Jean-Charles de Castelbajac, el colorido diseñador pop que ha pasado de vestir a Farrah Fawcett a crear las casullas del clero en la reapertura de Notre Dame
Nacido en Casablanca, ha trabajado con Sportmax, Ellesse, Courrèges o Benetton y colaborado con artistas como Andy Warhol o Miquel Barceló. El arzobispo de París le encargó 2.000 artículos para vestir al clero durante las celebraciones por la reapertura de la catedral, devastada por un incendio en abril de 2019
La reapertura de la catedral de Notre Dame de París cinco años después del devastador incendio que obligó a cerrar sus puertas en abril de 2019 ha reunido este sábado en la capital francesa a 1.500 invitados y 40 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. El jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, ha calificado la jornada de “día histórico” y ha pedido a Trump y Zelenski continuar “la acción común por la paz y la seguridad”. En contraste con la ropa monocolor de los políticos, que para hacer frente al frío parisino apostaron por abrigos oscuros, trajes negros o azul marino —con una llamativa corbata amarilla en el caso de Trump—, los religiosos presentes en el templo aportaron el toque de color. Sus vestimentas litúrgicas, de fondo blanco vainilla salpicado de cruces doradas, azules, verdes, amarillas y rojas, llamaron la atención. ¿El responsable? El creativo a quien se han encargado las prendas para las celebraciones de las jornadas de reapertura del templo: Jean-Charles de Castelbajac, un diseñador pop excéntrico, cuyo sello son los colores llamativos, que antes de vestir a los curas de Notre Dame ha trabajado con firmas como Sportmax, Ellesse, Courrèges o Le Coq Sportif, ha sido director creativo de la firma italiana Benetton y ha colaborado con artistas como Andy Warhol, Miquel Barcelo, Keith Haring o Jean Michel Basquiat.
Fue Laurent Ulrich, arzobispo de París, quien le encargó que diseñara 2.000 artículos —desde casullas a dalmáticas, mitras o estolas— para vestir a los religiosos durante las celebraciones de reapertura de Notre Dame, una renovación que en la que han trabajado más de 2.000 trabajadores y que ha supuesto una inversión de 850 millones de euros en donaciones realizadas por cerca de 340.000 donantes de 150 países. Precisamente, los actos solemnes han arrancado con Ulrich golpeando el portón de la catedral con su báculo, con un atuendo firmado por De Castelbajac. “Cuando una catedral se convierte en pasarela”, titulaba la periodista especializada en moda Dana Thomas (autora de Fashionopolis, ed. Superflua, 2019) la entrevista en The New York Times realizada al diseñador días antes de la presentación en público de sus prendas. De Castelbajac le contaba que la inspiración para las casullas partió de obras de arte: las cruces doradas del centro salieron de un retablo del escultor francés Marc Couturier creó para Notre Dame en 1993 y los parches con otras cruces de colores evocan las vidrieras de este templo gótico y también la famosa e hiperreproducida obra Radiant Baby de Keith Haring, que representa a un bebé gateando rodeado de rayos de sol. Haring, que falleció a consecuencia del sida en 1990, con 31 años, era amigo del diseñador, que le ha homenajeado en algunas de sus colecciones. “En la iglesia, lux significa luz”, explicó el diseñador a Thomas, “por eso propuse a monseñor Ulrich diseñar una cruz radiante para las vestiduras litúrgicas: para expresar esta energía, vibración, rayos de luz”.
No es la primera vez que De Castelbajac —que tiene 75 años y nació en Casablanca, Marruecos— ha vestido al clero católico. En 1997, diseñó las vestimentas oficiales de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en París y el entonces Papa, Juan Pablo II, llevó una casulla en la que también destacaban cruces coloridas sobre un fondo blanco. Además, el diseñador procede de una familia de la aristocracia francesa (tiene el título de marqués), sus antepasados se remontan a la época de las Cruzadas y una de sus primas está en proceso de canonización.
“Diseñador visionario, anticipó lo que hoy constituye los cimientos de la nueva creación: la unión del arte y la moda, la diversión y las colaboraciones. Su ropa y su arte están habitados por su pasión por la historia, el mundo de la infancia y el Pop art”, explican en su página web. A finales de los años sesenta fundó con su madre la empresa Ko & Co. y su primer diseño fue un abrigo hecho a partir de una manta. Por aquel entonces, la interiorista Andrée Putman le dio el título de “Courrèges de los años setenta”. En 1974 cofundó Iceberg, en 1978 creó la marca que llevaba su nombre —en la que permaneció hasta 2016— y nunca ha dejado de colaborar con otras firmas ni de vestir a rostros conocidos: él fue el responsable del vestuario de Farrah Fawcett en Los ángeles de Charlie, y ha vestido a Madonna y Lady Gaga. Cuando Benetton lo fichó en 2018 como director creativo, el presidente de la compañía, Luciano Benetton, destacó “su experiencia, carisma y su habilidad para predecir las tendencias sociales y de moda”.
La indumentaria de los sacerdotes no ha sido el único vínculo con el mundo de la moda de la reapertura de Notre Dame. Cuando se inició la reforma del templo, que es Patrimonio de la Humanidad y uno de los grandes exponentes del estilo gótico, los dos gigantes de la industria de la moda, LVMH y Kering, anunciaron donaciones millonarias para contribuir a que recuperara su esplendor. Bernard Arnault, CEO de LVMH y el hombre más rico de Francia, donó 200 millones de euros, y François Pinault, fundador de Kering, anunciaron una aportación de 100 millones para restaurar uno de los monumentos más visitados de París, que en 2018 había sumado 12 millones de visitantes. Ese mismo año, la gran exposición del Costume Institute del Met de Nueva York —cuya gala de presentación es una de las citas imprescindibles del mundo de la moda cada año a principios de mayo— exploró la influencia del imaginario católico en el mundo de la moda bajo el título Heavenly Bodies (Cuerpos celestiales). Su comisario, Andrew Bolton, aseguró en ese momento que le había sorprendido constatar el estrecho vínculo estético entre esa religión y la moda: “La exposición trata sobre los diseñadores que se involucran con la imaginería católica, la iconografía católica y el simbolismo católico (...) Como comisario, siempre estás interesado en lo que impulsa la creatividad y los impulsos de un diseñador. Nunca pensé que el catolicismo fuera uno de esos factores, pero descubrí que sí lo era”, afirmó en una entrevista
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