Nico, la musa errante
El documental ‘The Velvet Underground’, de Todd Haynes, retrata a la cantante alemana, siempre seria, remota e inalcanzable.
Al cineasta Todd Haynes le bastan un collage acelerado de imágenes de archivo, un verso de Baudelaire y los primeros acordes de Heroin para meter al espectador de cabeza en su documental sobre la Velvet Underground, la banda de Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison, Maureen Tucker y, durante un corto verano de la anarquía, Nico. La cinta es un canto de amor a un instante que cambió la historia y para ello Haynes bucea en las figuras que lo hicieron posible. Reivindica a Cale como artífice de un sonido de vanguardia que, como el cine, buscaba extender el tiempo. La música improvisada se cruzó así en el camino del líder y poeta que era Reed y, de la mano del patriarca Andy Warhol, llegó una ensimismada cantante alemana. Con su obsesión por la fama y la belleza femenina, Warhol encontró en Nico un reclamo para un grupo liderado por un cantante “muy feo”. Pero ella era mucho más que guapa.
Christa Päffgen (1938-1988) renegó muchas veces de su paso por la Velvet, pero la Velvet no hubiese sido lo mismo sin la melancolía de esta mujer que añoraba el sonido del Berlín de su infancia, en el que ella creía escuchar el peor sentimiento de derrota. En un momento de la película, Jonas Mekas afirma que quizá la Nouvelle Vague tuvo la Cinemateca Francesa, pero ellos tuvieron algo mucho más grande: la Calle 42. “No éramos cultura underground ni contracultura, éramos la cultura”, afirma el viejo filósofo del cine.
El documental retrata a Nico, que falleció en Ibiza víctima de un aneurisma mientras paseaba en bicicleta, como la mujer misteriosa que siempre fue. “Aquel iceberg en medio del escenario rodeado de nosotros, todos vestidos de negro, era poderoso”, recuerda Cale. Fue el músico galés quien supo encontrar la forma de encajar la voz de la alemana en el grupo. Warhol quería verla cantar dentro de una caja de plexiglás, pero ella se negó. Era seria, remota e inalcanzable, dicen en el documental. No quería ser famosa, solo hacer un buen trabajo. “Era una mujer errante, una vagabunda, entraba en tu vida para luego desaparecer tranquilamente”, dicen de ella en este documental que demuestra cómo pasar de puntillas es a veces la manera más elegante de entrar en la eternidad.
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