Ludovic de Saint Sernin: “La moda a veces consiste en crear algo que no existe, pero con lo que la gente se sentirá identificada”

Si los cambios sociales son uno de los interruptores que activan la rueda de la moda, Ludovic de Saint Sernin (Bruselas, 33 años) se adelantó al movimiento que abrió el debate sobre el género con la primera colección de su firma homónima, en 2017. Cuando se abogaba por el normcore como sinónimo de unisex, él rompió esquemas al reapropiarse del lenguaje tradicional de la sexualidad. Solo que lo sacudió de connotaciones caducas formulándolo en prendas para hombre y, desde hace un par de años, para cualquier género. Referencias al bondage, transparencias o corsés, pero trenzados con mirada romántica. Dua Lipa o Bad Gyal son asiduas. En 2018 estuvo nominado al premio LVMH y en 2022 fue nombrado director creativo de Ann Demeulemeester. Solo presentó una colección para la casa, que abandonó a los pocos meses. ¿Dirigir una gran marca no fue como esperaba? “No tengo libertad para contarlo, porque no puedo hablar del asunto”, dice. Ahora vuelve a estar concentrado en su firma y en febrero lo celebró con un desfile en Nueva York, en colaboración con la fundación Robert Mapplethorpe. Las provocadoras imágenes del fotógrafo, así como la cultura gay del Manhattan de los setenta y ochenta siempre han estado entre sus referencias. “Descubrí su historia leyendo Éramos unos niños de Patti Smith cuando tenía poco más de 20 años. Me fascinaron su vida y su trabajo, que es una herramienta para el autodescubrimiento. A mí me cambió la vida”.

A dos días de la cita ultimaba detalles en un showroom con vistas sobre la ciudad: supervisar a los modelos, ajustar con precisión, revisar cada movimiento de las telas. Piergiorgio del Moro, uno de los directores de casting más reputados, organiza con él las salidas. El propio De Saint Sernin podría ser uno de los maniquíes (de hecho, ha desfilado para Rick Owens), hasta que apaga la música y se sienta a contestar con absoluta calma esta entrevista.

Los diseñadores disponen de muchos canales para comunicar sus colecciones. ¿Por qué eligió presentar esta en un desfile neoyorquino?

Cuando estudias moda, desfilar en Nueva York siempre es un sueño y la colaboración con la fundación de Mapplethorpe lo hace más especial. Supo capturar a través de sus fotografías a toda una comunidad de personas que eran sus amigos, sus amantes, sus clientes, artistas… y para poder contar su historia completa necesitaba una experiencia física. A través de un desfile puedo sacar a esos personajes del encuadre para colocarlos en la pasarela. Él es una leyenda en la ciudad y nosotros tenemos a una gran base de seguidores aquí.

Aunque más que seguidores, podría decirse que son auténticos fans [muchos acudirán al desfile vestidos de arriba abajo con sus creaciones], ¿por qué cree que su propuesta conecta tanto?

Yo personalmente suelo conectar más con los artistas cuando siento que me están contando su historia personal. En el caso de la moda a veces consiste en crear algo que no existe, pero con lo que la gente se sentirá identificada. Siempre he buscado que mis colecciones sean diarios íntimos donde pongo experiencias que vivo, mías o de mis amigos, de mi comunidad.

Cuando empezó con su marca, rompiendo con los clichés estéticos asignados a cada género, la industria entendía que una prenda unisex era una camiseta blanca o un chándal gris.

Sí, pero no me paré a pensarlo. Hice lo que me salía de dentro, sin ninguna agenda, y lo que salió conmovió a muchos. Me di cuenta de que no estaba solo, fue como lanzar al mar un mensaje en una botella, sin saber si alguien contestaría, y recibir respuestas de todas partes del mundo.

Se convirtió en el niño bonito de la moda con su primera colección. ¿Sintió presión?

¿La externa? No. Siento la que me pongo a mí mismo porque quiero crear algo que sea emocionante y nuevo con cada colección. Soy Virgo y siempre estoy buscando la perfección, así que esa es la presión que tengo. Es una progresión natural, cada temporada aprendo algo nuevo sobre mí así que, como mis colecciones son diarios, siempre tengo algo nuevo que contar, una nueva experiencia.

¿Cómo llegó a colaborar con una marca española como Tous para las joyas de esta temporada?

Los conocí a través de un amigo en común y tuvimos una conexión inmediata, fue todo muy natural. Compartimos valores porque Tous es una marca familiar y propone piezas con vocación de ser conservadas para siempre. Mi marca tiene siete años y Tous 100, así que me empapé mucho de toda su experiencia y creo que ellos también estaban deseando aprender de la mía. Nos reunimos con ellos en sus oficinas y todo fue muy cálido y amable.

Nació en Bélgica, creció en Costa de Marfil y con ocho años se mudó a París. ¿Cómo fue?

Mis primeros recuerdos son de África, dibujaba la naturaleza y estaba obsesionado con un pájaro, el martín pescador. Luego me enamoré de La Sirenita y la pintaba a ella o a mis Barbies. Con ocho años me mudé a Francia y pasé de ir a una escuela local en África, con uniforme, a un colegio parisino y elegante en el que importaban las etiquetas. Yo no entendía nada, no entendía que la ropa decía mucho de mí. Creo que fue entonces cuando inconscientemente pensé que tenía que aprender a expresarme a través de las prendas y la moda se convirtió en algo real y en una meta.