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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Entre el nicho y el ‘mainstream’

No suele ser sencillo encontrarse con los personajes que vemos en este número. Son esquivos, no se exponen demasiado

Sofía Ruiz de Velasco
Sofía Ruiz de Velasco.

Al día siguiente del desfile Léa Seydoux bajó a desayunar sin ser Léa Seydoux, o quizás siéndolo aún más que nunca. Sin maquillar, con gafas de sol, con esa melena que solo tienen las francesas y que medio mundo quiere imitar llamando a ese peinado ‘pelo de recién salida de la cama’, pero que solo ellas pueden lucir de verdad recién salidas de la cama. Así bajó Léa y por pudor, no porque no fuera de mi máximo interés, no me fijé en qué desayunaba ni en qué leía (estaba leyendo). Toda la terraza la miraba de reojo. Había más actrices, algunas mucho más famosas, pero el magnetismo de la francesa se cortaba con los cuchillitos de la mantequilla.

Léa Seydoux vuelve a ser portada de S Moda y en un cierre de círculo involuntario pedimos a Álex Vicente que la entrevistara. Otra vez. Ya lo había hecho para la portada de esta publicación en 2012 cuando ella era una intérprete de cine de autor a punto de convertirse en la protagonista del nacimiento de una estrella internacional gracias a la cinta La vida de Adèle. Con aquella película recogió la Palma de Oro que la llevó directamente a Hollywood. Y ahí sigue, en ese lugar incierto entre ambos mundos, orgullosamente europea, dice, sin someterse al cine más comercial, pero al mismo tiempo trabajando en grandes superproducciones.

El difícil equilibrio en el que se mueve se sostiene gracias a un misterio solo manejable por quien tiene la ambición suficiente pero no tanta. Quien sabe mover muchas bolas en el aire al mismo tiempo, ni muy arriba ni muy abajo y a un ritmo constante. En este número hemos encontrado a unos cuantos de esos raros y valiosos perfiles. Como el extravagante presidente de un holding de moda que permite la creatividad radical. El italiano Renzo Rosso, al que entrevista Leticia García, propietario de Maison Margiela, Marni, Jil Sander y Viktor&Rolf, cuenta el secreto para ser un empresario de vanguardia: centrarse en el producto, en la fabricación, en la escala, y dejar a los directores creativos ser libres en su trabajo. Así ha logrado aumentar las ventas de todas sus firmas, pero también ser el promotor del desfile más importante de los últimos años, el que creó John Galliano para la colección de alta costura de Maison Margiela bajo el puente Alejandro III de París en enero. Una cita minoritaria y de culto donde el público zapateaba el suelo de la emoción.

Ottessa Moshfegh es otra de esas rara avis. La autora de uno de los grandes éxitos literarios entre las mujeres de su generación escucha los halagos displicente. Comprende el éxito de Mi año de descanso y relajación y así se lo cuenta a Nerea Pérez de las Heras en estas páginas. El libro en sí, y el título en particular, explica la escritora, era un artefacto comercial, una metacrítica, una parodia. Ella, en realidad, prefiere la escritura oscura, contenida y alucinada. Pero ahí anda, entre esos dos mundos, sin acomodarse en ninguno.

No suele ser sencillo encontrarse con estos personajes. Son esquivos, no se exponen demasiado y saben que su magnetismo se basa precisamente en hacer funambulismo en esa línea delgada entre el nicho y el mainstream. Ahí está el misterio.


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