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Guía para no perderse con ‘The Deuce’, la nueva serie sobre el porno de HBO

Los creadores de The Wire podrían haber hecho la ficción del año. Avisamos: el piloto dura hora y media y requiere cierta concentración.

Maggie Gyllenhaal interpreta a una prostituta.
Maggie Gyllenhaal interpreta a una prostituta.Cortesía de HBO

¿Porno? Yo he visto el piloto que se colgó hace una semana en HBO y no sale nada de porno.

En efecto, en los 87 minutazos que dura el episodio piloto, ni se menciona ni se introduce el tema principal de la serie, la génesis de la industria del porno en el Nueva York de los setenta. En su lugar, conocemos el microcosmos de prostitutas y sus chulos que se mueven en torno a Times Square. Dice mucho del estilo narrativo de David Simon, creador de The Wire y de la infravalorada Treme, y de su coautor, George Pelecanos, que ignoren las convenciones más lógicas sobre cómo funcionan las series y en su lugar dediquen el piloto a introducir a fuego lento a los muchos personajes y sus tramas.

¿Me he perdido mientras miraba Instagram en el móvil o James Franco está en todas partes?

No, no te has perdido. El actor-profesor-artista multidisciplinar se marca un Kyle MacLachlan (o un Lindsay Lohan, según se mire) e interpreta a dos personajes, dos gemelos. Además, siguiendo con los golpes de pecho autorales que comentábamos, los creadores de la serie no se molestan en dar un aspecto un tanto distinto a cada uno. Los dos lucen el mismo bigote de macho setentero, aunque uno de ellos, Vinnie, lleva un mullet más pronunciado. Uno de ellos es Vinnie, dueño de un bar, asediado por las deudas y recientemente abandonado por su mujer, que le presiona para que entre más a fondo en los negociados de su padre mafioso. El otro es Frankie, de profesión creador de problemas. James Franco tiene no uno, sino dos hermanos actores, Tom y Dave Franco, que podrían haberse quedado con uno de los papeles, pero, oye, así no se ganan Globos de Oro.

Mmm…Maggie Gyllenhaal, ¿prostituta?

Cierto, al principio no resulta muy creíble, lo mismo que Zoe Kazan, que tiende a interpretar variaciones de la Manic Pixie Dream Girls, haciendo de ítaloamericana peliteñida, pero la cosa tiene truco. Gyllenhaal, que consiguió que HBO le cediese el crédito de prouctora de la serie, ha metido mano en el personaje de Candy, una prostituta autoempleada, que trabaja sin chulo, y tiene un niño pequeño viviendo con su madre. Candy verá en el porno una oportunidad para labrarse una carrera lucrativa lejos de las calles. Al parecer, Gyllenhaal exigió a David Simon que incluyese en la primera temporada una escena en la que se masturba, para mostrar el deseo femenino sin que haya ningún hombre cerca.

No me digas que aparece la típica “prostituta con corazón de oro”, como en una canción de Sabina.

Sí y no. Simon y Pelecanos toman todos los tópicos que aparecen en las ficciones sobre la prostitución –el cliente que paga sólo para que le hagan compañía, la chica sin cultura pero con sensibilidad para apreciar una adaptación de Dickens, la ingenua recién llegada del pueblo, la veterana ajada con celos de las recién llegadas, el chulo con mal carácter– y los presentan de manera que nada es lo que parece en el primer vistazo. Por ejemplo, Lori (Emily Meade) debería ser una pueblerina de Minnessota que llega en un autobús Greyhound a la gran ciudad y queda atrapada en una escena peligrosa, pero pronto se ve que Lori no es ni tan tonta como le cree su chulo ni tan lista como se piensa ella.

O sea, salen más mujeres que en The Wire.

Sí, la cosa está más equilibrada. Entre los muchos personajes que pululan por Times Square –el piloto da tanta información que puede resultar abrumador–, no hay que perder de vista tampoco a Abby (Margarita Levieva), una estudiante de Sociología que claramente busca hacer trabajo de campo fuera de las aulas, a Darlene (Dominique Fishback) una prostituta con unas capacidades dramáticas que ya quisiera Meryl Streep, al policía Chis Alston (Lawrence Gilliard Jr. ) y a los chulos C.C. (Gary Carr), Larry Brown (Gbenga Akinage), y Rodney (Method Man).

¿Conseguirá The Deuce lo que no lograron las canceladas Vinyl y The Get Down?

El Nueva York de los 70 y su mezcla explosiva de glamour y sordidez proporciona un material tan goloso que es fácil que se vaya de las manos. Les sucedió, de distinta manera, a Martin Scorsese y Baz Luhrmann. Quedan ocho capítulos, no tan largos pero seguramente igual de densos, de The Deuce para comprobar si David Simon logra hacer su segundo The Wire. Desde luego, el panorama de la Peak TV, con decenas de series nuevas estrenándose este otoño y con muchos más dólares y mucho más talento en el juego, es mucho más complicado que el de entonces.

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