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Las diez lecciones magistrales que nos enseñó Diana Vreeland

La publicación de los ‘memos’ que dictaba desde su apartamento de Park Avenue nos dan pie a recordar las genialidades de la mítica editora de moda.

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Francesco Scavullo/ Cortesía de 'Diana Vreeland Memos'

Si hay una institución en la moda, esa es Diana Vreeland. Ella creó a la editora de moda tal y como la conocemos hoy en día. Pero a menudo, su trabajo y legado han quedado eclipsados por esa “excentricidad” con la que se tiende a adjetivarla. En su famosa columna Why Don’t You que inició en 1936 en Harper’s Bazaar, se adivinaba ya en ella una visión del mundo absolutamente revolucionaria. “Por qué no pintas un mapa del mundo en las cuatro paredes de la habitación de tus niños, así no crecerán con un punto de vista provinciano”. Pero Diana no era rarita, simplemente vivía unas cuantas décadas por delante de su tiempo.

El documental y el libro The Eye Has to Travel, proyectos ambos de Lisa Immordino Vreeland, mujer del nieto de la editora, la resucitaron del olvido y ayudaron a comprender un poco más la importancia de Diana como “la editora de moda”. Este octubre una nueva publicación añade nuevos datos sobre su particular visión. Diana Vreeland Memos, editada por su nieto Alexander Vreeland y publicada por Rizzoli, recoge una selección de los recordatorios mecanografiados con ideas, ocurrencias y comentarios que transcribieron a sus secretarias durante su estancia en Vogue como editora jefe entre 1963 y 1971.

Con mucha atención a los detalles, las “memos” de Vreeland, además de ser rompedoras por sus ideas avanzadas, nos hablan entre líneas de otra manera de hacer moda. Otorgando un gran peso a la creatividad, Vreeland era, más que una sagaz vendedora, una gran comunicadora. Sus poéticas palabras son seductoras imágenes que celebran la mujer independiente, invitan al progreso, exaltan el cambio y premian la autoaceptación. Abrazando siempre con entusiasmo aquello que olía a nuevo, Vreeland se apresuraba a compartirlo con su equipo para transformarlo en imágenes y lemas con la intención de hacer más feliz la vida de sus lectoras.

Pero, quizá lo más sorprendente de todo, es que casi cincuenta años después, muchas de esas notas pueden ser leídas en clave actual. Sus reflexiones acerca de la noción de belleza, la emancipación de la mujer o el valor de la moda y el estilo, podrían ser formuladas hoy en este mundo que celebra la fama instantánea y la belleza recauchutada. ¿Hacemos la prueba?

1. ¡Viva el estilo con personalidad!

Diana Vreeland era una gran defensora del estilo personal, más allá de la edad o las características físicas de uno mismo. “No intentes ser otra persona, simplemente muestra lo mejor de ti”, sentencia. Ayudar a sus lectoras a hacerlo entrañaba parte de su reto. El deporte y una vida sana eran sus ingredientes preferidos para sobrellevar la edad con elegancia.

2. Un must

Vreeland estaba continuamente al acecho de aquella prenda o complemento que cambiaría nuestra forma de vestir. En muchas de las notas insiste en piezas que sabe que cambiarán los hábitos de las mujeres de su época. Convertir la tradicional alpargata, asociada a los campesino en la época, en objeto de moda fue una de sus muchas ocurrencias.

3. La voz de la editora

En un momento en el que las marcas cada vez tienen más poder sobre las piezas editoriales de las revistas, sorprende y se agradecen los puños sobre la mesa que hace en algunas de las cartas. “Todo el mundo parece ser un editor frustrado!” exclama en una de ellas para tranquilizar a la editora Consuelo Crespi tras alguna trifulca con un diseñador poco contento con unas fotos. Cuantas editoras y estilistas estarán deseando hacerlo lo mismo en estos momentos…

WAI

Un ejemplo de los memorándums que Vreeland dictaba. 1971 como el año del lazo.

© Diana Vreeland Estate/ Cortesía de ‘Diana Vreeland Memos’.

4. Eres única

Diana Vreeland no era una belleza al uso. Su madre la llamaba fea, pero ella consiguió convertir su perfil en algo extraordinario y usaba su trabajo para reivindicar las narices importantes. Contraria a la cirugía estética, Barbra Streisand o Maria Callas fueron algunas de sus musas.

5. Belleza sin artificios

Vreeland imaginaba con claridad la imagen que quería transmitir y comunicaba con precisión a su equipo todos los detalles importantes a tener en cuenta para conseguirlo. Sonny y Cher tenían que ser fotografiados pero a Vreeland le aterrorizaba la cantidad de maquillaje que la cantante llevaba, así que indicó a su equipo que nada de kilos de base y rimel, debía ir a cara lavada. Que si hacía falta ya hablaría con Cher para hacerla entrar en razón.

6. Lo singular te hace especial

Al igual que las narices grandes, Vreeland parecía disfrutar buscando y resaltando características únicas. Resulta divertida la reivindicación a las pecas de las modelos que hace en una de sus notas a las que define como “coquetas”. Y es que todavía hoy, muchas modelos ven como sus pecas son camufladas bajo el maquillaje como algo que hay que esconder.

7. Más es más, pero menos puede ser más

Vreeland era concreta, pero también flexible y una mujer que sabía delegar. En una ocasión anota que hay que usar sombreros, bien grandes, para añadir a continuación que si a la chica no le quedan bien, que la fotografíen sin nada. Muchos de sus colaboradores explican el margen de libertad que otorgaba para hacer las sesiones de moda. Al no estar demasiado pautadas, la creatividad y la historia fluía dando lugar a imágenes que han trascendido en el tiempo.

8. Los famosos llegan a las revistas

Se dice que Vreeland fue la primera en poner a posar a rostros famosos de la cultura popular. En abril de 1965 abría la veda y comentaba que no quería usar modelos profesionales para Vogue, sino “actrices y chicas jóvenes y guapas de todo el mundo”. Por las páginas de sus revistas desfilaron la antes mencionada Cher. También Mick Jagger y los Beatles.

9. Denim Forever

“Los tejanos son la cosa más bonita desde que se creó la góndola” dice una de sus citas más famosas. Y en sus notas no se olvida de subrayar que el tejano es un invento que no hay de perder de vista, tanto por su color como por su tipo de tejido para pronosticar que será imporante.

10. El ojo tiene que viajar

El movimiento y el viaje fueron el motor de la filosofía de Vreeland. Ella fue la primera editora que mandó a sus equipos a destinos tan lejanos como Irán o Japón. Quería que sus lectoras viajaran con la revista y abrieran sus mentes a otras culturas. Su historia “The Great Fur Caravan”, fotografiada por Avedon en Japón, protagonizada por Verushka y con estilismo de Polly Mellen es, sin duda, uno de sus mayores hitos.

Vreeland, siempre auténtica

Francesco Scavullo/ Cortesía de ‘Diana Vreeland memos’

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