El boom del reloj vintage, el símbolo de estatus de nuestro tiempo
Ryan Gossling recibió su Globo de Oro por La La Land con un Rolex de 1940 en la muñeca “y durante dos meses los precios se dispararon”. Investigamos cómo funciona el coleccionismo en España donde existen más de 60.000 fanáticos de los relojes antiguos.
17,8 millones de dólares. El precio del Rolex Daytona ‘Paul Newman’ –que se vendió a finales de octubre en la subasta de la casa Phillips de Nueva York– representa la buena salud de los iconos del Siglo XX y, de paso, da la razón a quienes aseguran que el coleccionismo de relojes de pulsera vintage será el símbolo de estatus más preciso del Siglo XXI.
“Con el boom económico de los 2000, se compraron muchos relojes y muy buenos. Fue un momento en el que muchas personas empezaron a buscar distinción, refinamiento y también un magnífico retorno de la inversión”. Lo cuenta para S Moda, César Rodríguez, amante de los relojes y fundador de Andhora, el portal referencia de este coleccionismo para España y Latinoamérica.
Rodríguez explica que en España hay unos 60.000 coleccionistas cuyo perfil es un varón de entre 35 y 50 años que vive en Madrid y Barcelona y compra una media de 5 relojes al año con una inversión de entre 850 y 5.000 euros por pieza. Esta explosión se ha producido “en los últimos 5 años cuando los inversores –deportistas, cocineros, actores, empresarios– han empezado a ver en los relojes de pulsera antiguos una inversión con mucho recorrido que, además puede lucirse y disfrutarse a diario y con un índice de storytelling muy alto pues los relojes icono tienen historias legendarias”.
Aunque existen distintos criterios de colección, esas historias planean sobre un mercado en el que, según el experto, se dan dos perfiles: “Por un lado está el inversor puro, aquella persona que no busca la parte estética de los relojes ni los usará en su día a día. Por otro lado, está el coleccionista puro. Para este, además del criterio económico, es importante el criterio emocional. Es un coleccionista más agradecido, tarda años en conseguir una pieza y genera un efecto que nosotros llamamos “watch-hunter”, de cazador. Acaban sabiéndolo todo del reloj que desean, rastrean todos los canales para detectar una unidad que sale al mercado internacional y se lanzan a por ella”.
A partir de esa elección, tanto los románticos como los que persiguen un rendimiento económico saben que a largo plazo casi todas las piezas son rentables. Sin embargo, a corto “solo iconos como el Rolex Daytona, el Submariner o el GMT el Breitling Navitimer, el Jeager-LeCoultre Reverso, el IWC Portuguese, el Heuer Monaco, el Patek Philippe Nautilus o el Omega SpeedMaster –más conocido como el «pre-moon», modelo anterior a que el hombre fuese a la luna en 1969– se revalorizan desde el primer día”.
Cómo reconocer un reloj vintage
Rodríguez admite que, a pesar de que estos nombres propios ayudan a estimar cuánto aumentará el precio de un reloj “no está clara la línea entre una pieza antigua, una vintage, un clásico o una chatarra. Cuando un coche pasa de los 25 años ya es clásico, hasta tiene un precio distinto el seguro, pero con los relojes es más complejo”. Por eso, su proyecto asesora en torno a 5 variables que tranquilizan al coleccionista novato y facilitan la compra, dan garantías y criterio a los veteranos:
1. Pertenece a una generación anterior: si puedes comprarlo nuevo en una relojería, no es vintage.
2. Ha dejado de fabricarse: para que se considere vintage el stock de unidades “vivas” ha de ser reducido y su búsqueda y mantenimiento con fornituras originales, difícil. Las marcas dejan de fabricar piezas de relojes a los 20 años desde que se dejan de fabricar.
3. Que tenga cristal de plexi: a partir de 1980, se popularizó fabricar los relojes con cristal de zafiro, pero antes de esa fecha se fabricaban con un plástico llamado “plexiglass” que les da un look antiguo, son mas frágiles, se rayan más y más profundamente y tienen un color especial muy reconocible.
4. Conservación original: que no sea lo que en el argot llaman “un Frankie”, es decir, un reloj con piezas no originales. Eso penaliza. Actualmente hacen reediciones de modelos icono que hacen subir el caché del modelo en general, pero a la vez puede bajarlo, ya que se pierde ese romanticismo del reloj de la época.
5. Que sea «full-set»: es decir, que además del propio reloj, tenga la caja original, los papeles, la garantía del reloj, el lacre… Un reloj full-set puede doblar el precio tranquilamente.
En pocos meses desde su lanzamiento, Andhora se ha convertido en el Hodinkee –plataforma de referencia del reloj vintage del mundo anglosajón– español. Además de hacer estudios de mercado, dar consejos generales desde un blog, sus expertos se encargan de ver las piezas, certificarlas, averiguar la cotización actual en el mercado y también ponen en contacto a los coleccionistas: “A menudo toca aconsejar al cliente que no venda todavía, que complete el reloj haciéndose con su caja original”. También hacen pedagogía con las marcas porque “lo que no sea vender un reloj nuevo parece negativo, aunque poco a poco van dándose cuenta de que la mejor manera de que una marca se eleve es el coleccionismo”.
Pero, sobre todo, están atentos a gestos que generan historias y suben los precios como cuando Ryan Gossling recibió su Globo de Oro por La La Land y acudió a los Oscar con un Rolex de 1940 en la muñeca “y durante dos meses los precios se dispararon”. O cuando Joanne Woodward regaló a Paul Newman un reloj que apenas se vendía, inscribió en su parte trasera “Drive carefully. Me” (para recordarle que no corriese demasiado en las carreras de coches que tanto le gustaban) y, sin saberlo, convirtió aquel mecanismo de correa de piel oscura y esfera de acero en una leyenda sobre el amor, el riesgo, el tiempo y lo que aumenta su valor a lo largo de la vida.
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