La tortuosa vida de Fiona Apple y la noche de excesos con Tarantino que la llevó a dejar la cocaína
La cantante iba para gran estrella, pero 1997 creó polémica al decir que la industria de la música era «una mierda» en los premios MTV y se anticipó al MeToo al contar en 1998 que había sido violada a los 12 años. Ahora regresa con ‘Fetch the Bolt Cutters’, grabado en su casa de Venice Beach, de la que apenas sale.
Dolorosa y caótica. Así recuerda la cantante Fiona Apple su relación con el director de cine Paul Thomas Anderson. Se conocieron en 1997, cuando ella tenía 20 y él 27, durante una sesión de fotos para la revista Rolling Stone. Ese año él estrenó Boogie Nights, con Mark Wahlberg como estrella porno de los setenta, y en 1996 ella había lanzado su aclamadísimo álbum de debut, Tidal (fue triple disco de platino en Estados Unidos y el single Criminal ganó el Grammy a Mejor interpretación de rock vocal femenina). Al instante se convirtieron en la pareja de moda: posaban juntos en las alfombras rojas, él dirigió algunos de sus videoclips –Fast as You Can, Hot Knife o Across the Universe, entre otros–, ella compuso el rap de Magnolia, por cuyo guion Anderson fue nominado al Oscar… Pero no todo era idílico en aquella época. Según cuenta la premio Pulitzer Emily Nussbaum en un perfil de Apple publicado en The New Yorker, aunque vivieron juntos varios años la relación del director y la compositora fue muy complicada.
Nussbaum señala que Apple recuerda que tras los Oscar de 1998 el director tiró una silla que cruzó una habitación volando por los aires, y entonces se dio cuenta que «esa relación no era buena», pero no la rompió. También narra que en 2000 la cantante estaba en tratamiento psiquiátrico por su Trastorno Obsesivo Compulsivo y tenía que hacer un voluntariado con otros pacientes en la sala de terapia ocupacional de la UCLA. Anderson la llevó hasta allí, dio un frenazo, le desabrochó el cinturón de seguridad y la empujó fuera del coche delante de todo el mundo. Y que cuando iban a las glamurosas galas y fiestas llenas de famosos, él sonreía pero le susurraba al oído que era una mala pareja. Apple recalca en la entrevista que ella nunca había querido hablar mal de su expareja –que desde 2001 vive con la cómica Maya Rudolph, con la que tiene cuatro hijos–, pero está harta de que los fans idealicen su relación, dado que esa nostalgia para ella remite a episodios violentos y momentos duros.
Fiona Apple, que en septiembre cumplirá 43 años, siempre ha sido una figura controvertida en el mundo de la música, aunque solo ha publicado cuatro álbumes (Tidal en el 96, When the Pawn… en 1999, Extraodinary Machine en 2005 y The Idler Wheel… en 2012). Con Tidal se convirtió en la nueva promesa de la industria, la joven compositora y cantante que todos esperaban. Solo un año más tarde, en 1997, su personalidad se impuso a lo que se esperaba de ella, y en ese momento comenzaron las polémicas. En los premios MTV subió al escenario para recoger de manos de Elton John el galardón a Mejor nueva artista (se impuso a Jamiroquai y al fenómeno de los hermanos Hanson) y dio un discurso que molestó a su gremio. Arrancó citando a la escritora y activista pro derechos civiles Maya Angelou y continuó dirigiéndose a la audiencia para decirle que la industria musical era una farsa: «Este mundo es una mierda y no deberíais modelar vuestras vidas en función de lo que creéis que pensamos que es guay, de cómo nos vestimos o de lo que decimos. Sed vosotros mismos». Chis Rock, el presentador de la gala, se burló de su actitud llamándola «Fiona X» en referencia a Malcolm X.
Desde ese momento, sus desencuentros con el mundo de la música y la prensa fueron constantes. En 1998 fue portada de Rolling Stone, con una entrevista de Chris Heath, que describía así a la artista: «En un momento era una niña abandonada. Al siguiente, una perra asesina. Pero tal vez solo es una chica joven con talento, problemas, y una adicción a decir la verdad». Con el periodista habló de su infancia –hija de dos actores que se habían conocido sobre las tablas de Broadway, nació en Nueva York y fue consciente a una edad temprana de sus problemas mentales, que la llevaron a consultas de psquiatra y terapia– y le contó sin tapujos que cuando tenía 12 años, la víspera del Día de Acción de Gracias, había sido violada en el descansillo del apartamento de su madre, donde vivían ella y su hermana. Tras diez minutos, y después de oír cómo el perro ladraba al otro lado de la puerta, ese extraño que se parecía a Jimi Hendrix y la amenazaba con un cuchillo la abandonó.
Esta revelación, realizada mucho antes de las acusaciones públicas del movimiento MeToo, marcó la percepción pública de su figura. En su entrevista con Nussbaum afirma que se la empezó a ver «como la santa patrona de las enfermedades mentales, en lugar de como una creadora». Entonces no había muchas artistas que revelaran los abusos que habían sufrido –como en los últimos tiempos sí han hecho Lady Gaga o Kesha–, y tampoco había tantos famosos que hablaran de sus enfermedades mentales en público para que se tomara conciencia de los comportamientos que a veces conllevan esos problemas. Se criticaba, además, su forma de actuar, por aparecer sexy en vídeos como el de Criminal y en sesiones de fotos como la que le hizo Terry Richardson para un artículo de Spin y a la vez defender su autenticidad y querer distanciarse de la industria.
Apple nunca ha ocultado sus adicciones, y en el perfil de The New Yorker explica al detalle que hubo una época en la que solía beber vodka hasta perder la consciencia cada noche; que un día estaba en casa de Johnny Depp tomando setas alucinógenas y acabó acostándose con un amigo que le recordaba al hombre que la violó con 12 años porque, simplemente, «dejaba que las cosas pasaran»; que dejó la cocaína tras «una noche insoportable» en la casa de Quentin Tarantino, en la que él y Paul Thomas Anderson no paraban de jactarse de sus logros. «Todo adicto debería pasar una noche puesto de coca en una sala de cine con ellos dos, y nunca más querrá volver a drogarse», afirma.
Tras vivir unos años noventa y un inicio de los dosmil de gran popularidad, Apple ha mantenido un perfil bajo y apenas sale de su casa de Venice Beach, donde ahora vive con su amiga Zelda Hallman y su perro. Publicó su último disco hasta la fecha en 2012; sigue actuando, pero casi no se prodiga en la prensa. Empezó a romper su autoimpuesto ostracismo recientemente, cuando el pasado septiembre escribió a la periodista de Vulture Rachel Handler para hablar con ella sobre el uso de su hit Criminal en la banda sonora de la película Hustlers. La canción, un superéxito que Apple escribió a los 17 años, acompaña los bailes de barra de Jennifer Lopez y la cantante quiso contar que los beneficios obtenidos irían a While They Wait, una organización que asesora legalmente a inmigrantes en los Estados Unidos. «Veía a esos niños en sus jaulas y quería ir ahí a sacarlos y darles comida, mantas y una ducha, pero no hay manera de hacerlo. Encontré esta organización y pensé que si no podía ir, por lo menos podía ayudar a sacarlos de ahí», explicó.
En Fetch the Bolt Cutters, el disco que acaba de presentar, con muy buena acogida por parte de la crítica, ha querido hacer referencia a la violencia sexual contra las mujeres, impulsada por la sororidad que despertó el MeToo. El título habla sobre una escena de la serie The Fall, en la que Gillian Anderson es una detective de policía que investiga una serie de crímenes sexuales. La frase significa «consigue las tenazas» y la detective la pronuncia antes de abrir una habitación en la que una víctima ha sido torturada.
Según ella, el hilo conductor del álbum es «no tener miedo a hablar». Para él, ha contado con la ayuda de varios amigos, como la modelo y actriz Cara Delevingne, que fue a su casa a grabar sonidos para la canción que da título al álbum. Pero no ha contado todo lo que lleva callando años, según explicó a Vulture cuando le preguntaron por los predadores sexuales masculinos que había conocido a lo largo de su carrera: «Tengo un millón de historias que podría contar. Pero no puedo hacerlo. Legalmente, no puedo. Estaría poniéndome en peligro si contara algunas de ellas. Creo que cuando sea mayor escribiré un libro y ahí podré decir lo que quiero decir. Escribiré mi historia».
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