La actriz de ‘Una mujer fantástica’: «No basta con reconocer la identidad de género en el DNI»
La película chilena se ha presentado en San Sebastián con excelentes críticas. Su historia y su protagonista tratan de cuestionar la mirada que la sociedad tiene ante la comunidad transexual.
Tiene 28 años y con 15 comenzó la transición que tanto anhelaba. Un camino muy duro en su Chile natal. Su condición le impidió entrar en la Universidad. «Era algo impensable en aquellos años que alguien transexual se matriculase». Y solamente han pasado trece años. Pero la discriminación había comenzado antes en el colegio. Insultos y humillaciones que ahora, al menos, se pueden denunciar. «Aunque uno o una sea mal visto, cuenta con herramientas como un móvil para grabar una agresión. Antes funcionaba el ‘tu palabra contra la mía'». La actriz chilena Daniela Vega reconoce que ha habido cambios en los últimos años, pero queda mucho por hacer para que los derechos de la comunidad trans sean los mismos que los de los cisgénero.
Vega es la protagonista de Una mujer fantástica, dirigida por Sebastián Lelio y que juntos han presentado en el Festival de Cine de San Sebastián. En la película ella interpreta a Marina, una mujer transexual que se gana la vida como camarera pero que aspira a convertirse en cantante. Al fallecer repentinamente Orlando, su pareja, ella lo perderá todo de golpe. Hasta la posibilidad de despedirse de él. La historia, que concursa en la Sección de Horizontes Latinos del certamen, se llevó el Oso de Plata al mejor guión en la pasada Berlinale. Aquí ha recibido el V Premio Sebastiane Latino, un galardón que reconoce los filmes latinoamericanos que representen la defensa de las reivindicaciones y valores de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales.
El cine chileno ha interpelado temas sociales en sus obras. Sin embargo Daniela no ve que esta sea una película de revancha: «Es un relato que habla de amor, de la muerte, una cosa bien clásica. Yo como artista no busco reivindicar procesos ni situaciones, lo que yo busco es cuestionarlas. Creo que Sebastián (Lelio) o Pablo (Larraín) trabajan a través de la lupa de la cuestión más que de la denuncia». Esta cinta de Lelio, director de la exitosa Gloria, es la segunda película de Vega. El realizador quería contar una historia sobre lo que era ser transexual en Chile. «Yo era su consultora: le mandaba bibliografía e historias para que viera cómo es la realidad trans en Latinoamérica y el resto del mundo. Una realidad que por cierto es bastante dramática».
El guión era de él, pero el alma de Marina, la luchadora de esta historia, ha sido forjada por ella: «Más que mirar iconos de mujer lo que hice fue traducir la experiencia femenina en un personaje. Basándose en mujeres de todo tipo, masculinas o femeninas, altas o bajas, con cuerpos diferentes, hizo de todo ello un resumen más de sensación que estético. Encontré tres motivos importantes para construirla: la dignidad, la rebeldía y la resiliencia». Marina, esa mujer fantástica que envuelve a todas las mujeres, es una superviviente. Pese a todo lo que padece en esta historia, su actriz piensa que no está sola. «Ella se tiene a sí misma, lo cuál es ya una meta conquistada. Tiene su música, su voz, su perro… Con eso le basta y sobra. Se le arrebató el amor de manera traumática, pero entiende que la vida continúa. La soledad no es un problema cuando entiendes que naces solo y te mueres solo». Daniela ha puesto mucho de ella en Marina. Aunque son mujeres con aventuras diferentes, ella ha incorporado detalles de su propia historia, algo inevitable para una actriz, detalla Vega, «porque los personajes tienen que tener un cierto grado biográfico. Es una ficción, pero más que hechos reales, hay sensaciones vitales de mi biografía».
La historia de Una mujer fantástica no busca responder preguntas sino hacerlas: ¿Por qué hay cuerpos que no se pueden habitar? ¿Por qué hay visiones morales que están oprimidas por el poder? «Hemos rescatado emociones y las hemos expuesto en la pantalla, y la X de ecuación la termina por despejar el público, cada uno en su propio interior. Al verla, cada espectador intentará autocuestionarse si ha sido discriminado o discriminada, si has sido violento o violenta con otra persona por el hecho de no coincidir en el estilo de vida de alguien. «¿Has sido opresor u oprimido con el resto de la raza humana? La película entrega una visión panorámica de lo que estamos viviendo como sociedad en el mundo más que intentar justificar».
Una mujer fantástica es un paso más en el camino de normalizar la situación de la comunidad transexual en el día a día. Una cosa son las leyes y otra es la vida en la calle. «En España se tiene la identidad de género, cierto, pero más allá de Madrid o Barcelona ¿Cómo se vive en las ciudades pequeñas? ¿Cuánta gente trabaja en el Gobierno español, en la televisión española o en la redacción de una revista? No basta con una herramienta civil como cambiar tu DNI» –sostiene la actriz– «es necesaria más actuación para ser incluido en el sistema laboral. La comunidad internacional LGTBI busca equiparar sus derechos. No más ni mejores. Los mismos. No es Chile o España, es el mundo el que está mal. No basta con reconocer la identidad de género. El 49% de la población trans en el mundo no sobrevive la transición, un porcentaje altísimo que da pie para plantear medidas a tomar dentro de la sociedad para incluir a personas que históricamente han estado en el borde».
El largometraje está dedicada al mundo entero y particularmente a las mujeres. «Lo interesante de este argumento es que cualquiera puede ser Marina», dice su protagonista. «Las mujeres seguimos en desventaja por el patriarcado. Somos las claras víctimas de la discriminación. Y eso que por desgracia la discriminación es algo transversal en la sociedad: por venir del sur o del norte, por el color de la piel…». Al problema no se le ve la solución cerca. Por suerte hay movimiento, hay lucha y hay resistencia para que las generaciones futuras vivan mejor que la actual. Por eso, si Daniela tuviera que darle un consejo a Marina lo tiene claro: «Que siga cantando».
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