Paco Rabanne sube el ‘glamour’ del viejo Hollywood a la pasarela
Frente a la dictadura del sportwear y el casualwear, Julien Dossena traza en Paco Rabanne un plan para poner la elegancia de nuevo en el centro de la moda, con una colección que mezcla Marlene Dietrich con Jimmy Hendrix.
Hace tiempo que la apisonadora Vetements borró del mapa los viejos cánones estéticos y el feísmo se instaló en París. «No creo que la elegancia sea relevante», sentenció Demna Gvasalia (Vetements) hace justo un año en una entrevista de The Guardian; «en la calle, la gente no quiere elegancia. […] El mundo de la moda no es el mundo real y mi estética es una especie de hiperrealismo. No me interesa vivir ningún sueño. La mera idea me mata de aburrimiento». Ser arriesgado, estrafalario, desmesurado e incluso perturbador es, en el lenguaje de la cultura urbana, la última gran tendencia masiva. Pero, ¿es de verdad esa la única opción? Si la individualidad es el nuevo credo, ¿por qué no puede la sofisticación fundar su propio hype de la resistencia? Para algunos creativos, como Julien Dossena, al frente de la dirección artística de Paco Rabanne desde 2013, la auténtica transgresión pasa por recuperar el viejo glamour de Hollywood. Conversamos con el creativo en el backstage minutos después de que presentara su colección otoño-invierno 2019/2020 para Paco Rabanne para entender el enfoque de una marca que ha dejado a un lado los alicates y las anillas metálicas para interpretar su legado con inteligencia (comercial y emocional).
Principio 1: Volver a la esencia de la moda. «En esta colección, el punto de partida es la búsqueda de la belleza. ¿Qué es la belleza?, ¿qué la hace poderosa? Todo gira en torno a lo que sientes cuando te arreglas. Porque esa es la auténtica razón de ser de la moda: hacer que te sientas seguro de ti mismo. Atreverte a explorar territorios que jamás habrías imaginado». En lugar de una armadura, diseños delicados, femeninos y fuertes. «La elegancia no es sinónimo de fragilidad».
Principio 2: Suprimir cualquier referencia al sportwear o el casualwear del muro de inspiración. «Marlene Dietrich, años 40… Me pasé todo el invierno viendo películas del viejo Hollywood, ojeando revistas de moda vintage y estudiando los vestidos de costura de aquella época. Quería que la mujer que compre una de estas prendas se lleve a casa la precisión que esperas encontrar en una pieza de diseñador y esa sensación reconfortante que produce el llevar un vestido de noche maravilloso». El vestuario de la edad dorada de Hollywood se mezcla con casacas, americanas de leopardo y trajes psicodélicos que bien podría haber llevado el mismo Jimmy Hendrix.
Principio 3: No menospreciar la importancia del componente emocional (y autobiográfico). «Recuerdo cuando, siendo todavía estudiante de moda, me compré unos pantalones de Raf Simons, en Bélgica. Podía ir a cualquier parte con aquellos pantalones de piel sintética. Porque sabía que era una pieza de moda. Los llevaba con zapatillas deportivas y demás, y siempre me daba esa confianza extra». Es una anécdota pero sirve para explicar el deseo que genera la moda. «Al final, en este negocio todo gira en torno a esa idea. La industria sigue vendiendo sueño y realidad. La posibilidad de convertirte en otra persona».
Principio 4: Revelarse contra la voracidad de las tendencias. «Nada es arbitrario. Quiero diseñar prendas que quieras llevar mucho tiempo». ¿La fórmula para alagar el deseo? Tejidos varoporosos, broches brillantes, el espírity dandy de Hendrix, referencias a Prince, Ossie Clark, Biba…
Principio 5: Crear una auténtica comunidad. Julien Dossena forma parte de una generación de creativos, diseñadores y amigos que comparten sus éxitos en público, sin importar que cada uno de ellos trabaje para una casa o un grupo distinto. Ellos son Dossena (Paco Rabanne), Natacha Ramsey-Levi (Chloé), Nicolas Ghesquière (Louis Vuitton) y Marie-Amélie Sauvé (consultora). Si por la mañana Dossena estuvo en la primera fila de Chloé para apoyar a Natacha; por la tarde fue ella quien, vestida de Rabanne, fue al desfile de Dossena. «Son mi familia. He crecido con ellos. Los conocí cuando apenas tenía 25 años. Crecimos juntos y, durante un tiempo, compartimos las mismas ideas. La moda siempre ha sido el eje. Y aunque cada uno de nosotros trabajaba en una escena distinta con una identidad propia, seguimos siendo una familia. Aquí nadie es el mentor de nadie. Cada uno se labró su propio camino. Antes que yo, Nicolas. Y después, Natacha… Y por supuesto apoyamos el trabajo del otro, por eso fui esta mañana a Chloé, como he hecho siempre».
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