Qué fue de El Niño, la marca de Tarifa que causó furor en los 2000
Emblema de la cultura ‘surf’, la marca creada en Tarifa consiguió poner de acuerdo a pijos y bakalas adolescentes a comienzos de los 2000. Rosalía es la última figura mediática que ha posado en redes sociales con uno de sus diseños vintage.
El fin del milenio sonó apocalíptico en muchos sentidos. Con el temido efecto 2000 a la vuelta de la esquina y el runrún de lo que Internet podría suponer para la sociedad (ni de lejos vaticinaríamos entonces su impacto real), la moda despertaba en aquellos momentos de un letargo minimalista para abrazar una nuevo manera de entender la sensualidad femenina a plena luz del día. Junto al estallido del boho chic que impulsaron actrices como Lindsay Lohan o Mischa Barton de la mano de la estilista Rachel Zoe mientras repostaban sus 4×4 por las gasolineras de Los Ángeles, llegó imposición del it bag y ese chándal de peluche de Juicy Couture que instauró Paris Hilton, junto a una silueta tan imposible como el pantalón de tiro bajo que retó un pulso a nuestro ombligo para mostrarlo en todo su esplendor.
En territorio nacional, nos hicimos eco de todas estas modas que imperaban en Sunset Bulevar alimentando también las de cosecha propia. Si la pequeña pantalla se encargó de sufragar algunos hitos estéticos en series como Al salir de clase (los pañuelos en la cabeza a modo de bandana o las camisetas patchwork de Custo Barcelona serían un recurrente a imitar entre sus protagonistas), la calle hizo todo lo demás. En paralelo a ese empeño por desdibujar los roles, del ‘boom’ del diseño gráfico y el apego por la silueta hippie y buenrrollista que Silke catapultó en su papel de primera it girl de España, nació la marca El Niño en Tarifa, concretamente, en 1999.
Como cuentan sus fundadores, la idea en realidad surgió una década antes, cuando dos amigos, el empresario alemán Herbert Neumann y el diseñador gráfico vasco Andoni Galdeano, dejaron sus ciudades de origen para trasladarse a Tarifa y convertir el windsurf en su modo de vida. Ambos competían por todo el mundo, compartían horas de entrenamiento, viajes y amigos, y decidieron unir fuerzas para lanzar su propia marca surfera. “Comenzamos con proveedores locales y nacionales, pero en menos de un año, la demanda para abrir franquicias de la marca era tan abrumadora que tuvimos que buscar una solución que nos permitiera atender esa multitud de solicitudes de una manera profesional”, explica Herbert Neumann a S Moda.
La apertura de una tienda propia en la localidad gaditana fue el remedio oportuno que convertiría el nombre de El Niño en marca insigne de los entusiastas del deporte sobre olas. Así rememoran los comienzos ambos empresarios: “Había días en los que se formaban una larga cola en la puerta porque no cabían más clientes en la tienda. ¡Era una auténtica locura! Aunque no todo fue un camino de rosas nuestra evolución fue constante, impulsada por la energía con la que empezamos el proyecto, la excelente localización de la tienda o el impulso que tomo Tarifa en aquellos años”.
Lo del nombre, confiesan a SMODA, fue tomado del fenómeno climático del mismo nombre, que en sus manifestaciones más intensas provoca fuertes borrascas y marejadas, lo que se traduce en buenas olas para surfear entre la comunidad. Junto al éxito de su propia tienda, surgió la oportunidad de expandir la marca mediante un contrato de licencia con una empresa distribuidora textil gallega en 2002, aunque los fundadores mantuvieron el control de la calidad y el diseño. “En el año 2006 teníamos abiertas tiendas en Málaga, Sevilla, Granada, Madrid, Jaca, Bilbao, Palma de Mallorca, Vigo, Baqueira, San Sebastián… Y sumábamos 70 puntos de venta por todo el territorio nacional a través de El Corte Inglés”, puntualizan.
La primera prenda viral de la televisión
El Niño desarrolló en paralelo una labor espontánea de marketing que presagiaría la importancia del product placement como estrategia publicitaria en los medios y redes sociales. Mientras el engagement de marca crecía entre la comunidad surfera a pasos agigantados, su conocimiento fuera de los círculos de este círculo llegó, según informó Neumann al diario El Economista, cuando María Jesús –su mujer y dependienta de la tienda en aquella época–, sugirió dar a la conocer la marca en programas de televisión como Club Disney. La estrategia funcionó y conectó el estilo desenfadado de El Niño con generaciones de adolescentes ansiosos por encontrar una marca urbana con la que identificarse. “En una época en la que no existían las redes sociales, la influencia de la televisión era brutal y las revistas tenían un papel muy importante en la difusión de cualquier noticia o imagen”, apunta Andoni Galdeano.
Con una cantera de prendas semiholgadas como sudaderas con cremallera, camisetas de manga larga o las famosas camisetas de tirante ceñidas para ellas que causaron furor en los primeros 2000, esa declaración de intenciones que afloraba en el universo de El Niño encajó con el sentimiento de indomabilidad entre la juventud de la época. “El Niño es rebelde, decidido, se sale de lo establecido, le gustan los retos, es consciente de su entorno y está profundamente comprometido con la conservación del medio ambiente. Su medio es la naturaleza y en ella, en libertad, se siente a gusto”, comenta Galdeano acerca del espíritu que siempre ha acompañado a la marca desde sus comienzos.
Su logotipo en forma de muñecote enfadado, al igual que pasó con otras marcas coetáneas como Paul Frank, adquirió un nuevo estatus en la calle, serigrafiado en la espalda en blanco y negro sobre camisetas en todos colores, su prenda más vendida en toda su historia. A pesar de tener un ADN tan definido en la cultura surf, El Niño consiguió poner de acuerdo a tribus urbanas tan antagónicas como los pijos, bakalas o hippies. Para la directora creativa Alicia Padrón, la clave de su éxito residió en la capacidad de inclusión con el público del momento: “No creo que fuera una cosa de gustos, era un tema de pertenencia. En un mundo sin redes sociales o compras por internet la posibilidad de llevar una camiseta al alcance del bolsillo de un adolescente y tener un look que te empoderaba en la calle era todo un ‘hit’”. “El efecto dominó que traspasó tribus urbanas”, prosigue, “se basó en el poder de su gráfica sinuosa y el logo atrevido, prácticas en aquella época muy comunes entre los pijos y los bakalas aunque ellos solo replicaban patrones que vivían anecdóticamente como surferos en sus veranos”, reflexiona.
¿Una anécdota de Instagram o el retorno como icono de lo ‘cool’?
Tras mantener un período álgido de ventas desde 2006 hasta 2010, el silencio mediático que ha acompañado a la marca durante la última década no significa que haya desaparecido del sector. “La crisis, que afectó tanto al sector textil, hizo que ‘replegáramos velas’ pero sin dejar nunca de estar en el mercado”, aclara Galdeano.
Con dos colecciones anuales para hombre y niño, el logo posa ahora más discreto y junto a otras tipografías sobre sudaderas, bañadores, camisetas y pantalones de chándal, a la venta en tiendas físicas de El Corte Inglés por toda España, Amazon y su propia tienda online. “Mantenemos la misma ilusión en cada colección. Aunque hayan pasado casi 25 años desde que inauguramos la tienda de Tarifa nosotros continuamos con el mismo estilo de vida que entonces. En esencia la marca no ha cambiado nada: son diseños únicos y frescos, con mucho colorido y una calidad excelente”, concluyen los fundadores.
Mientras tanto, el interés desbocado hacia la moda Y2K y todo lo que lleve la etiqueta dosmilera palpable en redes sociales, podría desembocar en su regreso por todo lo alto. Si la actriz Ana Rujas posó en su Instagram en enero del año pasado durante el rodaje de la serie Cardo con una de sus camisetas ceñidas, la influencer Paula Acebedo secundó la posible tendencia meses más tarde con un modelo fucsia que cosechó más de 5.000 likes. La última prueba (pero más decisiva) de que su posible regreso ha sido en manos de Rosalía. En un carrusel de fotografías bajo la leyenda El k kiero no me kiere como kiero k me kiera la cantante posaba hace unas semanas con una camiseta de El Niño de aspecto vintage, uno de los modelos estrella de la marca que reeditan cada año porque se agota. Diseños parecidos se pueden encontrar en la plataforma de reventa Vinted, que a día de hoy acumula más de 10.000 referencias de la marca tarifeña en su catálogo.
Con el terreno allanado por la influencia que la autora de Motomami ejerce en la industria de la moda (acaba de protagonizar el último desfile de Louis Vuitton y es imagen de Skims, la marca de Kim Kardashian) no es descabellado pensar que la marca pudiera ‘renacer’ como objeto de culto entre la generación Z. “Va a volver seguro. Su estética 2000s cercana al universo del parkineo ha regresado con mucha fuerza. Ese modo de vestir con chaquetas crop, camisetas cortitas sin sujetador y mangas extracortas de la que El Niño formó parte es muy tendencia ahora”, opina la estilista Cristina Malcorra.
Padrón, que confiesa haber tenido una camiseta de El Niño en aquella época tras encontrarla en una pequeña tienda de surf madrileña–“aunque ese sentimiento de producto de deseo me duró dos días”, recalca– difiere por completo. “Eso es algo imposible. A pesar de los guiños en redes sociales [de Rosalía y Ana Rujas] esto no es algo más que anecdótico e irónico. Pero bueno, nunca se sabe… Hace poco Supreme hizo una colaboración con una marca de skaters de Los Ángeles que ya no existía…. ¿Te imaginas un Supreme por El Niño?” En el momento que vivimos, nada es imposible.
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