Calcetines blancos con zapatos y sandalias, la tendencia que amas u odias
Durante mucho tiempo vestir con calcetines blancos fuera de un gimnasio o un club de tenis estuvo considerado algo así como un pecado. Este verano, sin embargo, parece que si no los combinas con americanas, faldas o vestidos largos y los llevas a la oficina primero y a cualquier evento social después, no eres nadie en el lenguaje de la moda. Una búsqueda rápida en Internet confirma que el uso de calcetines blancos con mocasines, sandalias e incluso zapatillas deportivas en un estilismo formal sigue siendo un territorio bastante polémico y polarizante: o lo amas, o lo odias.
En la primera página de Google hay un artículo de 2004, algo así como la Edad Media en la historia de la web, en el que la BBC que se pregunta si llevar calcetines blancos con traje es de tan mal gusto: la larguísima lista de comentarios atestigua que ya entonces no se admitían posiciones neutras. Veinte años después el debate sigue abierto, solo que ahora se da una poderosa mezcla: los usuarios de TikTok han creado un fascinante microcosmos en el que los calcetines blancos son tendencia, las grandes marcas de moda llevan varias temporadas salpicando sus colecciones con este humilde (y atrayente) accesorio, y las prescriptoras de moda digitales los combinan con mocasines de Chanel, zapatillas blancas o sandalias de Prada. En 2023 es imposible ignorar su presencia.
Veamos referentes: ya en 2020 Hedi Slimane escogió el dúo de calcetín y mocasín para hacer referencia desde Celine a las subculturas británicas y ese mismo año la firma francesa Chanel celebró un desfile que rendía homenaje a los años de infancia de Coco en el orfanato de Aubazine y donde los elementos colegiales como esta fotogénica mezcla tuvieron una gran carga simbólica. Desde entonces más marcas como Burberry, Marc Jacobs, Jacquemus, Hermès, Gucci, Loewe, Miu Miu o The Row han incorporado este dúo en sus colecciones. A este goteo se unió otra fina lluvia, muy visual y fotogénica, en Instagram: de pronto Pernille Teisbaek, Loulou de Saison o Jeanette Madsen convertían el calcetín más simple de todos en una pieza clave de sus estilismos. El sello de las celebridades era el último que le quedaba a esta tendencia: Bella Hadid con mallas cortas, Kendall Jenner con minifaldas, Elsa Hosk con vestidos de punto, Olivia Rodrigo con vestidos lenceros, Hailey Bieber con americanas o bermudas e Irina Shayk con prácticamente cualquier prenda son fotografiadas habitualmente por los paparazzi. La revista Vogue España asegura que proporcionan el efecto visual de alargar las piernas, especialmente cuando se combinan con prendas cortas, un truco estilístico desde luego muy atrayente pero que cuando hablamos de prescriptoras con medidas de supermodelo es complicado confirmar o rebatir.
Que el calcetín blanco es casi una pieza de culto lo refrenda el portal de lujo Mr.Porter, que ha elaborado una guía de estilo para hombres para saber cómo combinarlos: citan a Paul Newman, a la cultura «skate» de los noventa o a instituciones del diseño como la firma Acne Studios para defenderlos. En la versión femenina de la tienda, Net-à-Porter, hay una docena de referencias de diferentes marcas, desde Balenciaga a Gucci, Nike u Off-White.
En cualquier caso, si recopilamos todas estas referencias podemos establecer tres niveles de dificultad a la hora de combinar los calcetines blancos: el más sencillo, con zapatillas deportivas y prendas relajadas como un vestido largo; el siguiente, con mocasines planos negros conjuntados con americanas «oversize» y minivestidos; y, el tercero, con sandalias de tacón más arregladas.
Puede que no fuera una tendencia masiva pero en realidad, el calcetín blanco con zapato nunca dejó de estar presente: pensemos en Elvis o en Michael Jackson. Tenemos que retroceder a 1957 para encontrar un referente femenino de estilo llevando esta combinación, Audrey Hepburn en Una cara con ángel.
En una de las imágenes más conocidas de la película (de hecho, fue su cartel) sale la actriz bailando enfundada en un jersey de cuello vuelto negro, unos pantalones ajustados en el mismo color y unos mocasines también negros. Al parecer Hepburn no quería ponerse aquello porque detestaba la mezcla con calcetines blancos. El libro Cómo ser adorable según Audrey Hepburn, de Melissa Hellstern, recoge la anécdota con palabras del propio director de la película, Stanley Donen: “Yo quería que llevara calcetines blancos, y aquello la dejó atónita”. Para la actriz, aquello estropeaba “el efecto de la silueta negra” acortando la línea de sus pies. El cineasta le insistió: si no se los ponía, su silueta quedaría fundida con el fondo. “Rompió a llorar y se fue corriendo al vestuario”, contó Donen. “Al cabo de un momento, recobró la compostura, se puso los calcetines blancos, volvió al escenario y siguió adelante sin rechistar. Luego, cuando vio la secuencia, me envió una nota en la que decía: «Tenías razón en lo de los calcetines. Con cariño, Audrey»”. Superado el prejuicio, dieron con un look icónico en la historia del cine.
Un accesorio de «skins», «mods»… y pijos
Puede que a priori encasillemos a los calcetines blancos combinados con zapatos a los mods y después a la escena «skinhead» británica de finales de los sesenta, ya en los setenta el «ska» (con bandas como The Specials, que llevaban el combo con pantalones de vestir en las portadas de sus discos) y en los ochenta con el bum del estilo deportivo. Pero también tienen una conexión de lo más pija. Los «pananinari» fueron la tribu pija por excelencia en el Milán de esta década. Obsesionados con las marcas de moda que llegaban de EE.UU. y un consumo desenfrenado de moda, vestían plumíferos Moncler, vaqueros Levi’s y botas Timberland. El detalle de los calcetines blancos (y también los de rombos de la firma Burlington) asomando sobre cualquier calzado era una de sus señas de identidad.
Por supuesto, el calcetín blanco también tiene un pasado deportivo, desde hace más de 100 años, primero en el tenis, después en el «basket», y más tarde, en los años noventa, en el «athleisure», cuando el estilo deportivo saltó a las calles. De hecho, uno de los referentes más comunes en todos los artículos sobre el tema es Lady Di, con aquellas mallas de ciclista saliendo de su gimnasio en Londres, aunque también se atrevió a llevarlos (con unos topitos estampados) con zapatos de tacón rojos y falda plisada a un partido de polo. La nostalgia por la estética de aquella época ha revalidado su presencia en los últimos tiempos.
Es evidente que en el verano de 2023 este accesorio está por todas partes, aunque sigue siendo complicado de defender. Precisamente por ello tienen el atractivo de que quien los lleva no pide permiso y tampoco está buscando aprobación.
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