Internet integrada en los ojos: así son las ‘gafas’ con las que Zuckerberg registra la mirada
Ray Ban se ha asociado con Meta para lanzar lo que, aparentemente, son unas gafas de toda la vida. Pero reproducen audio, gestionan llamadas y hacen fotos o graban sin que el de al lado apenas lo note. Este es el primer paso de Zuckerberg para cambiar, literalmente, la percepción del usuario hasta alcanzar su ansiado Metaverso, la integración del plano físico y el digital sin necesidad de teléfonos.
Ankit Brahmbhatt, jefe de producto de Meta (la red social antes conocida como Facebook), repite varias veces vía Zoom la palabra “presencia”. “El metaverso posibilitará la presencia de personas que físicamente están en lugares remotos”, dice, o “el metaverso cambiará nuestra idea de estar presentes; para interactuar, no hará falta sacar el móvil”.
De ahí que la compañía de Mark Zuckerberg lleve un par de años ideando su propio hardware, esto es, objetos físicos inteligentes capaces de cambiar el modo en que nos relacionamos con el entorno. Y de ahí, también, que su primer lanzamiento comercial masivo hayan sido unas gafas, pero no de realidad virtual.
Meta se asoció con Ray Ban para lanzar, el pasado septiembre, unas gafas inteligentes, es decir, unas gafas que hacen casi todo lo que hace un smartphone, sin necesidad de sacar el móvil del bolsillo y que llegan hoy al mercado español tras probar su recepción en Italia y Estados Unidos. “Este es el primer paso”, comenta Brahmbhatt, refiriéndose a la comercialización masiva en un futuro muy cercano de gafas de realidad virtual. Pero para acostumbrarnos a percibir otras realidades a través de unas lentes, primero hay que acostumbrarse a cambiar la percepción de esta misma realidad, y eso parece ser lo que pretenden desde el gigante tecnológico.
Existen otras gafas inteligentes en el mercado pero, a diferencia de ellas, lo que convierte a las Ray Ban Stories (ese es su nombre) en algo radicalmente diferente es su diseño. Hace unos años se abría el debate de los wearables, los accesorios tecnológicos que, supuestamente, cambiarían nuestro modo de vestirnos y de interactuar con los objetos de uso diario. Pero aquella burbuja acabó por desvanecerse y uno de los motivos fue precisamente la moda. Las gafas de Google tenían mucho potencial y, de hecho, se presentaron durante la semana de la moda de Nueva York, intentando así hacer converger al público de gadgets con el del lujo. Sin embargo, su estética, más cercana al imaginario de la ciencia ficción que a cualquier calle de una gran ciudad, hicieron que la empresa decidiera retirarlas del mercado en 2015. Para la innovación en lo cotidiano no solo hay que estar preparado psicológica o socialmente, también estéticamente.
Pero, ¿qué hay más cotidiano que unas Wayfarer? Se trata de uno de los modelos de gafas más vendido en el mundo y que no ha pasado de moda en sus 70 años de historia. “La idea era integrar un teléfono en una gafa de toda la vida” cuenta vía Zoom Fabio Borsoi, desarrollador de producto de Ray Ban. Y el resultado, a simple vista es ese, el de toda la vida. Pero solo a simple vista.
Las Ray Ban Stories pesan cinco gramos más que unas gafas convencionales y su precio ronda los 300 euros. La ‘pequeña’ diferencia reside en sus patillas, con botones invisibles para responder al teléfono o subir y bajar el volumen de audio (poseen un sistema de cancelación de ruido y no se necesitan auriculares), y en las dos micro cámaras de 5 megapíxeles que hay encima de sus lentes, y que sustituyen a las piezas metálicas clásicas. Hacen fotos y graban vídeos de 60 segundos “desde una perspectiva única, como si pudieras registrar en vivo lo que ven tus ojos sin pantallas intermediarias”, explica Borsoi.
Cada vez que el usuario graba o retrata una escena se enciende una pequeña luz led en las cámaras y suena un obturador. Así ‘eliminan’ desde la compañía el tema que surge inmediatamente al probarlas: la privacidad de terceros. “Es la forma de asegurarnos que protegemos la intimidad de los demás. También la del usuario, que puede apagar las gafas en ambientes en los que no se encuentre cómodo”, cuenta Brahmbhatt. Desde Facebook, han lanzado un manual de buen uso en el que se insta a “avisar a los demás de cuándo están siendo grabados” o “respetar las normas del entorno”, una medida insuficiente que ya ha despertado debate en países como Italia, donde se pide a la compañía que desarrolle más su política de privacidad y de protección de terceros.
Los vídeos y fotos recogidas por Ray Ban Stories se almacenan en View, una app de Meta que funciona como un programa de almacenamiento en la nube. Desde ahí dicho contenido puede subirse al propio Facebook o a otras redes sociales. “Tus imágenes, tu elección”, afirman desde la compañía en el manual de uso en línea, argumentando que ellos no utilizarán ese contenido con fines publicitarios pero no se responsabilizan del funcionamiento de otras plataformas. Eso sí, hay que poseer una cuenta en Facebook para poder usar dicha app y, por lo tanto, las gafas. Puede que el contenido que registremos con ellas no se utilice con fines comerciales por parte de la plataforma, pero ellos sí estarán al tanto de quién y cómo las está utilizando.
“Rayban siempre ha estado ahí como parte integrante de la cultura, el arte o la música”, explicaba Borsoi a través de zoom. Ahora será pionero en la muy anunciada revolución tecnológica y social que supondrá el metaverso. Una marca que, en palabras de su desarrollador de producto “es la primera elección de la generación millennial cuando se trata de gafas” es también la primera enseña masiva en colaborar con Meta para cambiar nuestra percepción del entorno. Y ahí quizá esté la clave. Porque no es lo mismo retratar o mirar a través de una pantalla que de unas gafas , ni es lo mismo un objeto ajeno al cuerpo, como un teléfono, que uno integrado en el rostro. Registrar la propia visión y almacenarla en la nube no es detenerse a registrar y enfocar una escena a través de una pantalla. “Cuando algunas (pero no todas) de las personas con las que interactuamos se pongan sus Ray Ban Stories, es posible que no podamos cooperar completamente entre nosotros. Si no poseemos las gafas de Facebook, o no usamos Facebook, es probable que no podamos participar en las actividades sociales de la misma manera que aquellos con Ray Ban Stories”, escriben en una reseña desde el MIT Technology Review.
Puede que las funcionalidades del producto no sean innovadoras ni revolucionarias, pero la cuestión aquí no es el qué, si no el cómo: la sensación, una vez puestas, es la de tener un telefóno móvil en la vista, o incluso en el cerebro, con el que poder alterar y almacenar el flujo de la experiencia. Y solo llevando ese modelo de gafas que todo el mundo usa, es decir, pasando completamente desapercibido. El cambio en la forma de interactuar en el plano físico no solo es enorme, también abre la puertas a otros cambios a corto plazo que, en definitiva, cumplirán con esa profecía que Zuckerberg vaticinó para el metaverso el pasado noviembre: un nuevo espacio de encuentro social en el que la realidad digital se fusionará con la analógica. Y que él se encargara de almacenar. Unas gafas inteligentes pueden parecer un instrumento minoritario o una idea descabellada, pero a principios de este siglo, cuando los teléfonos empezaron a llevar cámara, fueron muchos los que pidieron su retirada en aras de respetar la intimidad de terceros. Veinte años después, pocos tienen cámaras fotográficas en casa. Usan la del teléfono.
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