Cinco objetos afrodisíacos que no deberían faltar en tu dormitorio
No hablamos de juguetes eróticos sino de elementos, más o menos comunes, que pueden servir de excusa, ayuda, condimento o inspiración para el sexo.
Espejos
Los espejos con fines sexuales tienen mala reputación. Están asociados a términos como hortera o cutre, o, lo que es aún peor, a imágenes de parejas norteamericanas (potenciales votantes de Trump) haciendo el amor en moteles donde se refugian sicarios, narcotraficantes y divorciados que aún no han tenido tiempo de buscar piso. Esos espejos en el techo de los hoteles de citas que no se limpian nunca.
Pero si aparcamos estos prejuicios veremos que estos objetos que nos devuelven nuestra propia imagen y, probablemente, algo más, pueden ser accesorios altamente eróticos. Para empezar, con este simple objeto, presente en casi todos los dormitorios y hogares, uno pasa automáticamente a ser actor y espectador al mismo tiempo, lo que aumenta el morbo; ya que no solo está besando o tocando, sino que también puede comprobar cómo lo tocan o besan. Lo que confiere dos perspectivas diferentes para el mismo acto.
Mirar las expresiones, gestos y reacciones del otro/a durante el sexo es uno de sus grandes placeres y, gracias al espejo, podremos vernos también a nosotros mismos. O, si lo utilizamos durante la masturbación, ser los únicos protagonistas. Yo misma descubrí un nuevo mundo de posibilidades desde que me mudé a una casa con armario empotrado en el dormitorio y espejos en la cara interna de las puertas. Y para las/los perfeccionistas, a los que no les gusta demasiado su cuerpo y sospechan que desnudos y en determinadas posturas les va a gustar todavía menos, tengo una buena noticia. Con una luz tenue y favorecedora, pueden llevarse más de una sorpresa y luego se tirarán de los pelos por la férrea censura sexual de Instagram o Facebook.
Aceite de masaje
Conozco muy pocas personas que respondan ‘no’ a la pregunta de ¿te hago un masaje? Con este pretexto, además de tocarse e interactuar, algo tan necesario en este universo digital en el que nos comunicamos, es muy probable que las cosas vayan a más y se acaben viviendo momentos memorables. Los sexólogos lo recomiendan para gente estresada sin tiempo para el sexo, porque este acto altruista tiene muchas posibilidades de ser recompensado. Todas las parejas deberían tener como cita obligatoria hacerse un masaje, al menos una vez al mes, porque aunque no tenga final feliz, el hecho de que nos toquen es ya en sí un acto sanador que, entre otras muchas cosas, aumenta la serotonina, la hormona de la felicidad.
No hay que ser un experto para dar un masaje relajante o erótico al paciente que se tumba en una cama, o en el suelo, y hacer que se vuelva impaciente. Pero si se busca algo de documentación, Youtube está lleno de tutoriales que enseñan desde los movimientos básicos a las técnicas más avanzadas de masaje tántrico. Abstenerse de los masajes descontracturantes, si no se es un profesional, y elegir un aceite lo más natural posible (por ejemplo, de almendras dulces), comprado en farmacia o herbolario. Para las partes íntimas femeninas, es mejor cambiar el aceite por lubricante.
Ligueros y ropa adecuada para estar en casa
Aquí habría que introducir un nuevo concepto, la sexy casual homewear, que es ropa cómoda para estar en casa sin parecer un mamarracho. Obviamente, la climatología y el sentido común nos impiden vestirnos dentro del hogar como una dominatrix (aunque siempre hay excepciones), pero el extremo opuesto es pasarse las veladas enfundada/o en unos pantalones de chándal, un jersey oversize y unas zapatillas de garra de oso, porque el amor puede ser ciego pero la lujuria no lo es.
Nos arreglamos para salir y quedar con los amigos y nos ponemos cuatro trapos en casa, al estilo de esas personas que guardan sus mejores sonrisas para los extraños y su peor carácter para la familia. Además, si sumamos las horas que permanecemos en el hogar y las que estamos fuera, veremos que la mayoría de la gente se ha pasado más de media vida hecho un cromo, con ropas imponibles y poco favorecedoras.
Muchas firmas como Agent Provocateur, Oysho, Undiz o Etam han empezado a proponer soluciones a este normcore casero, problema que afecta a ambos sexos.
Cuando el calor aprieta, muchos que suscriben la teoría anterior pueden pasarse al extremo opuesto y apostar por el naturismo que, en pequeñas y puntuales dosis, puede ser un gran afrodisíaco, pero si se convierte en norma puede producir el efecto contrario, además de estar contraindicado para la tapicería de los sofás. Y, por supuesto, toda mujer debe tener un par de ligueros. No conozco a nadie (de ambos sexos) al que no le gusten, y pueden combinarse con algo más casual para –¿por qué no?– una velada con Netflix.
Un mueble erótico
Si no reparamos en gastos a la hora de comprar accesorios de moda o para el hogar, no estaría de más que invirtiéramos algo a favor de nuestra sexualidad. Y no me refiero a vibradores sino a algún tipo de mobiliario o artilugio que haga más excitante las relaciones. Los muebles eróticos pueden ser una buena opción, sobre todo para los partidarios de cambiar de postura y aventurarse en el Kamasutra; ya que la cama, ese espacio mítico del erotismo, plana y en ocasiones sin cabeceros, doseles ni lugares a los que asirse, no es el mejor lugar para las acrobacias. Sin llegar, claro está, al punto de convertir el dormitorio en el gabinete privado de Catalina la Grande, que pasó a la historia por modernizar el imperio ruso y por su voraz apetito sexual (la leyenda cuenta que tenía una plantilla de 21 hombres a su entera disposición y, no contenta con seres humanos, mantenía relaciones con caballos).
Bala Studio, en México D.F., fabrica muebles erótico-ergonómicos y entre sus estrellas están la silla Adela (para las mujeres a las que le gusta estar encima), Parco o Venid (ambos, estructuras que permiten el acoplamiento en diversas posiciones). La filosofía de estos diseñadores mexicanos es la de que “las personas que compran nuestros productos compran un manifiesto, un discurso, una escultura y también un mueble para hacer el amor y, evidentemente, no lo esconden, sino que lo muestran en la sala de estar o en su habitación, ya que es una pieza que ofrece al usuario una forma de manifestar al mundo su postura respecto a la construcción erótica de su ser”. Margarita Bonita cuenta con una cama que se mueve y que imita el ritmo corporal del sexo y el Neotantra sofá, para hacer guarradas en un sillón con tantas curvas como el cuerpo humano. Amazon también tiene su apartado de dos rombos, donde se puede adquirir un columpio-balancín giratorio a buen precio.
Una venda para los ojos, cuerdas, esposas
No hace falta abrazar la tendencia masoquista para disfrutar de la agudización del resto de los sentidos, cuando bloqueamos (voluntariamente) uno de ellos. La venda en los ojos es el ejemplo más común que, seguramente, la mayoría habremos probado; pero los hay que gustan también de taparse los oídos para escuchar únicamente su respiración o jadeos, y los que estando inmovilizados e indefensos, experimentan una especial excitación. Si el sexo es el juego de la edad adulta; las posibilidades, junto con nuestros sentidos, son infinitas. Podemos censurar la vista y el tacto y usar tan solo el gusto (la boca) o el oído (aunque solo sea para los inicios de la relación). O dar prioridad a las manos y homenajear, al menos por un día, al olvidado olfato.
El juego del esclavo sexual es otra prescripción común de los sexólogos. Un día uno ordena y el otro obedece. El placer para el que queda ‘indefenso’ está en la entrega y en la sensación de vulnerabilidad e indefensión; mientras que para el activo (el que ata u ordena), el gusto está en tener el poder y en las grandes posibilidades creativas que eso brinda. A partir de aquí cada uno puede diseñar el plan a su medida. O no planear nada y que sea lo que Dios quiera.
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