Todos esos vestidos de Alexander McQueen que no podrá ponerse Kate Middleton
Sarah Burton dulcifica la visión pesimista de McQueen sobre el mañana a través de voluminosos vestidos de plumas y pelo.
La épica desesperanza y el poético derrotismo con los que Alexander McQueen enfocó algunos de sus magistrales desfiles fueron ayer boicoteados con toda la buena intención del mundo por Sarah Burton. El dolor, la duda, el trastorno y la presión siempre se leyeron entre líneas en unos sublimes diseños que si hablaban del mañana, del futuro, lo hacían siempre desde un lugar sombrío y sin ninguna certeza.
Por ello Sarah Burton ha dejado de recoger el literal testigo con regusto amargo de su predecesor detonando varios kilos de abultado optimismo futurista sobre la pasarela. Duplicados y triplicados diseños que han ido evolucionando desde el jacquard blanco y los detalles en puños o tobillos a base de pelo de cabra, al cuero rematado con borlas, pasando por melenudos maxichaquetones de borrego mongol y plumas de avestruz.
No es hasta que llegan los cuerpos de flores cuando distinguimos la silueta de estas iluminadas doncellas con gafas pantalla: preciosos vestidos en tonos silvestres que enseguida se retractan o explayan para convertirse en milhojas volviendo a engullirlas.
Otra cosa que no podrá ponerse la duquesa de Cambridge a tenor de nuestro experimento de hoy son los zapatos sin cuña ni tacón.
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