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Rocío Molina, un nuevo flamenco

Esta coreógrafa y bailarina ha revolucionado el género. De gira mundial hace escala en España y nos habla de la importancia del vestuario en su obra.

Rocío Molina

Rocío no defrauda sobre el escenario. Sus movimientos hablan de riesgo, sus pies exploran más allá de lo establecido y la puesta en escena de sus espectáculos conversa con las últimas artes visuales. La crítica especializada y el público más sensible se suman en el mismo aplauso cuando este Premio Nacional baja el telón. En un parón de su gira mundial, del 5 al 8 de marzo vuelve a España para actuar en el templo barcelonés de la danza, el Mercat de les Flors. Los dos primeros días con la Company Sébastien Ramirez y la bailarina Honji Wang en la obra Felahikum, y los dos últimos con Bosque Ardora, su última creación. Para no perdérsela.

¿De dónde surge esta pieza?

De otra anterior, Mandato. Era un homenaje a la Capitana, a Carmen Amaya. Y partí de ese vestuario para crear Bosque Ardora. Recuerdo que compré retales en una tienda de París y con ellos elaboraron los trajes. El cuero tenía mucho protagonismo porque da mucha fuerza, como tenía Carmen. Y en Bosque Ardora quería tener una línea de aspecto militar, de caza, de mandato.

Y sale usted a bailar con botas por encima de la rodilla y con zapatos de tacón, ¿cómo puede?

[Risas]. No es tan incómodo como parece. Yo puedo bailar con cualquier cosa. Decir lo contrario sería reconocer que hay algo que no puedo bailar y me niego. Los que alucinan son los que me fabrican los zapatos. Se llaman Gallardo (gallardodance.com), están en Madrid y ya tienen un diseño con mi nombre.

¿Usted es parte activa en el proceso de creación del vestuario?

Bueno, al igual que hablo mucho con mis músicos lo hago con los que me diseñan los trajes. Yo les mando dibujos de lo que quiero, vídeos de la coreografía e incluso las telas.

Con una gira tan internacio- nal comprará tejidos por todo el mundo, ¿verdad?

Sí. Me encanta. Me he traído algún sari de India con el que me han hecho piezas muy especiales. Es una parte importante de mi trabajo. Aunque cuanto más desnuda voy sobre el escenario mejor. Por eso cuido qué texturas del vestuario de danza me proporcionan esa sensación.

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