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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En defensa de los churros

«¿Quién asumió, y en qué momento de la historia, que hacer churros era una tarea sencilla?».

OPINION-clara (1)

“¿De qué te quejas? Pero si te salen como churros”, me decía mi hermana al respecto de una responsabilidad mía cuyo cumplimiento me trae de cabeza, a pesar de que mi círculo de confianza parece opinar que me quejo de vicio, ya que según ellos dicha labor me sale con tanta facilidad que podría repetirla una y otra vez sin esfuerzo, tal y como ocurre con la masa infinita que asoma por el orificio de una manga pastelera para acabar convertida en un delicioso churro. El comparar la —supuesta— simplicidad con la que se ejecuta una tarea con la elaboración de uno de los manjares por los que he sentido verdadera predilección desde que tengo uso de razón me sigue resultando indignante, a pesar de haber escuchado la expresión una y mil veces aplicada a múltiples circunstancias.

¿Quién asumió, y en qué momento de la historia, que hacer churros era una tarea sencilla? No es que yo misma haya hecho la prueba —por mucho que adore los churros, nunca he dado el paso de intentar elaborarlos yo misma, son demasiado baratos ahí fuera y tengo perfectamente identificados los lugares a los que recurrir cuando el mono aprieta como para intentar decepcionarme a mí misma haciendo el intento—, pero como ávida consumidora, permítanme apostillar que de ser tan fácil, no sería tan extensa la lista de decepciones —que lo es, bastante más que la de gratas sorpresas— que atesoro en mi incansable intento por encontrar, allá donde voy, un local que sirva los mejores churros que mi paladar haya probado, esa perla escondida que solo compartiré —con mucha discreción— con mis personas de confianza y de ninguna manera con periodistas que quieran convertirlo en el próximo lugar de culto. Por encima de mi cadáver allanaría yo el camino por el cual mi churrería favorita de la ciudad (no diré el nombre, mis labios están sellados) pasase a ser la próxima Pastelería Manolo, ahora Manolo Bakes, con locales por todo el país.

Mi abuela ama los churros tanto como yo y por eso siempre que la visito me aseguro de llevar conmigo una bolsa aceitosa, lo que sin duda me ha facilitado el ascenso al podio de nietos favoritos, además de haberse convertido en un importante ritual para ambas, porque nada une más que el placer compartido de ver cómo la costra de chocolate caliente que se forma en la superficie de la taza se quiebra al contacto con el primer churro untado: ese primer bocado equivale a morder el cielo. Pero claro, todo esto solo sucede cuando el churro es bueno. He probado tantos churros secos, fríos y gomosos a lo largo de mi vida que pongo mi mano en el aceite hirviendo y aseguro que hacerlos bien no debe de ser tan fácil… y de ahí mi indignación cuando escucho la dichosa frase.

Pero hay algo todavía peor, y es que el churro también es protagonista en otro dicho popular: “Salir como un churro”, para referirse a algo que no está a la altura de las expectativas. Ahora sí que no entiendo nada. En inglés hay dos fórmulas semejantes para referirse a algo que se hace con facilidad: “As easy as pie” (“Tan fácil como un pastel”) o “A piece of cake” (“Un trozo de tarta”). Insisto: si fuese tan sencillo reproducir tartas o churros con maestría no se entronizaría de la manera en la que se hace a quienes consiguen masterizar el arte de su ejecución y, si no, que le pregunten a Cédric Grolet. Solo puedo añadir que, a quienes sigan utilizando los churros como elemento de comparación en una de las molestas expresiones citadas con anterioridad, les deseo que la próxima vez que se dispongan a disfrutar de este delirio azucarado les sirvan el chocolate muy caliente y quizás así, su lengua se lo piense la próxima vez, antes de mencionar el nombre de los churros en vano.

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