Ni solteros, ni célibes por elección: los mitos sobre los asexuales que nada tienen que ver con la realidad
La asexualidad está definida como una orientación más, pero todavía hay quien la confunde con una moda o una patología. Quizá porque siempre cuesta entender lo diferente.
Nadie se plantea que a todo el mundo le guste la misma comida o que tenga la misma forma de comer. Sabemos que comer es algo intrínseco al ser humano, sí, pero también asumimos que eso no significa que todos seamos iguales a ese respecto. Curiosamente, con el sexo no pasa lo mismo. Nos sigue costando entender que no todo el mundo se sienta atraído por las mismas personas o de la misma manera. Que el ser humano es diverso en la forma de amar y de excitarse.
El siglo XXI podría ser de hecho el de la diversidad sexual. El de entender que no todo era homo y hetero. Sino que existe lo queer o la pansexualidad. Que hay quien se siente atraído por su sexo, por el contrario, por los dos, pero también hay quien no se siente atraído por ninguno. Como es el caso de los asexuales. “La asexualidad consiste en no sentir atracción sexual hacia otras personas. Se trata de una orientación sexoafectiva más; es de este modo como las personas asexuales se reivindican y desean ser reconocidas” aclara Ana Belén Carmona, sexóloga y psicóloga en Lasexologia.com.
La diferencia de la asexualidad, respecto a otras orientaciones como la heterosexualidad, la homosexualidad o la bisexualidad es que “plantea la diferencia entre atracción sexual entendida como atracción erótica y la atracción afectiva entendida como atracción romántica”, puntualiza por su parte Martina González, psicosexóloga del Centro de Sexología Con mucho gusto!
Obviamente siempre ha habido personas asexuales, pero quizás lo que faltaba era avanzar en una definición para englobarlas. Pese a ello, sigue habiendo a quien le cuesta entender el concepto o quien sigue cayendo una y otra vez en falsos mitos en torno a las personas asexuales. Estos son algunos de los más comunes.
La asexualidad es una moda
“La asexualidad no debe ser confundida con una elección, como por ejemplo lo es el celibato o la abstinencia sexual, que responden a decisiones personales, pero que no tienen relación con la forma que uno se siente”, remarca Ana Belén Carmona. Como pasa con la bisexualidad, hay quien todavía cree que se trata de una moda o una tendencia. La realidad es que es algo que siempre había estado ahí, pero a lo que simplemente faltaba ponerle un nombre. “Tampoco ha de ser confundida con el puritanismo, con tener actitudes erotofóbicas o con estar en contra del sexo”, aclara también la experta, para quien haya pensado en relacionarla con estos términos. Según investigaciones recientes, se calcula que un 1% de la población es asexual. “El proyecto del colectivo asexual consiste en cambiar las ideas establecidas respecto a lo que socialmente significa ser sexual y, con ello, lo que significa ser asexual”, resumen desde el Injuve. Así, no se trata algo pasajero en nuestro presente, sino de un motor de cambio de lo establecido, que marca el futuro.
Todas las personas asexuales son iguales
Si el trasfondo de la asexualidad es entender que la sexualidad es diversa y que no todos somos iguales, resulta absurdo querer meter a todos los asexuales en el mismo saco. La asexualidad es un paraguas bajo el que entender muchas formas de sentir, lo mismo que no todos los heterosexuales son iguales. Por ello hay expertos que prefieren hablar del ‘espectro asexual’. “Podemos encontrar personas que no sienten atracción sexual, ni tampoco atracción romántica hacia otras personas (asexuales arrománticos), pero también personas asexuales que sí sienten atracción romántica” explica de nuevo Ana Belén Carmona. Dentro de las mismas, estarían “las denominadas personas asexuales homorrománticas (sienten atracción romántica hacia personas del mismo género)”. En la misma línea estarían las birrománticas o heterorrománticas.
Otros términos a apuntar son las personas skoliorrománticas (sienten atracción romántica hacia personas de género no binario) o panrománticas (hacia personas sin importar el género). El espectro no acaba ahí. “También existen personas asexuales que sienten atracción sexual pero de forma muy ocasional (grisexualidad) y hay personas denominadas demisexuales que sienten atracción hacia otras personas, pero solamente en el contexto de un vínculo afectivo muy significativo”.
Las personas asexuales no tienen relaciones románticas ni sexuales
La etiqueta asexual lleva a muchas personas a identificar a estas personas como aisladas en su sexualidad. Tanto que se dan comparaciones odiosas como “la comparación con árboles o amebas”, cita como ejemplo Martina González. Si tenemos claro que dentro del espectro sexual hay mucha diversidad, parece obvio que también habrá muchas formas de enfrentar el sexo y las relaciones sentimentales. “Las personas asexuales pueden físicamente tener relaciones de pareja al igual que el resto de personas de otras orientaciones. Pueden tener encuentros eróticos, autoeróticos o no, al igual que el resto”, deja claro la psicosexóloga. El error en este caso es creer que en la asexualidad no existen por ejemplo los orgasmos. En este caso, el problema está en “no entender las diferencias entre deseo o atracción y excitación sexual”, según González.
A esta cuestión, Ana Belén Carmona matiza que “las personas asexuales no sienten atracción sexual hacia otras personas, pero sí pueden experimentar placer sexual, excitarse, tener orgasmos”. De la misma forma, “las personas asexuales que experimentan atracción romántica se enamoran y establecen vínculos amorosos con otras personas”.
La asexualidad viene de algún problema con el sexo
Hay quien cree que la asexualidad no se elige, pero que es algo que se puede tratar en un psicólogo. Como ocurrió con la homosexualidad en su momento. Pero no, la asexualidad no es una patología o disfunción, sino de una orientación. Por ello, la directora de Con mucho gusto! insiste en que nunca hay que intentar convencer a la persona “para iniciar tratamientos psicológicos, psiquiátricos u hormonales”. Es más, “si una persona asexual es sometida a un tratamiento con el fin de modificar su atracción, estaríamos hablando de una terapia de conversión de la orientación sexual”. Ana Belén Carmona también lo tiene claro: “La asexualidad no se ajusta a la norma que hemos interiorizado, por tanto, se tiende a invisibilizar y patologizar”.
Las personas asexuales no sufren discriminación
Decir alto y claro que se es asexual sigue suponiendo someterse a muchas preguntas por parte de los demás. Por falta de empatía o por puro y simple desconocimiento. “La asexualidad no es una orientación conocida, aceptada y visible como otras orientaciones sexuales. La invisibilización y la negación dificultan que las personas puedan construir su identidad sexual y vivirse bien”.
Esta discriminación no solo llega por parte de la población en general, a veces también procede de colectivos que precisamente defienden la diversidad. “Las personas asexuales en ocasiones son discriminadas por los propios colectivos LGTBQI”, cuenta desde su experiencia Martina González. En otros casos, la discriminación llega precisamente intentando dar consejos “con buena intención”. “Las respuestas negativas más comunes son que la persona está confundida, que la asexualidad ‘es sólo una fase’, y que aún no han conocido a la persona adecuada”. En definitiva, la asexualfobia existe, y eliminar los falsos mitos es la mejor forma de desterrarla.
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