Los comensales soñados por el jurado de Masterchef
MasterChef, el líder de los concursos de cocina despierta tantas pasiones como sus tres jueces. Pedimos a Pepe, Samantha y Jordi que escojan a los comensales con los que rebañarían cualquier plato.
Mantenerse líder del prime time después del fenómeno de la primera edición era más que un reto para MasterChef. El concurso de TVE que busca al mejor cocinero amateur de España entre 15 candidatos sigue rompiendo moldes: superó los cuatro millones de espectadores el año pasado y esta temporada lo sigue más del 50% de la población.
No hay duda, una de las razones del triunfo es su carismático jurado, formado por Samantha Vallejo-Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz. Superado el ecuador del programa, los tres se muestran satisfechos. «Esta vez nos ha costado un poquito más enderezarlos», bromea Samantha, en referencia a la nueva hornada de participantes. Díscolos o no, estos contagian a la audiencia su deseo de aprender nuevas recetas. Un ejemplo: el del cachopo. Para quienes no sepan qué es –que ahora serán menos gracias al momento televisivo en el que mostraron cómo se cocinaba–, se trata de una especie de sanjacobo típico de Asturias. «A mí me han mandado 7.000 fotos de cachopos», dice Samantha. «Una amiga de 70 años se puso a cocinarlo a la una de la mañana, después de ver el programa». Y la fiebre se contagia: Top Chef, Deja sitio para el postre… Proliferan conceptos similares en la pequeña pantalla. Hasta se está cociendo una serie, Chiringuito de Pepe, en la que Santi Millán es un cocinero.
«La clave de nuestro éxito también está en que la gente se identifica con los concursantes», opina Pepe Rodríguez. Los diferentes perfiles (de edad, profesión…) despiertan filias y fobias, y las situaciones que se dan se convierten en retos para los seguidores. «Se dicen: “Si a mí me dieran un pescado así y una hora, ¿qué haría?”», añade Jordi. «Hay un tiempo límite, una cámara y un redactor detrás… ¡Seguro que yo no pasaba muchas pruebas!». Que se trate de un formato blanco (no sensacionalista) que reivindica la cocina española también influye en el reconocimiento. S Moda le ha propuesto a este jurado de excepción que invite a tres actores amantes de la buena mesa a sacar su chef interior. He aquí el sabroso resultado.
Emil junto a Samantha y Pepe
TVE
01. PEPE RODRÍGUEZ Y BELÉN LÓPEZ, GUSTOS TERRENALES
Al alma de los restaurantes toledanos El Bohío y La Casa del Carmen (ambos estrella Michelin) se le ve muy cómodo durante la sesión de fotos, jugando a poner morritos y cara de malo cada vez que se lo pide el fotógrafo. «Mira, mira, ¡y dice que no es actor!», se ríe Belén López, quien anda cerrando etapa con la serie Amar es para siempre y prepara el thriller Garantía personal. «Ni hablar, yo me dedico a la cocina», se defiende él. «Nunca soñé con actuar, aunque tampoco con ser cocinero». Cuenta que le vino un poco por obligación familiar, y luego le cogió el gusto. «Tú eres actor, que yo te he visto en el Junior», insiste Belén, haciendo alusión a la versión de MasterChef que se hizo con niños como participantes. De hecho, una de las cosas más comentadas es si el jurado usa un guión. Pepe lo desmiente: «Cuando trabajo, pienso en los platos. Quizá vas creando un personaje sin quererlo, no sé si soy así de friki».
La actriz tiene mano con los fogones. ¿Sus especialidades? «Papas con alcachofas, salmorejo, carne con tomate… Soy más del aquí te pillo, aquí te mato», bromea. Le divierte ejercer de anfitriona. «Pero más que de poner bonita la mesa, soy de que haya comida en abundancia. En la vida hay que ser generosa para todo. Como actriz, para cocinar, para cantar… Yo no sé qué opinará Pepe de esto, pero yo, cuando cocino, me digo: “¡Una pizquita más!”». El toledano asiente, pero se declara más frío en este sentido: «Poner cariño está bien, pero hay que tener técnica», argumenta. «Hay gente que solo sabe asar un cordero, hacer una tortilla de patatas… Pues yo digo: “No me lo toque, ¡si eso es fantástico!”. No todo el mundo tiene por qué modernizar la cocina. Igual que yo no dejaría que me haga la casa alguien que no es arquitecto».
Belén entiende la repercusión del programa: «Es como lo de Ocho apellidos vascos. ¿Por qué va la gente al cine? Porque se trata de un conflicto nuestro, real, que interesa. Con la cocina ocurre lo mismo». Y si bien ambos agradecen todo lo bueno que les ha aportado la tele, no le dan demasiada importancia. ¿Acaso no son los chefs las nuevas estrellas del rock? «Sí, ¡y me encanta que sea así!», exclama ella. «A mí me gustaría que se normalizase un poco esta moda», responde Pepe. «Dignificar la profesión está bien, pero por salir en la tele los cocineros no nos tenemos que poner gafas de pasta rosas ni mirar a la gente por encima del hombro. Y esos compañeros que dicen: “Tú no entiendes lo que hago”. ¡A ver si ahora voy a tener que hacer tres carreras para ir a un restaurante!».
Samantha lleva vestido y cinturón, ambos de Etro; sandalias de Michael Kors; gafas de Dolce & Gabbana y pulsera de plata de Samy Fork by Samantha Vallejo-Nágera.
Pablo Zamora
02. SAMANTHA VALLEJO-NÁGERA Y JAVIER PEREIRA, 'GOURMETS' SIN COMPLEJOS
La representante femenina de los tres jueces dice que de pequeña soñaba con ser actriz, aunque hizo alguna prueba y no parecía tener dotes para ello. «Siempre he sido muy comunicativa», comenta Samantha Vallejo-Nágera. Y le confiesa al actor Javier Pereira que, si le surgiera la oportunidad de hacer cine, se lanzaría a la piscina sin dudarlo. «Cuando tuve a mi último hijo, me dije: “Me gustaría hacer televisión”. Y a las dos semanas ya tenía un programa en el Canal Cocina».
Samantha, apodada hace tiempo Samantha de España, nombre que también lleva la empresa de catering que dirige, transmite una energía incombustible. La misma que la ha llevado a crear su propia línea de pulseras (Samy Fork) y gadgets de cocina. El constante aprendizaje parece ser su filosofía: «Sueño con hacer viajes culinarios. Me queda muchísimo por descubrir, nunca dejas de aprender en este mundo».
Lejos de la imagen algo seria que proyecta a veces en el programa, resulta muy disfrutona y natural en las distancias cortas. Igual que el ganador del Goya al mejor actor revelación por Stockholm, inmerso ahora en los ensayos de la obra de teatro El principio de Arquímedes, que se estrenará en septiembre. Su plato estrella (según explica bajo la atenta escucha de Samantha) es una tortilla de patatas con zanahoria, pimiento verde y cebolla, muy poco hecha. A él le gusta la forma que tiene MasterChef de revalorizar el papel de la cocina en la cultura española. «La gastronomía es fundamental en nuestro país, esas sobremesas de tres o cuatro horas… Por eso está tan de moda el programa. Es muy gratificante cocinar para amigos, juntarse en torno a una comida», comenta. Este concepto de la mesa como lugar de disfrute es compartido. Samantha nunca programa almuerzos de trabajo, y Javier la apoya: «No hay que mezclar cosas serias con la comida».
Andar a la búsqueda de restaurantes nuevos es otra pasión que tienen en común. Sin prejuicios de ningún tipo. Una de sus grandes aficiones es quedar con amigas para caminar y después terminar en cualquier nueva apertura. «Cada cosa tiene su sitio. Me divierte mucho más comer en puestos callejeros, por ejemplo, que en un espacio de alta cocina. La vanguardia está bien para probar de vez en cuando, al igual que no vas a un concierto de música clásica todos los días. Además, yo valoro por igual la tortilla de patatas que hace Javier que lo que cocinan en una casa de comidas o la niña que hace cupcakes…», asegura.
Se entusiasman revelándose descubrimientos: un pequeño japonés casero, un local donde comer de pie… «Me encanta todo. El otro día estuve en McDonald’s. ¡No veas la cara de sorpresa de la gente! Es divertidísimo. Me lo pidieron los niños y la gente me miraba en plan “te hemos pillad0”», dice Samantha.
Jordi lleva traje de Emporio Armani, camiseta de Intimissimi y zapatillas de Onitsuka Tiger. Elia, vestido de Zuhair Murad y zapatos de Christian Louboutin. Mesas y sillas, todo de Barataria.
Pablo Zamora
03. JORDI CRUZ Y ELIA GALERA, SIN MIEDO AL DESAFÍO (CULINARIO)
Celebrar unas Navidades con 30 invitados siguiendo al pie de la letra unas recetas de El País –que hacía por vez primera– es un reto digno de una profesional. La valiente que se atrevió (y lo superó con éxito), Elia Galera, estaría encantada de participar en MasterChef. «Nunca he tenido una mala crítica», dice la actriz de la serie El Príncipe, y rompe en carcajadas. Similar carácter vacilón muestra Jordi Cruz, quien asegura con sorna que las críticas las lleva bien: «Las buenas, genial. Las absurdas, mal». Y apostilla: «Nos desvivimos para hacer feliz al que se sienta a la mesa. El que no venga al restaurante a disfrutar, que se quede en casa». En Barcelona él tiene tres: Abac (dos estrellas Michelin), L’Angle (una estrella) y Ten’s. ¿Sería un juez muy duro con Elia? «Si lo haces bien, te premio. Si lo haces mal, te lo volveré a repetir. Pero si lo haces mal porque te lo tomas a broma o eres un gandul… te azoto», asegura. «Me exaspero a veces en el programa porque me ofenden la pereza y la desidia».
Lo de niño prodigio ya no va con este catalán de 37 años cuya primera Michelin le llegó a los 24 y a quien su padre vaticinó de pequeño que sería «un delincuente», como cuenta entre risas. La que sí acertó su porvenir entre fogones fue su madre, gran cocinera. Galera, quien se define como «una mujer a la que sale más económico comprar un traje que invitarla a cenar», atesora recetas maternas y se declara algo reticente a abrazar la cocina de vanguardia. «A mí me va la parafernalia», admite Jordi. «Pero si le pongo un menú de seis platos lo va a disfrutar. Hay casas donde te ponen muchas chorraditas sin sentido y eso genera opiniones como la suya. Un gazpacho en espuma por el mero hecho de que es espuma… pues no». Mientras intercambian recetas y hablan de costumbres perdidas en la mesa, la actriz explica: «No soporto comer viendo la tele, para eso soy bastante exigente. Y ceno pronto para estar con mis hijas, para mí es parte de la educación».
Este toque serio también lo tiene Jordi, quizá el mayor descubrimiento de MasterChef. La comentadísima portada que hizo sin camiseta para la revista Men’s Health es una prueba de que ha sabido sacar su lado gamberro. Pero lo de sex symbol no le interesa, y reconoce que no ve la serie de Elia «por lo pesadas que están todas las tías con Rubén Cortada [el protagonista]. Que sí, que es muy guapo…», bromea. No deja que la popularidad se le suba a la cabeza. «Si le das protagonismo a un pollo en la tele, a las dos semanas todo el mundo conoce el pollo. Pero ¿qué habrá aportado de nuevo? Nada», dice. Sus sueños tienen más que ver con Abac. «Que nos den las tres puñeteras estrellas Michelin. Aunque no pasa nada: Joan Roca estuvo ocho años esperándolas. Nosotros somos tercos y lo hacemos muy rico». Justo ese es el espíritu de MasterChef.
Vicky junto a Jordi
TVE
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.