«Lo más exclusivo del lujo será tener un bolso de piel hecho con tu ADN»
Charlamos sobre moda sostenible con Tina Gorjanc, la diseñadora que ha transformado mechones de pelo de Alexander McQueen en chaquetas de piel y bolsos.
Hace unos meses el nombre de una desconocida Tina Gorjanc fue uno de los más repetidos en los medios del todo del planeta. Desde el New York Times a la prensa de moda especializada, todos destacaron a esta alumna recién salida de Saint Martins en diseño de materiales. Su proyecto final tenía la culpa. Gorjanc ideó una novedosa piel, similar al cuero, tratada a través del ADN humano. En particular, del ADN de Alexander McQueen. Conseguir la información genética del fallecido diseñador fue más fácil de lo que cualquiera podría imaginar. Gorjanc contactó con los compradores de su primera colección, la de 1992 inspirada en los crímenes de Jack el Destripador que presentó cuando se graduó, también, en Saint Martins. Allí el diseñador había cosido mechones de su pelo entre las costuras y telas de uno de los abrigos de seda. Aliándose con un laboratorio de genética –y evidenciando también la falta de regulación legal sobre el ADN humano y la bioética, otro de los propósitos de su proyecto–, Gorjanc inició el proceso de producción del tejido. Cuando lo exhibió todavía no lo había acabado –producirlo puede durar varios años y pasar por varias patentes–, pero para simular y ejemplificar al mundo cómo sería, creó una colección prototipo con piel de cerdo, llamada Pure Human, materializada en mochilas, chaquetas y bolsos en las que también se incluían los tatuajes que poblaban el cuerpo del creador.
Más que una diseñadora al uso, Tina Gorjanc se ha erigido como una figura intelectual y de investigación sobre la aplicación de la biotecnología en moda. ¿Un futuro en el que vistamos prendas hechas con nuestro ADN? No es tan lejano. De hecho, existen los proyectos de Suzanne Lee –que cultiva su ropa y ha creados chaquetas de piel basadas en la Kombucha– o la empresa Modern Meadow, donde también ‘cultivan’ pieles biofabricadas desde Bushwick. Charlamos con Gorjanc sobre el futuro de esta curiosa unión entre moda y biología en Barcelona, pocos minutos antes de que ofrezca una conferencia en el centro universitario de diseño y arte Eina, dentro de la progamación del festival DEMO de diseño experimental, que organiza ADI-FAD.
¿Cómo valoraste la recepción y el interés global mediático que despertó Pure Human?
Lo que más me sorprendió después de dos semanas de intensa cobertura mediática fue comprobar cómo la gente, después de ese momento de shock inicial, asimilaba y entendía la idea de forma muy rápida. Entiendo que al principio se generase un estado de shock, pero después se asimiló bastante bien el auténtico motivo del proyecto: el de demostrar como la explotación génetica puede intervenir en la moda.
¿Alguna oferta de alguna firma interesada en producir a gran escala tu proyecto? ¿Cómo se lo tomó la industria?
No está confirmado todavía, pero sí he hablado con varias compañías que están interesadas en invertir para hacer algo parecido. Eso sí, serán como cinco años de investigación y de capacidad para saber si es factible trasladarlo a una producción a gran escala. Pure Human fue como un camino que marcaba cómo aplicar el proceso pero debemos saber antes si puede llegar al mainstream.
¿Por qué defiendes que el futuro de la moda debe pasar por la biología?
Porque creo que la biología va a moldear todos los estratos sociales, no solo el de la moda. Ahora estamos empezando a comprender de lo que es capaz, qué hace. Si podemos copiar, imitar lo que la biología hace a nivel tecnológico, tendremos un esquema social mucho más sostenible.
Hablando de sostenibilidad, hoy en día los estudios de marketing, esos que miran con lupa las grandes empresas, sostienen que los consumidores prefieren pagar más o consumir ciertas marcas si saben que el producto es eco-responsable. ¿Está el mercado preparado ahora para ‘pensar con conciencia’ debido a esta nueva demanda?
Más o menos, hoy en día a todas las marcas les encanta decir que son sostenibles, pero muy pocas lo cumplen a rajatabla. Creo que el problema de estas grandes firmas es que focalizan su mensaje de sostenibilidad basándose en el material que utilizan, cuando en realidad siguen basándose en sobreproducción de prendas y otros criterios que empañan su discurso. Creo que, en términos capitalistas, es muy duro imitar las característas que hemos desorrallado. Piensa que es un nuevo material completamente nuevo que asusta al mercado y que conlleva mucho tiempo de creación. Pero si puedes exhibirlo, enseñar que hay otros caminos en la creación, tal y como hemos hecho con Pure Human, es un buen comienzo.
Por otra parte, creo que el mercado está evolucionando hacia caminos en los que se piden productos mucho más personalizados, por lo que la aplicación de la biogenética es un mercado muy interesante en estos términos.
¿En qué estás trabajando ahora?
Más que en la sostenibilidad, mi trabajo ahora se enfoca en la ética y la corrección, relacionada especialmente con el sufrimiento animal. Estamos diseñando un nueva especie de piel investigando nuevas características para hacerla, también con la personalización del ADN y la información génetica para aplicarla en productos de lujo, o cómo se puede relacionar el mercado con traer de vuelta la piel de animales extinguidos a través de su ADN.
El ‘futuro de la moda’ parecía estar aquí a nivel tecnológico, pero el consumidor no parece conectar con estas novedades, como por ejemplo el bluf de las Google Glass o la cantidad de millones invertidos en weareables que no han parecido prosperar en ventas. ¿Por qué no nos seducen estas novedades?
Creo que el problema ha venido dado porque el diseño a veces es demasiado tecnológico y el discurso se ha centrado en si deberíamos llevar electrónica en nuestra piel. Debería ser mucho más biólogico, deberíamos poder sentirnos más identificados. También creo que es necesario que cuando presentas un futuro escenario, por primera vez, debe ser una colección que no sea muy rompedora a nivel estético. Algo a medio camino y que la gente considere aceptable. A mi me gusta llamarlo herramientas de transición, que es lo que he hecho con Pure Human. El siguiente paso, para mí, es poder estudiar y tener inversión para el estudio de biogénetica y trabajar con tu propio cuerpo para, por ejemplo, para prevenir enfermedades. El problema es que parece que no se ha tenido en cuenta al consumidor. ¿Realmente necesitaba las Google Glass? Deberíamos tenerlo más en cuenta.
Hace dos décadas, los estudiantes que revolucionaron el mundo de la moda y que salían de Saint Martins o de Amberes cambiaron la concepción del diseño y su conceptualidad. ¿La próxima revolución se centrará en los materiales?
Puede ser, quizá por la necesidad de generar productos más sostenibles. Creo que en mi curso, que era el de nuevos materiales, si que es un nuevo tipo de diseño que está emergiendo y pidiendo su terreno. Vivimos en una era en la que la tecnología crece de forma desmesurada, y necesitamos a gente que la entiende y que pueda trasladar ese crecimiento.
¿Podrían converger algún día tus investigaciones con el sistema de moda rápida imperante o es una utopía?
Podría ser si la tecnología que utilizan se adelantase muchísimo. Yo creo que los consumidores están cambiando un poco las tornas en cuanto a cómo se consume este tipo de moda, especialmente desde hace un par de años. No sé si será algo pasajero, pero tengo la sensación de que la sostenibilidad, como he dicho antes, se ha convertido en una etiqueta de moda. Parece que todas las marcas quieren defenderse como sostenibles cuando su sistema de producción, en muchos casos, no lo es. En el fondo es más marketing que otra cosa.
Antes de presentar Pure Human, trabajaste para J. W. Anderson especializándote en artículos de lujo. ¿Cómo se adapta tu investigación a este mercado?
El mercado de lujo siempre quiere exclusividad, cuando se convierte mainstream ya no interesa. Así que, ¿qué hay más exclusivo que poder llevar ropa hecha con tu propio ADN o hecha con el ADN de un animal extinguido? (ríe). Llegará el día en qué pasará.
En unos minutos ofrecerás una conferencia hablando sobre la importancia de la biotecnología. ¿Qué defenderás?
Que hemos industrializado a la biología y que ahora debemos hacer el proceso contrario. Tenemos que convertir el sistema en algo más biológico.
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