¿Qué significa ser «técnicamente bueno» en la cama?
Esas son las palabras que la actriz ha empleado para valorar las habilidades entre sábanas de Ben Affleck, pero… ¿Cuál es su significado? ¿Se puede hablar del sexo como de una receta digna de Estrella Michelin? Tres expertos resuelven nuestras dudas.
Cuando Gwyneth Paltrow, la mujer que ha visibilizado la «separación consciente» y ha promulgado las bondades de las saunas vaginales, apareció en el podcast Call her Daddy, en el que Alex Cooper consigue que las celebridades más famosas del planeta hablen de sexo con más libertad que Lorena Berdún, no tuvimos duda alguna de que nos iba a deleitar con más de un titular jugoso. Cuando Cooper le preguntó quién es mejor en la cama, si Brad Pitt o Ben Affleck, no defraudó y aseguró que con Brad tenía el tipo de química sexual digno del verdadero amor, mientras que Ben era “técnicamente excelente”. Desafortunadamente, la presentadora no indagó en qué demonios quiere decir exactamente semejante frase.
Lejos de entrar en el dilema de hasta qué punto no nos habríamos echado las manos a la cabeza si este ejercicio comparativo hubiera sido planteado a un hombre heterosexual, hay quienes piensan que comparar entre sábanas nunca es positivo. Así nos lo hace saber Óscar Ferrani, divulgador sexual especialista en juguetería erótica y Coordinador General de Producto y Servicio en las tiendas amantis de España. “Comparar una pareja sexual con otra no suele traer nada bueno, sobre todo en relaciones estables o prolongadas. Es mejor utilizar nuestras experiencias pasadas para acumular y aprovechar conocimientos y formas de conciencia, tanto nuestras como de la otra parte. Cada persona entiende la experiencia sexual de manera distinta y cada encuentro en sí mismo puede responder a expectativas muy distintas incluso entre la misma pareja. La pasión y la emotividad no tienen por qué estar reñidas con la precisión técnica ni con el conocimiento de la respuesta sexual de la pareja y de uno mismo”, explica.
Lo cierto es que Paltrow lo dijo de tal forma que parecía estar felicitando a un chef por su exquisita receta o valorando una obra de arte en un museo. “Es como cuando vas a un restaurante pensando en comerte un maravilloso plato de pasta a la carbonara. Te puede pasar que cuando te lo sirvan, a nivel general, esté perfecto en cuanto al punto de la pasta, la cantidad de sal y especias, etc… Por eso, te lo comes y lo disfrutas, pero aun así, te queda la sensación de que, aunque no hay nada que reprochar a la ejecución del plato, te ha faltado algo para cumplir con las expectativas que tenías”, dice Rosa Navarro, sexóloga de Diversual.
Al hablar empleado tales palabras para hablar de las habilidades de Affleck, ¿acaso no se manda a la vez el mensaje de que pese a su maestría, claramente había una laguna en su relación? “Hoy en día el término ‘técnico’ implica que alguien tiene oficio, que conoce los procedimientos y métodos, que ha dedicado horas a estudiar los aspectos racionales de la actividad y, por lo tanto, los domina pero, que al potenciar este aspecto, ha olvidado otros de carácter más intuitivos, de improvisación y en general, todo aquello que no pueden calcular racionalmente de antemano. En definitiva no logra, pese a su competente estilo, la genialidad pues no domina lo imprevisto», dice Valérie Tasso, sexóloga y embajadora de LELO. “En materia sexual, ser ‘técnicamente bueno’ suele suponer que el desarrollo de una interacción sexual puede resultar un poco estandarizado y procedimental, pues el ‘técnicamente dotado’ domina un proceder eficaz para la mayoría de sus amantes, pero no tiene un especial talento en adaptarse a las particularidades de un/a amante en concreto”, añade.
Otra de las preguntas que despierta la frase de Gwyneth Paltrow, que parece destinada a un perfil de LinkedIn, y nunca a una charla tan íntima, es la de si al decir que alguien es «técnicamente bueno» en el sexo, no emerge la idea de que esa persona realmente puede tener buen sexo con cualquiera, como si fuera una habilidad más dentro de sus skills, haciendo por ende del encuentro sexual, de alguna forma, algo menos especial. “Cada persona tiene una concepción distinta sobre el significado del buen sexo. Fisiológicamente hablando, la excitación sexual y el deseo sexual son dos fases de la respuesta sexual humana completamente diferenciados. Puede darse una a continuación de la otra, alternarse dentro de un mismo encuentro o entrar en fase de excitación sexual sin haber transitado la fase de deseo. Es bueno aprender a distinguirlos y ser consciente del valor que le damos en cada encuentro sexual”, explica Ferrani, que advierte que alguien con mucha habilidad técnica puede proporcionar un orgasmo increíble y sin embargo, que esa persona no quede satisfecho con el encuentro sexual, mientras que alguien con ninguna habilidad técnica puede generar una gran satisfacción con el encuentro sexual desde la atención y la entrega plena sin haber siquiera alcanzado el orgasmo. Asegura que al vivir anclados en el coitocentrismo, la obsesión por lo genital y el orgasmo, el grado de satisfacción final suele moverse en un equilibrio incierto.
¿Física o química?
De hecho, cuando Alex Cooper jugó con Gwyneth Paltrow a Fuck, marry, kill, que consiste en decir con quién te acostarías, con quién te casarías y a quién matarías de entre las opciones brindadas (el podcast no es de ingeniería genética, ¿de acuerdo?), la oscarizada actriz aseguró que se acostaría con Pitt. Su respuesta dejó claro que valora más la química que las habilidades de sus parejas y señala una diferencia entre el sexo motivado por la atracción y la conexión y aquel en el se dominan las reglas para hacer al otro disfrutar del placer.
¿Qué es mejor? ¿Por qué nos importa tanto la química y la emoción en el sexo? Valérie Tasso lo tiene claro. “Ambas cuestiones son necesarias y si una se impone en exceso a la otra, la interacción sexual cojeará. Si hay mucha pasión y mucha pirotécnica emocional, pero los amantes no tienen una mínima noción de cómo plasmarla en el cuerpo del otro o en el propio, el deseo, y con él, la fantasía que sostiene el encuentro, indefectiblemente decaerá y la impresión general es que no sabremos qué hacer con lo que nos traíamos entre manos. Si por el contrario lo que se pretende con el encuentro es hacer una receta de huevos poché en la que todos los ingrediente están medidos, cómo están medidos los tiempos de cocción y secuenciados, todo en un proceso reglado, tendrá el mismo resultado (la caída del relato del deseo) y la impresión final será también la de que el plato está bueno, pero no es nada nuevo, pues el exceso de reglamentación habrá eliminado lo indisponible, el enigma y la improvisación que requieren las particularidades”, asegura.
“Las reglas del buen sexo se crean entre dos en cada encuentro. Son dinámicas y no dejan de cambiar a lo largo de nuestra vida. Hemos de revisar nuestras creencias y nuestros prejuicios y combatir la desinformación para alcanzar la plenitud sexual que cada cual nos propongamos. El buen sexo es el que nos hace felices, nos hace crecer y no pone en riesgo nuestra salud física y emocional, incluso más allá del propio encuentro sexual”, añade Óscar Ferrani.
De hecho, ya hay quienes abogan por el denominado mindfulsex, que defiende una sexualidad lúcida y despierta en la que cualquier pensamiento ajeno a la práctica sexual, incluida la obsesión por alcanzar el orgasmo, queda excluido. “El mindfulsex apuesta por un cambio de paradigma sexual al aspirar a una sexualidad plena, que nazca del encuentro entre la ciencia y el placer. Si cambias tu manera de vivir la sexualidad, pronto verás cómo se revitalizan también otros ámbitos de tu vida. La energía sexual tiene un gran poder, pues es capaz de transformar de arriba abajo tu existencia y, al emplear recursos internos que todos tenemos, podrás desarrollar tu madurez afectiva y las de tus relaciones y crear un equilibrio en ti y con tus amantes, lo que producirá afecto y armonía entre vosotros”, escribe la Dra Emma Ribas en Mindfulsex (Plataforma Actual, 2023), que asegura que gracias a su práctica, podemos aprender a generar química sexual.
Buen amante, ¿nace o se hace?
El problema de hablar de que alguien es bueno en la cama es que las habilidades sexuales no son realmente cuantificables, por lo que teniendo en cuenta que a cada persona le gusta algo diferente, ¿podemos aprender a ser mejores en la cama? ¿Es el sexo tan diferente de los idiomas, del golf o del arte? “Si por ser buenos en el sexo entendemos lo de ser “técnicamente buenos”, sí es algo que podemos entrenar. A base de experimentar, de ensayo y error y sobre todo, de escuchar a la otra persona, es posible alcanzar más dominio de una práctica. O también ser capaz de adaptarse más fácilmente a diferentes preferencias dentro de dicha práctica”, dice Rosa Navarro, sexóloga de Diversual.
“Es necesario tener una buena educación sexual, un conocimiento de los mecanismos físico psíquicos de goce y de la respuesta sexual humana que sirva de base para saber lo que suele gustar y lo que produce placer en un ser humano, pero como venimos diciendo, eso no garantiza ser un amante genial. Es perentorio saber leer, interpretar, descifrar o encontrar los matices de ese otro especial y actuar en consecuencia, pero para eso es necesaria una mínima instrucción. Tú nunca podrás ser un buen violinista si de alguna manera no sabes la forma que tiene un violín y cómo permitir que emerja determinada nota enél”, asegura Valérie Tasso, sexóloga y embajadora de LELO.
La conclusión final bien podría ser que en realidad, hablar de sexo como quien se refiere a una receta gastronómica es tan frío como confuso, pues lo importante, como en tantos otros aspectos de la vida, es conseguir una conexión fruto de la intimidad y de la comunicación. Pero que no cunda el pánico, porque la Dra Emma Ribas asegura en su libro que “cambiar tu forma de hacer el amor es un arte y un proceso de aprendizaje”. Por cierto, ¿a quién decidió matar Gwyneth en el juego Fuck, Marry, Kill? A Ben Affleck. Al parecer, la maestría técnica en la cama no lo es todo.
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