Así trabaja el español que coordina las escenas de sexo en ‘Los Bridgerton’ y otras series de éxito
El alicantino Enric Ortuño es uno de los coordinadores de intimidad más demandados en las series de Netflix, Amazon y HBO. Ha trabajado en Los Bridgerton, Ted Lasso, Adult Material y The Girlfriend Experience, entre muchas otras.
Siempre que se habla del rodaje de escenas de sexo y de sus posibles efectos, toca recurrir al ejemplo más extremo, y también más conocido. Maria Schneider tenía 19 años cuando rodó Último tango en París y, según explicó después, era virgen. El director, Bernardo Bertolucci, y su compañero en el filme, Marlon Brando, que tenía entonces 48, querían difuminar la línea entre lo real y lo rodado y extraer de ella emociones extremas. Por eso cuando a Brando se le ocurrió que utilizaría mantequilla como lubricante para una escena muy violenta en la que el personaje de él la fuerza y la penetra analmente, actor y director decidieron no decírselo a Schneider. “Quería la reacción de ella como niña, no como actriz. Me porté muy mal con ella”, reconocía Bertolucci muchos años después.
Schneider no llegó a superar nunca lo que ocurrió allí. Años más tarde, le tocaba rodar una escena íntima en la serie Calígula y justo antes de iniciarla sufrió una crisis nerviosa y tuvo que ingresar en un hospital psiquiátrico y dejar ese proyecto. La industria del cine, lejos de apoyarla, propagó de ella una imagen de actriz problemática, que te estropea un rodaje. En los setenta pasó por la drogadicción, la depresión e intentó suicidarse en varias ocasiones. Nunca dudó de que el origen de sus problemas estaba en aquella escena. “Aunque lo que hacía Marlon no era real, mis lágrimas sí eran reales. Me sentí humillada y, para ser sincera, un poco violada, por Marlon y por Bertolucci. Seguidamente de la escena, Marlon no me consoló ni se disculpó. Por suerte, fue una sola toma”, dijo en una entrevista muchos años después, en los ochenta, cuando ya se había convertido precisamente en una activista y hacía campañas para mejorar las condiciones de trabajo de las actrices en los rodajes.
La actriz falleció en 2011 y no llegó a ver los cambios en la industria, que en realidad no se hicieron efectivos prácticamente hasta anteayer. Y se deben sobre todo, paradójicamente, al hombre que más hizo por hacer de la vida de las actrices un infierno, Harvey Weinstein. Después de que estallase su caso, el cine y las nuevas plataformas de contenidos audiovisuales empezaron a plantearse en serio (por ética, por evitarse querellas o por una combinación de ambas) la necesidad de incorporar a todos los rodajes un coordinador de intimidad, la persona que se encarga de pactar y coreografiar las escenas de sexo con el objetivo de hacerlas narrativamente más interesantes, pero también menos traumáticas para sus intérpretes.
El sindicato de actores más potente en Estados Unidos, SAG-AFTRA define a esta figura como “un defensor, un intermediario entre los actores y la producción en lo relativo a la desnudez y el sexo simulado”. Ahora, prácticamente todas las series de alto presupuesto los tienen en sus créditos y cada vez más películas, aunque en este caso el cine ha ido a remolque de la televisión. Quizá la coordinadora de intimidad más conocida sea Ita O’Brien, la británica que ha diseñado las escenas de sexo en series como Sex Education, Normal People y Gentleman Jack. Su nombre se conoció más allá de los confines de la industria cuando Michaela Coel le dedicó el BAFTA que ganó por Podría destruirte con estas palabras: “Gracias por tu existencia en nuestra industria, por hacer un espacio seguro y crear los límites físicos, emocionales y profesionales para que podamos hablar de abusos de poderes sin ser explotados o abusados por el camino”.
Lo que no es tan sabido es que otro de los coordinadores de intimidad más demandados, que ha trabajado en series como Starstruck, Los Bridgerton, Adult Material, The Girlfriend Experience, Domina o The Nevers es un alicantino, Enric Ortuño, quien, como casi todos sus compañeros de esta profesión tan reciente llegó a ella un poco por casualidad. Formado en el teatro, solía viajar a Londres cada año para hacer cursos de materias como esgrima y movimiento. “Entonces, tuve la suerte de conocer en Estados Unidos a las tres mujeres que estaban abriendo este camino en 2018. Siempre me había interesado este mundo, como coreógrafo y ayudante de expresión corporal en escena» –explicó en su paso reciente por el festival Serielizados en Barcelona– «es un trabajo tan nuevo que cada uno viene de un sitio diferente. Hay gente que viene del mundo del vestuario, pero la mayoría venimos de la coreografía o la danza, de algún tipo de trabajo físico”.
Hay otro aspecto que le convierte en una rareza en la profesión, y del que él mismo es muy consciente. “Soy un hombre blanco cisgénero heterosexual de mediana edad”, recita, casi arrepentido. “Y este trabajo consiste el 90% de las veces en proteger a los que no son todo eso. Lo asumo y es complicado. Incluso a veces los productores que me contratan se lo plantean. Podría no hacer este trabajo, sin embargo también sé que puedo ayudar a los intérpretes a hacer que esto sea mejor y hasta el momento siempre he tenido un buen feedback”.
Una percepción errónea de su trabajo es que se desarrolla casi todo en el rodaje, pactando cuánto cubre una sábana, hasta dónde entra una lengua o cuánta nalga se enseña. En realidad, esa es solo una pequeña parte de lo que hace un coordinador de intimidad, ya que el tiempo en el set es carísimo. La labor empieza mucho antes, cuando se envía el guion a los intérpretes y empieza la negociación de las llamadas nudity riders o intimacy riders (clausulas de desnudez y clausulas de intimidad) sobre cómo va a abordarse cada escena de sexo y ahí intervienen, si hablamos de grandes producciones, los abogados de cada parte, los representantes, los productores, el director y los propios intérpretes. “Esto lo he tenido que aprender porque yo no tenía formación legal, pero sí, paso mucho tiempo retocando, devolviendo y enviando contratos a todas las partes”, cuenta Ortuño. Es frecuente que en esta etapa del proceso la producción presione a los intérpretes que se resisten a rodar algún tipo de escena con la coerción laboral más vieja de todas: si tú no quieres, otros querrán. Ortuño explica el caso reciente de un actor con el que trabajaba que no quería enseñar las nalgas. Le hicieron saber que si él no lo hacía, le echarían del proyecto. Finalmente, se llegó a un acuerdo entre todas las partes. “En esta profesión, solo eres tan bueno como tu último proyecto. Estas presiones son terribles. Piensas que no te van a recomendar, que te van a vetar. Se pone a los intérpretes en una situación muy vulnerable”, explica.
Otra cosa que le gusta aclarar al coordinador de intimidad es que él no es un “censor” ni agente del puritanismo en el plató, al contrario. “Si tu escena necesita a veinte personas haciendo una orgía y es necesario para tu historia, estupendo, pero rodémosla de manera profesional. Lo tienes que decir desde el momento en que haces el casting, no soltárselo al intérprete ya en el rodaje, que es algo que pasaba mucho antes. Y una vez estemos rodando, hagamos bien todo el protocolo. Con un set cerrado, reduciendo la crew para que el mínimo de gente pueda verlo…”
Dado que esta es una figura tan nueva en la industria, hay cierto bache generacional entre los intérpretes muy jóvenes, que creen que siempre se ha rodado así, y los veteranos, acostumbrados a otro estilo. La mayoría han acogido a los coordinadores con entusiasmo. “Antiguamente había mucho secretismo, todo se hablaba en voz baja y los intérpretes se torturaban por algunas cosas”, cuenta Ortuño. Hay dos situaciones recurrentes. Los actores, o “los intérpretes con genitales externos”, como especifica el coordinador, temen tener una erección en el rodaje. A las “intérpretes con genitales internos” les da pavor tener la regla el día que les toca una escena íntima. Las dos cosas pasan, y mucho. Y la labor de los coordinadores es navegar esas situaciones para que todo se desarrolle de la manera menos problemática posible para todo el mundo. “La actuación es un proceso psicofísico y el cuerpo no sabe que estás mintiendo. Tu cuerpo reacciona de verdad. Es muy posible que haya una reacción bascular a un roce y surja una erección. Eso no se puede calcular, son cosas del cerebro primario ¿qué hacemos entonces? Si hace falta paramos el rodaje durante cinco minutos. Además, los actores llevan un intimacy garment (una especie de protector que cubre el pene y los testículos) y a veces se añade una barrera de silicona. En el caso de las actrices con la regla, se mira de incorporar un tampón o una compresa y de modificar la coreografía de la escena».
El objetivo final para muchos de los coordinadores de intimidad que se están incorporando a los rodajes no es solo que los intérpretes salgan indemnes. Al fin y al cabo, hay casos polémicos mucho más recientes que el de Maria Schneider: Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos se enfrentaron al director de Adèle, Abdellatif Kechiche, por cómo abordó las escenas de sexo y este se burló de ellas y dijo que más sufren los obreros de la construcción. Lo que persiguen al final es cambiar la manera de contar el sexo en las series y en las películas. “Lo que hemos visto hasta ahora en el cine generalista es una parte muy pequeña de la sexualidad humana. Lo que estamos viendo es cómo ampliarla”, dice Ortuño, pensando quizá en el clásico plano de coito heterosexual diseñado para que vean bien los pechos de la actriz y tan solo el torso del actor. “Yo no tengo el poder de cambiar un guion, pero sí intento que se tengan conversaciones. He estado trabajando últimamente en varias escenas de sexo anal y siempre insisto para que antes haya un plano de estimulación y de lubricación. Quizá al director no le interesa gastar cinco segundos en eso, pero entonces es cuando yo le menciono que esos segundos de estimulación pueden ser tan eróticos como el final”.
El ejemplo al que se refería remite a una polémica que hubo en torno a una escena en la cuarta temporada de Élite en la que dos actores mantenían sexo anal sin ningún tipo de lubricación previa y muchos espectadores señalaron lo fallido de la escena. También le ocurre que a veces gana las batallas en el set y las pierde en la sala de montaje. Es decir, las ruedan como él sugiere, pero después desaparecen esos segundos extras en el montaje final.
Por el momento, la página de IMDB de Ortuño no para de sumar créditos. Ha estado durante unas semanas rodando en Manchester una serie para la BBC, la adaptación del libro de Dolly Alderton Todo lo que sé sobre el amor, una comedia romántica que poco tiene que ver con otros de los proyectos tiene pendientes de estreno, como las series de fantasía The Sandman, en Netflix, basado en los libros de Neil Gaiman y La rueda del tiempo, en Amazon Prime. En todas intenta que las escenas de sexo sean más interesantes y que no haya damnificados.
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