Hacia un futuro sin cuero: qué es realmente la piel vegana y qué posibilidades ofrece
Más allá de la tradicional polipiel hecha de pvc o poliuretano, cada vez son más las marcas que se asocian a distintas compañías para desarrollar alternativas a base de hongos, cactus o cáscara de piña.
Con la conciencia, cada vez más asumida, de la necesidad de un consumo sostenible, la industria del cuero vegano ha acelerado su crecimiento en los últimos años. Según un informe publicado por la consultora Infinium Global Reasearch, su volumen de negocio ya superó los 40.000 millones de euros, y se espera que para 2025 esa cifra se haya duplicado. Cada vez son más las firmas, de gama media y alta, que han renunciado al cuero para ofrecer otras alternativas visualmente casi idénticas y, en teoría, menos contaminantes. Pero ¿qué es y cómo se hace la piel vegana?
La forma más común de fabricarla es a base de polímeros: poliuretano y pvc. Es lo que se conoce como polipiel de toda la vida y es, por el momento, la técnica que consigue unos resultados visuales y materiales más similares a los del cuero. El primero ha ido paulatinamente sustituyendo al segundo; los resultados son mejores (transpira más, es más dúctil y se agrieta poco) y, sobre todo, contamina menos. Greenpeace habla del PVC como “el tipo de plástico más dañino”, dada la cantidad de partículas nocivas que desprende y dado que no es en absoluto biodegradable. El cuero de poliuretano es mejor, pero, para su producción, se utilizan varias sustancias nocivas.
Si bien es cierto que el impacto ambiental de la industria animal es uno de los más alarmantes (la ganadería es la responsable de un 14,5% de la emisión mundial de gases de efecto invernadero), cabe preguntarse si la opción de la piel sintética es una buena alternativa.
Según el programa Profit & loss (pérdida y beneficio) que lanzó el grupo de marcas de lujo Kering en 2018 para medir la realidad del impacto ambiental de ciertas materias primas, el uso de cuero sintético supone un impacto ambiental tres veces menor que el del cuero real. La cuestión radica no solo en la materia prima animal, también los procesos implicados en su elaboración. Aunque muchas marcas, sobre todo de lujo y artesanales, utilizan la curtición vegetal, todavía hay demasiadas (para ser más concretos, un 80%) que basan el proceso de curtido en el cromo, uno de los elementos más tóxicos que existen, tanto para los trabajadores que lo respiran como para los recursos naturales a los que va a parar tras su uso. Existen asociaciones como Leather Working Group, que trabaja implementando la trazabilidad en los procesos de producción, abogando por pieles de animales de la industria alimentaria y por la curtición vegetal y artesanal.
La alternativa, en cualquier caso, está en manos de la innovación científica. Ya existen pieles veganas en desarrollo que no abusan de plásticos. La más prometedora tiene que ver con los hongos. El año pasado se supo que Hermès se había asociado con la start-up californiana Micoworks para crear su propia materia prima, llamada sylvania, un tejido a base de filamentos de hongos desarrollado en laboratorios y que posee la resistencia y la mayoría de las características del cuero. El pasado octubre, Stella McCartney ponía a la venta una colección de prendas hechas con mylo, un tejido también hecho de hongos y patentado por la empresa Bolt Threads que también ha usado Lululemon para confeccionar sus mallas de yoga.
El cactus también se perfila como otro de los ingredientes básicos en los nuevos tejidos veganos. En 2019, los mexicanos Adrián López Velarde y Marte Cázarez, crearon Desserto, una compañía que crea tejidos similares a la piel con hojas de nopal secas. En 2020 quedaron finalistas del LVMH Innovation Project y, este pasado enero Capri Holdings, el conglomerado dueño de Versace, Jimmy Choo y Michael Kors ha adquirido el 30% de la compañía.
El pasado verano, Gucci presneó sus zapatillas Basket, confeccionadas co Demtra, un material a base de desechos de madera que la marca está desarrollando internamente y que se expandirá a otras gamas de productos durante este años. Piñatex, el tejido creado por la asturiana afincada en Londres Carmen Hijosa con las fibras de la piña y de apariencia muy similar al cuero tradicional, y con la que ya han trabajado Hugo Boss y H&M.
Esta misma semana se hacía público un informe de Material Innovation Initiative, la asociación sin ánimo de lucro que asesora a firmas sobre estrategias textiles de futuro. Solo en 2021, el informe registra más de una veintena de tipo de pieles veganas hechas a base de plantas y a más de cincuenta marcas trabajando en su desarrollo. Según sus datos, son las nuevas generaciones las que están moviendo la demanda a este tipo de productos, con un 46% de los jóvenes menores de 30 dispuestos a sustituir el cuero tradicional por estos nuevos materiales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.