Negro, manual de uso
Lo oscuro reaparece este otoño. Un clásico que pese a su fama de sufrido merece atención y cuidados.

Gente delgada y vestida de negro. Este es uno de los clichés más habitual sobre el mundo de la moda. Popular, efectivo pero últimamente no tan acertado. Repasando los blogs de estilo callejero, resulta evidente que vestir del color ala de cuervo de pies a cabeza no procura cobertura mediática. Es así. Las estrellas del street style mezclan flores y rayas con gracia o saben cómo llevar un pantalón verde menta.
La moda en formato digital ha trastocado la gama cromática favorita de la industria. Ha favorecido a los agradecidos colores y motivos en detrimento de las prendas negras, más complicadas para crear textura o movimiento. Sobre todo si las fotos se toman con prisas y en plena calzada. “En general el negro requiere más trabajo”, opina el fotógrafo Pablo Zamora. “Por otra parte, ahora se lleva el estilo ‘flashazo’ popularizado por Terry Richardson o Jurgen Teller o los filtros nostálgico del tipo Instagram. Ambos funcionan mucho mejor con colores”.
Por llevar la contraria o simplemente porque tocaba este otoño el negro cobra protagonismo. Vogue París le dedica por completo el número de este mes y firmas como Gucci, Loewe o Givenchy, ofrecen bálsamo oscuro a la previa cacofonía de estampados.
Diane Pernet, colaboradora de Vogue Paris y bloguera, lleva 35 años vistiéndose exclusivamente de negro. Para ella, este color siempre merece espacio en una revista de moda porque es un "color atemporal, eterno". Además, asegura que los diseños coloridos que vemos sobre la pasarela "suelen tener su versión en negro" porque es lo que más se vende. "Todo el mundo sabe que el negro es el color que mejor siente y por tanto el que más ventas proporciona a las marcas".
El negro tiene la categoría de básico del armario femenino desde que en 1926 Coco Chanel introdujo su vestidito negro (la petite robe noire). Contaba Mademoiselle que la idea le vino simplemente porque los ricos colores (rojos, verdes, azules eléctricos) popularizados por su gran rival Poiret le ponían enferma. “Son unas tonalidades imposibles”, llegó a decir. Una noche en la ópera se propuso vestir a todas esas mujeres ricas de un purificador color carbón, llevándolo más allá del luto, el uniforme o la ceremonia.
La ausencia de color, aunque sobria y estricta siempre ha contado con poder de rebeldía y de seducción. En la novela Ana Karenina (cuya nueva versión cinematográfica está a punto de estrenarse) el poder del negro es evidente incluso en la decadente Rusia Imperial. Ana Karenina enamora al Conde Vronsky cuando acude a un baile vestida de oscuro. Irrumpe en el salón deslumbrante, ataviada como el misterio de un fruto prohibido. Mientras, el resto de las invitadas revoloteaban insignificantes en colores pastel.

Negro sobre negro en la colección de Loewe
Imaxtree
Tiene reputación de tinte sufrido, sencillo y fácil de combinar, pero la realidad es que vestir de negro tiene su truco. No todos los colores se llevan bien con él, los muy vivos, por ejemplo, lo abaratan. Y aunque es un tinte plagado de dramatismo y sutilezas, popularmente es considerado un tono poco favorecedor a medida que nos vamos haciendo mayores.
¿Verdad o mito de la moda? La británica Claire Leavey, autora y experta en el cuidado de la ropa, apunta que la clave está en saber distinguir los diferentes tipos de tono. “Sólo hay que ver las gamas de negros de la compañía Farrow and Ball para saber que no hay un solo negro”, comenta. “Los negros verdaderos no suelen favorecer y menos a las pieles maduras. La primera regla para elegir una prenda negra es verla con el tipo de luz en la que la lucirás. En un club escasamente iluminado, funciona casi todo, pero en una tarde muy luminosa importa el tejido y la capacidad de las fibras para reflejar la luz. El lino, el mohair y otras telas duras que reflejan mucho la luz pueden ser complicadas de llevar. El punto de fibras suaves como el cashemere, el algodón y la lana de cordero en cambio aportan una oscuridad profunda, y aterciopelada y muy rock and roll”.
Leavey mantiene que las sutilezas se encuentran generalmente en las prendas de más calidad y por lo tanto con precios más altos. “Las fórmulas de sus tintes están más cuidadas. Para aportar calidez a la cara, ayuda elegir un negro con esbozos de rojo, morado o marrón. Si tienes un color de piel ya cálido, te irán los negros más azulados”
Mantenerlo en buenas condiciones también requiere trabajo. Y es un negro desvaído o exhausto resulta deprimente. “Hay un par de marcas para lavar colores oscuros pero la mayoría de los detergentes en caja contienen componentes que realzan los colores claros. Con el lavado continuado, las fibras naturales con tintes negros más complejos van perdiendo el color. Por esta razón, las prendas más especiales deben siempre ser lavadas a mano con jabón o detergente para ropa delicada. Nunca hay que usar amoniaco en lana oscura y hay que acordarse de aclarar con vinagre porque el residuo se va acumulando en cada lavado y el tejido parecerá gastado aunque sea nuevo. Es preferible presionar en lugar de planchar ya que el roce de la plancha sobre la tela hace que la tela se vuelva brillante. Las fibras sintéticas no pierden tanto el color, aunque las fibras naturales son las que aguantan mejor los tintes caseros. Antes de meter tu mejor mantel en la lavadora recuerda ponerla vacía un par de veces y asegurarte de que todos los restos del tinte negro han desaparecido.”
Exige atención y cuidados, pero bien utilizado, es un arma poderosa. En palabras de Coco Chanel, “Siempre tendrá fuerza porque el negro extingue todo lo que hay a su alrededor”.

Coco Chanel, de negro, en 1932.
Getty
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