_
_
_
_

Matilda cumple 30 años (y el tiempo le sienta muy bien)

La heroína feminista de Roald Dahl llega a las tres décadas mucho más fresca que otros personajes del autor. En los primeros borradores, el final iba a ser muy distinto.

A Matilda el paso del tiempo le ha sentado muy bien.
A Matilda el paso del tiempo le ha sentado muy bien.

Las cosas no empiezan bien para Matilda. Incluso para el estándar de Roald Dahl, que dio escenarios crueles y dickensianos a todos sus héroes, Matilda arranca su historia como la niña de cinco años y medio más infeliz que se recuerde. Sus padres son sencillamente horribles. El señor Wormwood, “un hombrecillo de rostro malhumorado” que hace trampas para vender coches usados no tiene ningún aprecio por ella, su madre, vanidosa y egoísta, menos aún. “Matilda anhelaba que sus padres fueran buenos , cariñosos, comprensivos, honrados e inteligentes, perro tenía que apechugar con el hecho que no lo eran”, nos dice Dahl.  Fuera de casa no va mucho mejor. Su colegio está dirigido por la odiosa señorita Trunchbull, una abusona de manual que vive para aterrorizar a los niños que están a su cargo.

Con este sombrío panorama arranca Matilda, la novela juvenil de Roald Dahl que cumple ahora 30 años. Alfaguara saca una edición especial aniversario –los derechos de autor, como los de toda la obra de Dahl, van íntegros a su fundación, que apoya varias causas relacionadas con la alfabetización pero también con la neurología y la hematología, los campos de la medicina que afectaron a dos de sus hijos– y en Gran Bretaña, el ilustrador Quentin Blake ha diseñado varias portadas para unas ediciones de coleccionista en las que imagina qué estaría haciendo la niña a los 35 años y medio. En una de ellas es astrofísica, en otra viajera y en a tercera, la directora de la Biblioteca Británica. Un asistente le trae un tomo y ella dice: “Aquí hay uno que no he leído”. “Ha sido muy especial revisitarla después de todos estos años y maravillarme de la mujer en la que podría haberse convertido”, escribe Blake en el prólogo.

Ambos, autor e ilustrador, colaboraron desde 1978 hasta 1989, en la que fue su década prodigiosa. En esos años vieron la luz Los cretinos, La maravillosa medicina de Jorge, El gran gigante bonachón, Las brujas, La jirafa el pelícano y el mono, Cuentos en verso para niños perversos y otras colecciones de poesía, además de la única obra de Dahl que tiene a una niña como protagonista, la diminuta Matilda.

Aunque toda la obra del galés goza de excelente salud comercial y se reedita constantemente, a Matilda, el libro y el personaje, les ha sentado especialmente bien el paso del tiempo. Cuando School Library Journal, el medio que utilizan los bibliotecarios estadounidenses (¡como la señora Phelps, la bibliotecaria que le cuenta a Matilda que los libros se pueden llevar a casa y le deja Oliver Twist y Tess la de los D’Ubervilles!) hizo una macroencuesta en 2012 para votar los mejores libros infantiles, Matilda quedó la número 30 y adelantó al resto de libros de Dahl, incluido Charlie y la fábrica de chocolate. “Esto es lo más cerca que estuvo Dahl de tener una visión feminista y las niñas de todo el mundo aman a Matilda. Ella fue una especie de proto-Harry Potter, incluida, la familia odiosa y los poderes mágicos secretos. Para una generación, Matilda fue nuestra Harry”, defendieron entonces en la revista.

El libro, además, ha tenido especial suerte con sus adaptaciones. Danny De Vito, que ya había explorado las dinámicas de las familias no funcionales en Tira a mamá del tren y La guerra de los Rose la llevó al cine en 1996 tomándose algunas licencias con el material original pero preservando su espíritu retorcido. Además, tuvo la suerte de encontrar en Mara Wilson la cara perfecta para Matilda. Perspicaz pero no convencionalmente adorable y con ojos capaces de mover objetos y de identificar adultos chanchulleros. “Matilda no es condescendiente con los niños, no los sentimentaliza, y por eso parece sincera y hecha desde el corazón, además de divertida”, escribió en su día el famoso crítico Roger Ebert.

El musical, que se estrenó en el West End de Londres en 2011 y en Broadway en 2013 con libreto de Tim Minchin, también se puede considerar un éxito arrollador. Las cuatro primeras Matildas, que se turnaban en el papel, ganaron el premio Laurence Olivier a la Mejor actriz de musical en el año de su debut en Inglaterra y las cuatro Matildas estadounidenses también se llevaron el Tony. El crítico del New York Times dijo que era “el musical más satisfactorio y subversivo que ha salido jamás de Gran Bretaña” y en general la crítica lo colocó a la altura de clásicos modernos como Billy Elliot y El Rey León.

¿Hubiera ocurrido todo esto si Dahl hubiese mantenido el final original que planeó para Matilda? En 2003, 13 años después de la muerte del escritor, la familia revisó sus papeles y manuscritos de cara a la apertura del Roald Dahl Museum en Missenden, (Buckinghamshire) el pueblo donde vivió durante 36 años. Entonces se descubrió que en la primera versión de la novela la niña moría al final, en lugar de abandonar a su odiosa familia e irse a vivir con su bondadosa profesora, la señorita Honey. En ese borrador, Matilda tenía un punto mucho más malévolo, que terminó por suavizarse. La niña de ficción que conocemos sólo utiliza sus poderes para dar su merecido a aquellos de su entorno que se muestran crueles con los niños.

Muchos lectores han descrito el final definitivo como emocionante porque reconocía formas de familia no tradicionales. Miss Honey y Matilda acaban adoptándose la una a la otra y formando su propio núcleo monoparental.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_