cuento con Antonio Sanz, que es mis ojos y mi mente cuando no estoy aquí. Es quien lo organiza todo día a día», afirma. Antonio es el director de la editorial y ata cada detalle de los proyectos.
Dentro del luminoso despacho de Ochoa, que huele a rosas recién cortadas, hay una mesa preparada para reunir a mucha gente. Se empieza a llenar. Entra el equipo y comienzan con la programación de las siguientes semanas: exposiciones fuera, ir a imprenta a ver las pruebas de color, la lista de invitados para la inauguración, la composición del siguiente libro, etc. La reunión se alarga y Elena sale hacia la librería-galería que tiene en la calle Comandante Zorita, 48, de Madrid. De camino hace un alto en la calle Lérida, situada en uno de los pocos barrios madrileños donde se encuentran hangares de antiguas fábricas ocupados ahora por artistas y fotógrafos. «Decidí que estuviera en este lugar porque se sitúa muy cerca de la galería y porque me recuerda muchísimo a Chelsea». Allí, en un gran almacén, montan exposiciones no abiertas al público, un showroom para que comisarios puedan ver cómo quedará el montaje final si deciden exponer en su museo y para potenciales clientes. También es el estudio de los artistas Los Carpinteros. «Siempre programamos para que cada año estemos presentes internacionalmente en lugares emblemáticos. Ahora lo estamos haciendo a tres años vista, aunque también estamos invirtiendo muchos esfuerzos en la cátedra que hemos creado en Oxford, con lecciones abiertas al público, para unir arte, libros y educación.
En España estamos asociados con la Universidad Carlos III. Parte de los créditos de la asignatura es venir a las exposiciones», resume Elena. Pero el reconocimiento internacional lo han ganado con sus llamados libros de artista. «Es el concepto del artista y él elige todo: el número de páginas, el papel, hace lo que le da la gana, como ocurrió con Kapoor, Long o Kiefer». Ahora están ultimando Ilimits del español Valcárcel Medina. Llevan más de tres años con él, estará traducido a 56 idiomas y solo publicarán nueve ejemplares. Pocos serán los afortunados de disfrutarlo. Un libro de élite.
En el despacho guarda el póster de la primera exposición que comisonó, la de Newton.
Mirta Rojo
En el despacho de Elena es el mejor espacio de reunión para ultimar detalles.
Mirta Rojo
Todos los libros de la editorial los atesora Elena en su despacho. «El orden y la memoria son claves importantes para mí».
Mirta Rojo
Daniel coordina Ivorypress Gallery, y transporta uno de los dibujos de Jean Prouvé.
Mirta Rojo
Montaje de la última exposición de la galería. Este año estarán presentes en ARCO.
Mirta Rojo
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