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El vodka pone en peligro el reinado del gin tonic

Al cóctel de moda le surge un serio competidor ahora que se ha masificado su consumo.

Prince Charles gin tonic

Es inevitable. Cuando ya creíamos ser expertos en combinar la ginebra con la tónica, los pétalos de flores, el pepino o el limón, la canela, el regaliz,… y demás combinaciones cocteleras, aparecen los competidores. El vodka lleva buscando el trono un par de temporadas estivales empujado por su gran éxito en Estados Unidos –es el espirituoso más consumido en este país-. Ahora intenta conquistar España con una legión de alcoholes saborizados, esgrimiendo su capacidad para mezclarse con la tónica y respaldado por cócteles más que clásicos como el Bloody Mary. ¿Lo conseguirá?

El restaurante Olsen de Madrid, con su recién inaugurada terraza en el mercado de San Antón, se ha convertido en una suerte de aldea gala que resiste los envites del gin tonic con una de las cartas más especializadas en vodkas del país. Para este verano le dan una vuelta al vodkatonic con Belvedere Unfiltered -su marca por excelencia-. “Se trata de un vodka más artesanal que, al contrario de lo que sucede en la mayoría de los procesos de destilación, no está filtrado con ceniza o cuarzo”, explica Tommaso Brivio, coctelero del restaurante. “Esto hace que el vodka no pierda el sabor y esté más presente el centeno original con detalles de vainilla o pan tostado”.

El sabor neutro de este alcohol que, en ocasiones hace que se preste a menos combinaciones, es el talón de Aquiles que algunos expertos en coctelería esgrimen para justificar el largo reinado del gintonic. “La ginebra tiene una serie de cualidades botánicas que le otorgan unos contrastes, unos matices, que los vodkas, menos expresivos, no tienen”, explica Paco Patón, director de restauración de Villareal y Urban Hotels. “El vodka es un trago muy redondo, sin estrías, que se identifica más con momentos de tranquilidad en los que te puedes tomar tu tiempo para beber”, apostilla el experto.

El boom del vodka en los años treinta y cuarenta en Estados Unidos obedecía a que la gente elegía los martinis de vodka porque no dejaban olor”, cuenta Javier de las Muelas, cóctel master del Dry Martini de Barcelona, que acaba de ampliar su imperio en el Hotel María Cristina de San Sebastián. “Se podía volver al trabajo o a casa y no se notaba que se había bebido”. Para contrarrestar esta imagen de comensal solitario en una barra de bar al más puro estilo Edward Hopper, la terraza del Olsen propone su gama de vodkas saborizados: pomelo, frutos rojos, limón y naranja, para combinar con las mismas tónicas que llevan unos cinco años mezclándose con las ginebras. “Fever Tree suave o Seagram sirven exactamente igual para combinar con el vodka”, afirma Brivio.

Tal vez, la única batalla que de antemano tiene perdida este alcohol en su camino al trono sea no poseer las cualidades farmacológicas de la ginebra. “Ayuda a la funcional renal y mezclado con la tónica, gracias también a la quinina, es un producto muy digestivo”, recuerda De las Muelas.

A la ginebra le ha costado unos cinco años alcanzar la gloria del chiringuito, la terraza o la coctelería más exclusiva. El vodka solo acaba de empezar, pese a la tradición de la que hace gala en Estados Unidos y Rusia. Y no tiene pinta de rendirse, como le pasa a Tommaso Brivio, que aunque conoce a su competidor no ceja en su empeño: “Para pasar el calor del verano el Moscow Mule con vodka con ginger beer, zumo de limón, angostura y un poco de pepino, es una alternativa muy fresca para este época”.

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