Las lecciones claras de Ellen Pompeo para empoderarse y negociar mejor tu salario
La protagonista de Anatomía de Grey cobrará más de 20 millones de dólares al año. Así es cómo dejó claro al estudio que no ganaría menos dinero por ser mujer.
Hasta cuando parecen muy reveladoras, las entrevistas promocionales de los actores suelen moverse dentro de unas pautas. El último papel que han hecho siempre es importantísimo y les ha cambiado la vida, sus ambiciones van más allá de la vanidad y el dinero, y su humor tendrá un punto de self-deprecation (incluirá algún detalle ligeramente embarazoso) pero sin dejar que el receptor llegue a olvidar por qué es una estrella. Las dos partes, entrevistador y entrevistado, aceptarán el trato y todo el mundo se irá contento a casa, sobre todo el agente y los publicistas, que siempre están al acecho para que su representado no se salga del guión.
Por eso ha sorprendido tanto la entrevista de portada que ha concedido Ellen Pompeo al Hollywood Reporter, porque rompe casi todas las reglas de lo que se supone que hay que decir en la industria del entretenimiento. El motivo principal no es hablar de su longeva carrera (Anatomía de Grey va por la temporada 14 y ha firmado hasta la 16) sino el dinero. La actriz, productora y directora de 48 años ha negociado un acuerdo con el canal ABC que la convierte en la actriz mejor pagada de la televisión. Aunque aun está algo lejos de los 27 millones de dólares que gana Jim Parsons por The Big Bang Theory, Pompeo ganará algo más de 20 millones de dólares el año dentro de un paquete que incluye 575.000 (unos 470.000 euros) por episodio, más un bonus “de siete cifras” y acciones que le reportarán otros 6 ó 7 millones. Además, cobrará como productora del spin off de la serie que se estrenará en primavera (y cuyos protagonistas serán bomberos y no médicos) y obtiene una oficina para su productora, Calamity Jane, que ya ha vendido una seria a ABC y otra, sobre diseñadores de moda estadounidenses, a Amazon.
Estos son todos los motivos por los que la entrevista de Pompeo, que se crió en un barrio duro de Boston (su madre murió de sobredosis cuando ella tenía cinco años) y alude a menudo a ello, resulta refrescante y poco habitual y se está compartiendo en las redes casi como un tutorial de autoayuda, sobre todo entre mujeres que dicen que se han sentido inspiradas para pedir un aumento de sueldo:
–Admite su lugar no estelar en la industria y que el papel no le motivaba. Pompeo habla con sinceridad de los altibajos en su carrera pre-Grey, cuando hizo un buen papel en la película El compromiso, con Susan Sarandon, Jake Gyllenhaal y Dustin Hoffman, y, según ella, los grandes directores llamaban a su puerta. Dos años después, cuando su carrera estaba en el dique seco y le ofrecieron hacer el casting para una nueva serie sobre un hospital en Seattle, su reacción fue de ofensa. “No me puedo pasar cinco años ahí. Soy una ACTRIZ”, dice que pensó. Más sorprendente aún es el análisis que la intérprete hace de su actual lugar en la industria: “No soy la actriz más relevante. Sé que esa es la percepción de la industria porque he hecho este papel durante 14 años. La verdad es que cualquiera puede ser bueno en una o dos temporadas, pero ¿14? Eso requiere una habilidad especial”. Además, Pompeo se compara con las actrices que sí son “relevantes”. No las nombra pero es fácil poner la cara de una Jennifer Lawrence o una Margot Robbie al perfil que dibuja, y las considera pobres esclavas de la industria: “A mi no se me percibe como necesariamente exitosa, pero a una chica de 24 años con un par de películas grandes sí, aunque se le esté pagando una mierda, desde luego menos que a su compañero masculino y sin derecho a beneficios de la película. Van a explotarla hasta tenga 33 ó 34 años y luego la retirarán como si fuera la basura de ayer. ¿y entonces qué le queda? Estas chicas no tienen dinero de verdad y el estudio está ganando una fortuna y las pasea en al alfombra roja como ponis de concurso”. En otro momento de la entrevista, reconoce que “no va a ser una estrella de cine” tras Anatomía de Grey. “No soy Julia Roberts”, dice, con realismo.
–Habla de dinero .“Faye Dunaway va por ahí conduciendo un puto Prius. No hay nada malo en eso, pero no tiene poder financiero y si vamos a invocar el cambio, el dinero tiene que formar parte de él”. Ellen Pompeo, como su mentora, la showrunner Shonda Rhimes, cree que la equiparación salarial es una parte fundamental de la lucha feminista (un punto discutido por las críticas del “feminismo corporativo” o “feminismo blanco”, pero ese es otro tema). No siempre fue así. La actriz admite que su “educación católica irlandesa” le hacía no querer parecer demasiado avariciosa, así como una variante del femenino Síndrome del Impostor. “Un tío nunca tendría ningún problema por pedir 600.000 dólares por episodio, pero como mujeres pensamos: ¿me estoy pasando?”. Entonces hizo los números. Su agencia recopiló una serie de estadísticas y concluyó que Anatomía de Grey, una serie que jamás está en la contienda de los Globos y los Emmy ni en la lista de las mejores ficciones del año pero que se ve fielmente en 220 territorios alrededor del mundo, generaba unos tres mil millones de dólares para Disney y ella interpreta al personaje que da nombre a la serie. Dos más dos, cuatro.
Poniendo su negociación en el contexto de #MeToo y #TimesUp, Pompeo dice que sentarse con actrices ganadoras de Oscar contando historias de acoso sexual “ha sido terrorífico. Y confirmó que mi camino era el adecuado para mi. He escogido empoderarme económicamente para no tener que estar buscando trofeos y esquivando a los depredadores”.
–Deja bastante mal de sus compañeros. Patrick Dempsey, que empezó como protagonista masculino de la serie y tuvo una salida traumática, no sale muy bien parado en la entrevista. Según Pompeo, ella intentó negociar conjuntamente, siguiendo el famoso modelo colectivo que llevó a los protagonistas de Friends a cobrar un millón de dólares por capítulo en las últimas temporadas. Dempsey la rechazó varias veces y eso la espoleó para querer cobrar no lo mismo sino más que su compañero. “Pedí 5.000 dólares más solo por mis principios, porque la serie se llama Anatomía de Grey y yo so Meredith Grey”. No se los dieron pero no quiso irse porque “no iba a dejar que un tío me echara de mi propia casa”. Pompeo confiesa que sintió un puntito de alegría cuando Dempsey dejó la serie y, lejos de hundirse las audiencias, hubo un ligero repunte, aunque le dio rabia que la ABC se obsesionara con buscarle un sustituto inmediatamente. O, como ella dice, “el estudio y la cadena necesitaban un pene urgentemente”. Finalmente trajeron el de Martin Henderson, “y no funcionó”.
El resto del reparto de la serie tampoco queda muy bien. Aunque Ellen Pompeo no da más nombres, dice que todo el mundo “se portaba fatal” en determinado momento y ella también lo hizo. Eso no sorprenderá a los seguidores de la trastienda de la serie, aun más jugosa que la serie en si, y que ha vivido episodios como la salida de Katherine Heigl, que pidió que no se la tuviese en cuenta para los Emmy porque consideraba que su papel no había sido suficientemente bueno (por culpa de los guionistas y del estudio) o los insultos homófobos de un actor, Isaiah Washington a otro, T.R. Knight.
–Admite que no está en esto por el arte. Todo actor de promoción tratará de hablar de su “oficio” y de dónde ha sacado materiales emocionales para construir su último papel. Ellen Pompeo no. Admite que “actuar, para mi, es aburrido. Un actor es la persona menos poderosa del plato y me da igual perseguir papeles”. Aunque ha dirigido algunos capítulos de Anatomía de Grey, tampoco está ahí su vocación. Dice que eso le quita demasiado tiempo que preferiría pasar con sus tres hijos. En cambio, producir sí le resulta estimulante. Ella no se considera una artista, sino una trabajadora extraordinariamente bien pagada, y lo recalca cuando dice: “Mi camino no es para todo el mundo. Tienes que estar interesado en el negocio más que en la actuación”. Es decir, si lo que buscas son Globos de Oro, seguramente no llegarás a los 20 millones.
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