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#Mothertag: por qué tu madre es más moderna que tú

Año 2014. Siete años después de la invención del hashtag, la humanidad sigue utilizándolo como le sale de las narices, pero un grupo de humanos lidera la revolución de su uso más avanzado.

hashtag
Isabel Sánchez (diseño S Moda) / Getty

Corría el año 2007 cuando el señor Chris Messina propuso al señor Twitter usar el gracioso símbolo de la almohadilla para agrupar tuits de la misma temática. A partir de ese momento, las palabritas almohadilladas cambiaban de color y se convertían en links. Cualquier persona con mucho tiempo libre podía hacer clic y leer tranquilamente los tuits de una misma temática que escribían personas a las que no seguían y cuya vida no les interesaba lo más mínimo (gracias, Chris). Y, lo más importante, acababa de nacer una herramienta para que, más tarde, marcas, programas de televisión y celebrities en pleno ego trip pudieran cuantificar el impacto de sus lanzamientos, proyectos o iniciativas varias. Ya sabéis, el buzz, la audiencia social y todas esas cosas que, como el share, solo importan al que se empeña en creérselas.

La intención era buena, pero los cerebritos de San Francisco no contaron con el uso que, años más tarde, darían a los hashtags las mentes más imprevisibles, incontrolables y avanzadas de todo internet. Estoy hablando, efectivamente, de las madres.

Si os fijáis, el tema de los hashtags funcionó correctamente justo hasta 2011. Exactamente en diciembre de ese año todo el sistema se echó a perder por completo. Pero, ¿qué pasó entonces? Los smartphones ya eran parte indispensable de nuestras vidas, se había normalizado eso de tener una camarita en el bolsillo y las tarifas de 3G eran asequibles para casi todos. Pero en diciembre de 2011, inconscientes e ignorantes de la que se nos venía encima, empezamos a regalar smartphones a nuestras madres.

Y nuestras madres, que otra cosa puede, pero de tontas no tienen un pelo, rápidamente llevaron a cabo su particular inmersión en el mundo digital. “Nena, ¿qué aplicaciones me bajo? ¿Cómo va lo de Instagram? ¿Cómo haces para dar la vuelta a la foto? ¿QUÉ SON LOS SIMBOLITOS ESOS ANTES DE LAS PALABRAS?”.

Estaba a punto de estallar una revolución y no supimos verlo. Las madres comenzaron a integrarse mediante el método de “imitación más twist”. Esto es, intentaron hacer lo mismo que hacíamos los demás, pero a su manera.

Que tú usas emojis, yo uso emojis. Eso sí, no esperes que capte los matices entre beso con corazón, beso sin corazón y beso más berenjena. Que tú pones almohadilla, yo pongo almohadilla. Pero, por favor, no me hagas ahora entender para qué, que no tengo tiempo para tonterías. Y así, inocentes ellas, lideraron una revolución a la que más tarde se apuntarían blogueras de moda, gurús (nadie sabe muy bien de qué), Coelhistas y famosas modelos patrias.

Esas graciosas etiquetitas ya no hablaban de temáticas, ya no ayudaban a clasificar. Los hashtags se convertían de repente en las piezas que articulaban un nuevo género literario a caballo entre los telegramas y los haikus. Una nueva forma de comunicación digital.

Pero, por favor, analicemos a uno de los máximos exponentes de este movimiento al que hoy bautizaremos como #MOTHERTAG, nuestra querida Cari Lapique.
 

Los hashtags de Cari en esta foto: Hipódromodelazarzuela #planazo #apuestas #caballospreciosos #comidamuybuena #amigos #castillosparaniños #graciasPirucha #vueltaamijyventod!

En esta otra foto Cari sintetiza: #sierranevada#nietos#felicidad#muchagente

¿Tiene sentido? ¿Nos ayuda? ¿Es útil? ¿Va alguien a hacer clic en esos hasthags? ¿Se ha dado cuenta Cari de que no ha puesto la almohadilla en la mitad de palabras? ¿Sabemos quién es Pirucha? ¿Pirucha ha dado su consentimiento para este uso de su nombre? La respuesta a todas estas preguntas es “no”. Pero, ¿se entiende el mensaje? Sí. Entonces no hay más que hablar. Resulta que las madres, a las que tanto criticamos cuando nos fríen la oreja con sus rapapolvos y peroratas por teléfono, han aprendido a SINTETIZAR. ¡ALELUYA!

¿Acaso preferís esos mensajes en Instagram de 1.900 palabras y un scroll más largo que la maratón de New York? Claro que no. Síntesis, espontaneidad, autenticidad. Eso es lo que se lleva en la nueva era y, por mucho que nos pese, nuestras madres acaban de meter la cuarta y hacernos un adelantamiento por la izquierda que nos ha dejado peinadas.

Amigas, una vez más, no nos cabe otra que rendirnos a la evidencia: Nuestras madres siempre serán más modernas que nosotras.

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