La rave agreste de McQ
La segunda línea de Alexander McQueen desfila por primera vez en Londres y sube de categoría.

Un desangelado espacio industrial, el suelo cubierto por un manto de hojas secas, almizcle en el aire, música desasosegante. Era la primera vez que McQ, la segunda línea de Alexander McQueen, pisaba una pasarela y el ambiente encajaba con la gran expectación que se vivía en Londres. ¿Estuvo la ropa a la altura? Podría decirse que con creces. La coherencia y la calidad de la colección superaron a varias de las primeras líneas que han desfilado durante esta semana de la moda de Londres.
Las modelos, peinadas con un exagerado moño circular desfilaron con estrictos abrigos militares combinados con botas altas de cordones y prendas de sastrería en cuadros escoceses. La segunda parte se compuso de una serie de vestidos de fiesta de silueta new look con tul estilo bailarina o salpicados por una explosión de flores. Una contundente recopilación de los clásicos McQueen que Sarah Burton, elegida diseñadora británica del año, ha sabido reavivar sin caer en el pastiche.
El espíritu del desaparecido diseñador estuvo sobre todo presente en la puesta en escena. La última modelo, la top del pelo canoso Kristen McMenamy encontró una cuerda entre la hojarasca que siguió hasta descubrir un bosque invernal al final de la pasarela. Se introdujo en una cabaña y allí se quedó, entre botellas de absenta y animales disecados, sirviendo bebidas a los asistentes mientras sonaba techno propio de una rave.
François-Henri Pinault, presidente del conglomerado al que pertenece la firma y su mujer Salma Hayek se sentaron en primera fila, recién llegados de la ceremonia de los premios Goya en Madrid. La presencia del jefe y la próxima inauguración de una tienda en Londres indican una apuesta por el nuevo posicionamiento de la línea más joven. La vuelta a casa en el año olímpico sirvió para alejar McQ de su anterior carácter informal y callejero y elevarla a la madurez estética. La hermana pequeña ha crecido.
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