Irene Visedo y Silvia Abascal: cómo ser “dos amigas muy hermanas” que ahora son familia también en ‘Cuéntame’
Se conocieron en sus inicios y mantienen una amistad ajena a rivalidades profesionales. Ahora, además, son familia en distintas líneas temporales –1992 y 2020– en ‘Cuéntame’.
Apenas recuerdan cómo se conocieron. Amigos comunes, encuentros casuales, gente que les decía que se llevarían bien. Irene Visedo y Silvia Abascal tampoco tienen grabada en la memoria cuál fue la primera impresión que cada una tuvo de la otra, pero coinciden en que desde el principio hubo “afinidad”. Las dos son madrileñas (solo se llevan un año, Visedo nació en 1978 y Abascal en el 79), empezaron en la interpretación muy jóvenes y se formaron en la escuela de Juan Carlos Corazza. Mientras hablan, surgen momentos compartidos: “Sí, creo que la primera vez que coincidimos fue hace 20 años, yo estaba en pareja con Sergio Peris-Mencheta y él organizaba una vez al año una especie de megayincana que se llama Imperio Cobra, a la que acuden 150 compañeros, amigos… Fue ahí o en un encuentro de los que organizábamos en casa”, rememora Abascal.
Sus carreras se han ido cruzando –casi actúan juntas en una película en 1996 y en una serie en 2009– hasta coincidir este año en un mismo proyecto. Durante la sesión de fotos Abascal dice que con esas prendas a juego parecen “dos amigas muy hermanas”, y la frase no miente: su vínculo dura ya dos décadas y ahora, además, la ficción las ha convertido en familia. Ha sido en Cuéntame (La 1), que en su temporada número 21 muestra dos líneas temporales con los Alcántara siempre como protagonistas: Irene Visedo sigue siendo Inés Alcántara en 1992, año que continúa la trama habitual, y Silvia Abascal es su hermana pequeña, la María Alcántara de 2020, año que se cuela en la veterana serie para dar un salto al futuro y tratar la actualidad. Visedo afirma que“Cuéntame siempre busca tratar a conciencia los temas, por ejemplo esta temporada con la covid, el sida también va a estar presente y el racismo, la cantidad de paralelismos que hay entre las dos épocas, porque vamos evolucionando en muchas cosas pero no las solucionamos, ocurren los mismos temas de hace 30 años”.
Las elegidas son dos fechas que han marcado la historia reciente. Del 92 ambas recuerdan su yo adolescente y que visitaron la Expo de Sevilla. “Estaba enamoradísima de Curro, tanto como de Naranjito, con esa capacidad que tienen los niños de querer a los muñecos”, dice Visedo. Para su compañera ese año fue un punto de inflexión: “Era un ecuador, en el 91, que yo tenía 12 años, murió mi papá, y en el 93 empecé a trabajar como actriz, lo tengo marcado”. Y de 2020 opinan al unísono que va a ser complicado olvidarlo. “Hemos vivido una distopía, todo se ha entristecido mucho. La única alegría que he visto en el último año es la del día de la nevada en Madrid, la gente estaba jugando, fue un momento donde la realidad cambió, el escenario era otro. Aunque fuera una ilusión que duró 12 horas”, reflexiona Visedo. Quedará, apunta Abascal, un poso: “Ha sido un año difícil, pero todas las dificultades, cuando uno no pasa de puntillas, tienen un rico aprendizaje, y esto es algo muy de Irene, el no pasar de puntillas por nada, es muy de profundidades” (se ha formado en meditación y taoísmo y en 2015 escribió el libro Sencillamente mindfulness).
Su amiga tampoco escatima elogios, dice que “Silvia tiene mucha luz, un círculo de amor muy grande, y eso es sinónimo de poder”. Pero ¿resulta difícil mantener vínculos personales fuertes en un mundo como el de la interpretación, donde muchas veces mandan los egos o se puede competir por un mismo papel? Visedo cree que no: “Los actores, como trabajamos desde jóvenes juntos en formaciones teatrales y terapéuticas, nos conocemos mucho. Se aprende en contextos en los que el respeto y la admiración están muy presentes. También puede estar la competitividad, pero creo que abunda más el acompañarse que otra cosa”.
Ellas comenzaron sus carreras en un mundo sin redes sociales ni fenómenos virales, algo que creen que ha cambiado de manera profunda su profesión. La primera aparición televisiva de Abascal fue con un personaje en el Un, Dos, Tres de Chicho Ibáñez Serrador y luego se hizo popular interpretando a la hija rebelde y grunge de Pepa y Pepe. “En esa serie nos metíamos con todo. Ahora parece que la ficción, lo artístico, tiene que satisfacer a todos, que no puede herir a nadie y que además tiene que dar ejemplo. Y claro, no se puede crear pensando en gustar a todo el mundo. Siento que hemos retrocedido mucho, creativamente estamos más limitados, más prejuzgados. Nos movemos menos libres”, argumenta. Visedo reconoce que era una ficción transgresora y subraya que “el dar ejemplo no tiene que ser una obligación”. Para ella –que estrenó su primer largometraje, El ángel de la guarda, con 18 años y con 23 rodó El espinazo del diablo con el hoy oscarizado Guillermo del Toro– alimentar las redes sociales no debe suponer una presión añadida para un actor: “Es un oficio que ha salido ahora y está cogiendo mucha fuerza, que es el de influencer, pero es que yo soy actriz, no soy influencer. A lo mejor podría ser las dos cosas, pero no quiero”. Abascal confía en que la sociedad dé un giro y “dentro de algunos años lo más cool de lo cool sea no tener redes”.
De momento se están acostumbrando a otros cambios, los que la pandemia ha supuesto para su profesión: rodajes con nuevos protocolos de seguridad (en Cuéntame y la otra serie que prepara Abascal, La cocinera de Castamar), pruebas covid. “Como hay tanta demanda de plataformas lo que sí que se ha visto es que la gente se ha fulminado los contenidos y se están generando más. En ese sentido en el audiovisual quizá nos estamos recuperando de la crisis de 2006-2007”, apunta Visedo mientras Abascal recalca que su oficio vive permanentemente en crisis. “A lo mejor esta todavía es más difícil, pero siempre nos hemos movido en una necesidad constante de cocinar solos o de ponernos a cocinar si el sistema no facilita nuestro estar. Los compañeros que están haciendo teatro comentan cómo se va sobrevivir ahora”, añade.
El de la escena es un mundo que conocen bien, porque aunque ambas han vivido la fama que da la televisión, han seguido volviendo a las tablas. “En ningún lugar me siento tan libre y poderosa como en el escenario. Pero no todo por ser teatro es sagrado y por ser cine es calidad y por ser tele es basura. Ya se ve de otra manera, pero hace unos años la televisión tuvo una etapa de mucho desprestigio”, explica Abascal. “A mí me pasa con el teatro que si intuyo que el proyecto no va a llegar a buen puerto no me meto. Es muy sacrificado y cuando va bien ya es duro, aunque muy gratificante, pero cuando va mal… Pero hay momentos en los que me pide el alma un tránsito tan trascendental”, asegura Visedo, que se forjó en el Teatro de la Abadía.
También le gustaría explorar otros ámbitos, no descarta el mundo del guion o la dirección: “Tengo la sensación de que en algún momento lo haré, pienso que tiene que ver con ser actor, muchas veces eres tu propio director, reescribes y haces que el texto sea comestible o más creíble, estás implicado en todo el proceso”. ¿Resulta más sencillo ahora dar ese paso? Este año en los Goya hay dos hombres y dos mujeres nominados tanto en dirección como en dirección novel. “Todavía queda mucho camino, pero se va avanzando. Lo interesante será ver no los Goya de este año, sino los dos siguientes, si es algo constante”, puntualiza Visedo. Abascal sueña con el momento en que no haya que seguir la evolución de estos datos: “Siento que poco a poco se va abriendo en todas las parcelas, no solo en dirección, también en las técnicas. Ojalá ya llegue un tiempo que paremos de contabilizar cuántas mujeres nominadas, cuántos hombres. De momento es necesario, pero me cansa hablar tanto de géneros, etiquetas… Estamos en una era de definición constante en todos los campos”.
*Estilismo: Paula Delgado. Maquillaje y peluquería: Iván Gómez (X Artist Management) para Chanel y Shu Uemura. Asistente de fotografía: Javier Hernández. Asistente de estilismo: Sergio Martínez de Maya. Asistente de maquillaje y peluquería: Paola García.
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