Olivier Theyskens: «Mi sueño es crear prendas de autor asequibles»
S Moda entra en el estudio neoyorquino de la firma Theory para entrevistar en exclusiva al creador belga.
Tras mi etapa en Nina Ricci, quería implicarme en un proyecto mucho más personal. Más allá del diseño, mi sueño era dar forma a prendas de autor que a la vez fueran más asequibles». Así recuerda Olivier Theyskens, casi dos años después, el sentimiento que le impulsó a aceptar la oferta de Andrew Rosen, fundador de Theory. En The New York Times la periodista Suzy Menkes describió aquel primer encuentro entre el joven creador belga y el empresario estadounidense en un restaurante italiano del Meatpacking de Nueva York en febrero de 2010 como «una cita a ciegas». Apenas tres meses después, Rosen anunció que Theyskens diseñaría una nueva línea cápsula: Theyskens’ Theory; y cinco meses más tarde, fue nombrado director artístico de Theory.
El genio que tantas veces antes había sido criticado por dejar de lado (e incluso a veces menospreciar) el aspecto más comercial de esta industria se convertía con Theory en el mesías de una nueva fórmula de éxito: una colección que llenaba el vacío entre las cadenas high street y la exclusividad de las boutiques de lujo. «Es algo que faltaba en el mercado», asegura Olivier a esta revista en su estudio neoyorquino de Little West 12th Street.
«Hoy por un precio medio puedes encontrar quizá alguna pieza interesante, pero el corte casi siempre deja mucho que desear. No es fácil dar con una prenda bien diseñada. De ahí mi interés en el proyecto. Sentía que la moda podía aprovechar ese vacío y dibujar un nuevo camino. Y al mismo tiempo, diseñar para Theory me transportaba de alguna manera a mi adolescencia, cuando empezaba a interesarme por la moda y compraba prendas de Helmut Lang, de Alexander McQueen o de diseñadores belgas como Ann Demeulemeester. Yo entonces solo era un adolescente, pero, como cualquier otro chico de mi edad, podía permitirme algunas de esas creaciones. Hoy, si tuviera 16 años, no sé si me atrevería a pedirle a mis padres 1.000 euros para comprarme un par de pantalones. No sé cuánto costarían entonces en euros. Pero te aseguro que en los años 90 comprar diseño no era tan caro como lo es hoy en día. Las cosas han cambiado mucho».
Si dos años antes de la cadena de protestas estudiantiles de mayo del 68, el francés Yves Saint Laurent consiguió hacer tambalear los cimientos de la alta costura con el lanzamiento de su primera colección prêt-à-porter, hoy aquel sueño de democratización se reformula para adaptarse a los nuevos tiempos y al nuevo mercado. «Se ha democratizado el diseño, no solo la moda», cree firmemente Vera Wang. «Tiene gracia», sonríe tímidamente Olivier. «Una gran amiga de París, de otra generación –ella tiene más de 60 años–, me dijo un día que mi manera de trabajar le recordaba el viejo oficio del modisto en su atelier. Hace dos años aquella visión me obsesionaba», confiesa hoy el belga. «Para ella, que había estado cerca de Saint Laurent, mi nuevo proyecto recuperaba el espíritu de la línea Rive Gauche, cuando Yves y Pierre [Bergé] se unieron para hacer realidad su sueño».
Más democrático no significa barato. «La idea es apostar por calidad y un auténtico enfoque de moda», insiste Olivier. Su propuesta para Theory no tiene nada que ver con las colecciones cápsula que han firmado diseñadores como Alber Elbaz, Karl Lagerfeld o Consuelo Castiglioni para grandes cadenas lowcost. De hecho, la palabra lowcost no entra en su vocabulario de corte y confección. Él abandera una nueva filosofía de costura street con tejidos confeccionados en Italia y Japón y precios de tres cifras por debajo de los 1.000 euros.
Como un escultor cincela un bloque de mármol o arcilla en su taller, durante las sesiones de fitting Theyskens moldea las telas de la colección sobre el cuerpo de la modelo hasta dar forma a la prenda perfecta. ¿Costura urbana? «No lo sé, quizá. El punto de partida siempre es el corte y, en ese sentido, mi visión de la moda es muy parecida a la de un couturier». Repite esa palabra una y otra vez con la ilusión de un niño que disfruta creando. Quizá porque cuando apenas tenía siete años y le preguntaban qué quería ser de mayor, mientras sus amigos elegían bombero, futbolista o astronauta, él ya soñaba con ser couturier. Como un sastrecillo valiente, «para trabajar, necesito tijeras y alfileres. Me gusta jugar con la tela. Buscar el corte perfecto. Y no solo dibujar bocetos sobre el papel».
Resulta curioso: El creador que ha estado en el punto de mira desde que se graduó en la Escuela Superior de Diseño de Bruselas en 1997 ha tenido que instalarse en la Gran Manzana para abandonar el lápiz y coger las tijeras. Aquel chico que con 21 años vistió a Madonna con un diseño gótico de satén negro de Nina Ricci para la alfombra roja de los Oscar de 1998 asegura hoy que para dar vida a la colección otoño-invierno 2012/2013 de Theory no ha tenido que dibujar ni un solo boceto. «El fitting [o prueba de vestuario] se ha convertido poco a poco en la parte más importante del proceso creativo. Antes, cuando diseñaba la colección que llevaba mi nombre [tuvo su propia línea de 1997 a 2001], no dibujaba de manera sistemática, porque yo mismo me encargaba de cortar algunos de los patrones. Sin embargo, cuando empecé a trabajar en París [fue director creativo de Rochas de 2002 a 2006 y de Nina Ricci de 2006 a 2009], dibujar se convirtió en una obligación casi contractual. El lunes 5 de enero, por ejemplo, tenía que haber entregado los bocetos del 50% de la colección a las patronistas del atelier… Resultaba extraño. Casi antinatural. Porque tenía la obligación de plasmar mis ideas sobre el papel. Y a veces el mejor diseño no nace de un boceto, sino de una prueba, construyendo esa idea con telas sobre el cuerpo de una modelo. Puedo, por ejemplo, partir del patrón base de un pantalón sastre y moldear una pernera con alfileres hasta cambiar el corte por completo».
Abajo los brillos, ¡arriba el corte! «Mi objetivo es centrar la atención en la esencia: el patrón. Muchas veces la gente se deja deslumbrar por el entramado hipnótico de un bordado en una hombrera [resulta casi imposible no pensar en los diseños de otro Olivier, Rousteing, para Balmain]; y olvida que lo más importante es que esa prenda se adapte a su cuerpo. Me asusta la fascinación por los detalles y los ornamentos tramposos de la sociedad actual. Casi siempre son innecesarios».
Su visión no es nueva. «Muchas de las ideas que desarrollo en Theory están presentes en mis diseños desde el primer día». Y, desde entonces, siempre ha contado con defensores incondicionales [cuando fue despedido de Nina Ricci en marzo de 2009, tres meses antes de que expirara el contrato, Anna Wintour escribió en el número de abril de Vogue de ese mismo año: «El actual clima económico impide ver el papel vital del talento artístico»].
Sin embargo, ahora todo parece indicar que es el momento adecuado. «Recuerdo cuando estaba en Rochas, por ejemplo, e insistía en que las modelos desfilaran con pantalones Levi’s porque sencillamente me parecía más cool llevar una chaqueta de Rochas con unos jeans que con una falda. Pero quizá no era el momento… todavía. Como mis primeras colecciones para Nina Ricci. El modelo de mujer es el mismo. Solo que ahora tiene sentido. Quizá en unos grandes almacenes no estemos en la misma planta; y sin duda, no tenemos el mismo precio. Pero en realidad, no existe ninguna otra diferencia. Además, los tiempos han cambiado. Llevar un look total con un estampado reconocible ya no es cool. Todos sabemos que ha costado un pastón. Hoy la declaración de estilo es llevar prendas que tienen actitud».
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