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Inés de la Fressange lució algunas de las joyas robadas del Louvre

La modelo e icono de la moda ha rememorado una sesión de fotos para una revista de arte en la que tuvo el privilegio de lucir algunas de las piezas sustraídas este fin de semana

Musa de Karl Lagerfeld, representante suprema de la mujer parisina con estilo paradójicamente andrógino y a la vez femenino, rostro tan absolutamente francés que un día fue la Marianne: Inés de la Fressange es mucho más que una modelo. Es un símbolo de Francia, de la misma forma que el robo de joyas en el Louvre este fin de semana es una metáfora del momento de inestabilidad política que vive el país galo. Por eso mismo que De la Fressange haya explicado personalmente que ella un día se puso para una sesión de fotos algunas de las piezas hurtadas también cobra un sentido especial.

De la Fressange tuvo el privilegio de lucir el conjunto de zafiros y diamantes de las reinas María Amélie y Hortensia para una sesión fotográfica que se realizó en 1987 para la revista especializada en arte (hoy propiedad del conglomerado del lujo LVMH) Connaissance des Arts. El fotógrafo encargado de la sesión fue Arnaud Carpentier, quien reflejó en las imágenes no solo el carisma de la modelo sino también el esplendor de unas joyas que fueron propiedad de la reina Hortensia y que siempre han tenido también gran valor histórico, dado que son una representación clarísima de los últimos coletazos del esplendor imperial de Francia antes del fin de sus linajes reales.

El tono irónico De la Fressange en su pie de foto es evidente: no solo por la alusión a la autorización “especial y única” que recibió para ponerse las alhajas sino también por la forma en la que se refiere al director creativo de Chanel, autor del vestido elegido para la ocasión y amigo íntimo (“Karlito”).

Las piezas que luce son las que adquirió el rey Luis Felipe (1830-1848), cuando aún era duque de Orleans, para Hortensia de Beauharnais, madre de Napoleón III aunque luego también se las pondría la reina María Amelia, como atestiguan muchos de los retratos de la época.

A la reina María Amelia la inmortalizó, por ejemplo, el pintor Louis Hersent en 1836. Se desconoce quién encargó las piezas y quién fue el joyero que las diseñó. El collar tiene ocho zafiros, rodeados de 631 diamantes engastados en oro. Fue adquirido por el Gobierno francés en 1985 a la antigua colección de la casa de Orleans.

Estas joyas estaban expuestas en la Galería Apolo del museo cuando unos delincuentes robaron parte de ellas el 19 de octubre.

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