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Detrás de Natalia Vodianova hay una ‘runner’ imparable

Fue pionera en vincular la moda con la filantropía. Charlamos con la top Natalia Vodianova tras correr 21 km en apoyo a su ONG.

covernatalia

Dos días antes de la carrera, nos avisan de que Natalia Vodianova está embarazada. Piden discreción, pero varios medios franceses se hacen eco de la noticia. Entonces, esta periodista se pregunta cariacontecida: «¿Merece la pena enfrentarse a un medio maratón sin apenas haber entrenado si la excusa era retratar el progreso de la modelo a lo largo de esos 21 kilómetros de carrera?»

«En las últimas siete ediciones nos hemos unido a Guerlain para recaudar fondos para mi ONG, Naked Heart Foundation, pero esta vez no he podido correr», admitía Vodianova la mañana del evento. Llegar a la meta mereció la pena: la carrera era por una buena causa, construir parques infantiles en Rusia. «Estoy de cinco meses pero no me pilla de nuevas… ¡Lo he estado varias veces!». Y nunca se le nota.

Una foto publicada por Natalia Vodianova (@natasupernova) el

La reina de la era post-tops es madre de Lucas (de 15 años), Neva (de 10), Viktor (de 9) y Maxim (de 2). Este será su segundo hijo con Antoine Arnault, el millonario cuya familia controla el conglomerado de lujo LVMH. La cenicienta que conmovió al sector en los 90 ya no fantasea: su ONG lleva millones de euros recaudados con eventos como este o el Love Ball, una cita imprescindible para el sector de la moda.

Este evento se ha celebrado a las afueras de París, en el château de Valentino; en Montecarlo, junto a la princesa Charlène, y han subastado hasta unas prácticas con Karl Lagerfeld… ¿Cuál es su anécdota favorita?

Un año, los asistentes pujaron como locos por un partido con Rafa Nadal. ¡El ganador fue el tenista Novak Djokovic! Así que decidimos subastar dobles con Novak y Nadal. Fue un éxito.

Los vestidos por los que pujan se inspiran en cuentos de hadas. ¿Es eso la moda, pura fantasía?

Sí, porque su germen no es real. La moda es el equilibrio entre los sueños de los diseñadores y la materialización de su imaginación en piezas que la gente quiere vestir. Es una disciplina basada en el arte de contar historias. Un ejemplo es la estilista Grace Coddington, capaz de condensar relatos, personajes históricos y culturas en una imagen.

De pequeña trabajaba como frutera en un mercado de Nizhny Novgorod y solo tenía un par de botas para todo el invierno. ¿Le ha ayudado su proyecto solidario a tender un puente con su pasado?

No decidí ser modelo, surgió y me alegro de que así fuera. Pero la fundación es cosa mía. El contraste entre mi vida como maniquí y mi pasado no se acepta sin más. Cuando empecé, vivía con 100 dólares a la semana y a mí me parecía una barbaridad. La ONG me ha permitido aprovechar mi posición, mis contactos y mi repercusión para construir parques infantiles en Rusia –ya llevamos 150–, centros de atención familiares o proyectos educativos.

De niña se vio privada del juego; ¿es la razón que mueve su ONG?

Lo es. Era imposible encontrar un sitio donde no nos rechazaran a mi hermana Oksana [sufrió una parálisis cerebral al nacer] y a mí. Crecer en la pobreza me ha enseñado que el juego no es un lujo, es una necesidad básica y vital. No jugar provoca estragos devastadores.

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¿Cuánto han recaudado este año con el medio maratón?

Más de 230.000 euros; en total, entre las siete ediciones, 579.136 euros. Con ese dinero hemos inaugurado aulas de terapia para la integración y el parque número 100 en Nizhny Nóvgorod. También hemos puesto en marcha campamentos de verano para personas con autismo.

El pasado octubre lanzó Elbi, una aplicación de microfilantropía, que permite apoyar causas por un euro. ¿Está teniendo éxito?

Todavía es pronto, aún estamos dándola a conocer. Nuestra intención es facilitar las buenas acciones. Se trata de inculcar ese hábito en la rutina diaria; será tan fácil como visitar Instagram o Facebook.

No le gusta demasiado correr, ¿por qué un medio maratón?

Es un deporte gratis, antidepresivo y divertido, y no hace falta ser un profesional para los 21 kilómetros. Tampoco es necesario entrenar mucho. Es un formato sencillo y democrático. Además, ejercitarse al aire libre es energético. Y a nosotros, como ONG, nos une. En mi caso, al pasar por el kilómetro dos, pienso que no terminaré; en el quinto, suelo entrar en pánico, pero sigo corriendo y sin saber cómo… ¡cruzo la meta!

¿De dónde saca la motivación?

De la música que escucho en el trayecto, de los asistentes, del sol. Es un reto mental, no solo físico. Se trata de ir pasito a pasito. Terminarla es emocionante, pero no por uno mismo: al llegar uno se percata de que forma parte de un esfuerzo, una emoción y un espíritu colectivos.

Y cuando corre, ¿cómo se prepara?

Ceno pasta todas las noches durante una semana… ¡Es maravilloso!

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Lleva más de 16 años desfilando, conoce bien el sector. ¿Vender seis meses después de las pasarelas será cosa del pasado?

Es el gran debate ahora mismo… Se trata de una decisión empresarial, pero creo que sí, que acabaremos comprando justo después del desfile.

Hay quien debuta en la moda con tres años de edad, como Kristina Pimenova, quien además logró un contrato con 10 años. ¿Debería haber límites?

No me siento capacitada para responder. Pero creo que no se trata tanto de la edad, sino del ambiente. Debe ser saludable.

¿Sus cosméticos de belleza favoritos?

Los meteoritos Terracotta y la línea Superaqua de Guerlain.

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