Hupit, la firma que produce en un pueblo valenciano prendas veganas y sin residuos
Fabricar en España se convierte en toda una declaración de intenciones para esta enseña independiente que busca ofrecer prendas sin fecha de caducidad.
En Canals, un municipio de 14.000 habitantes al sur de Valencia, se producen todas las prendas de Hupit, en tejidos de bajo impacto: “Es la filosofía de la marca. Quería que estuviese hecho aquí, ya que actualmente la mayoría produce en países asiáticos. España siempre ha tenido relevancia en el sector textil y creo que es una industria que hay que reavivar y apoyar”, explica Marisol Estellés, la creadora de la marca.
La producción de cercanía, la sostenibilidad o la ausencia de calendario eran conceptos a los que no quería a renunciar a la hora de dar forma a su proyecto más personal, que lanzó al mercado apostando sus ahorros personales. “Primero definí cómo quería que fuera, sus valores y a quién iba a ir dirigida. Luego ya me puse a buscar tejidos y talleres de confección. Empecé a muy pequeña escala y con pocos modelos e iba aumentando stock a medida que se iban vendiendo, por eso no necesité una gran financiación. Fue una apuesta arriesgada pero tenía clarísimo que era lo que quería”.
Hupit recoge los posos y la experiencia de Estellés, que trabajó en Nueva York en compañías como J.Crew: “Necesitaba encontrarle un sentido a lo que estaba haciendo. El ritmo era frenético”. Allí aprendió sobre la importancia de la individualidad, “te animan a descubrir quién eres y a plasmarlo” y sobre la huella de la moda: “Me formé en Zero Waste con Timo Rissanen, uno de los pioneros en este tipo de técnica, que tiene como objetivo reducir los residuos textiles a la hora de diseñar y crear las prendas. La problemática de los residuos textiles que genera la industria es muy preocupante, sobre todo cuando los materiales no son biodegradables y contienen sustancias tóxicas. A día de hoy, en Hupit tenemos varias prendas de residuo cero y siempre tenemos muy en cuenta el aprovechamiento máximo de los tejidos y la reutilización de los sobrantes”.
Desde los primeros bocetos del proyecto, la valenciana supo que la sostenibilidad sería uno de los valores clave. “La cuestión es que el término sostenible es bastante amplio. Quería producir de manera local y usar tejidos naturales y ecológicos, mejores para la salud del planeta y las personas”. Pero cuando se lanzó a diseñar las colecciones supo que tendría en cuenta otro factor: la atemporalidad de las propuestas. “Yo llevo ropa de mi madre de hace 30 años y sigue siendo actual. No hace tantos años la gente consumía de manera más consciente, se compraba menos y de mejor calidad. Se compraba algo con la idea de conservarlo, no de tirarlo. La cultura del usar y tirar se ha extendido a todos los ámbitos. Hace falta un cambio en nuestra escala de valores”. Los consumidores que valoran este enfoque son cada vez más y, como ella, confían en que otra moda más sensata es posible. “Somos más conscientes del daño que producimos al planeta. Quizá porque hay más información, pero también porque estamos viviendo las consecuencias. Ya no podemos mirar hacia otro lado”.
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