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La máquina de coser regresa a nuestras vidas

En tiempos de recesión económica, conciencia ecológica y revisión de los valores tradicionales, la popularidad de este artículo va in crescendo. También entre jóvenes y hombres.

Máquina de coser

La connotación machista asociada a las labores de costura mantuvo durante décadas las máquinas de coser guardadas en sus fundas. Concretamente en las de los 80 y los 90, cuando la mujer volvió a trabajar fuera de casa. Pero estos aparatos han resurgido con fuerza en el siglo XXI. «Hay un crecimiento sostenido de un 30% anual, cifra nada desdeñable en un panorama de estancamiento económico», explica Rubén Manzano, director de ventas de Singer en España. La firma estadounidense, una de las líderes del sector, espera despachar de 20.000 a 40.000 piezas en nuestro país durante estas fechas.

En amazon.es, la compra de estos artículos ha crecido un 57% en 2014, disparándose un 66% en las dos últimas semanas por la campaña de Navidad. «El mercado de materiales de costura ha crecido un 70% en los últimos dos años, especialmente el de estas herramientas», apuntan desde la tienda online especializada dawanda.com.

Muestra Oldways Sewing, hasta el 15 de diciembre en Murcia. A la dcha., publicidad de Singer del año 1920.

Si la serie del año pasado El tiempo entre costuras se sitúa claramente en el origen del boom (según amazon.es, las ventas subieron un 135%, y especialmente durante la franja horaria en la que se emitía) y hoy Velvet (Antena 3) es fuente de inspiración, hay más razones para justificar este fenómeno. «Observamos una necesidad de reparar y reciclar prendas para gastar menos», cuenta Claudia Angélica Ramírez, del Café Costura Pamplona. «Sin duda, está el tema económico . Pero también existe necesidad de recuperar algo vivido en la infancia», asegura Cristóbal Torres, profesor de Sociología de la Tecnología en la Universidad Autónoma de Madrid.

Juguete de Bella Luna Toys.

Lo cierto es que los modelos más demandados son «los de toda la vida, especialmente los de las marcas Singer o la española Alfa, pero también Pfaff y Bernina», explica Alfonso Martínez, de la tienda y taller El Descosío, en Murcia. «Ahora comercializamos aparatos de más categoría, más potentes. No se encuentran en centros comerciales, porque no tienen un respaldo técnico adecuado», añade. Este auge también tiene que ver con la fiebre del «hazlo tú mismo». «Se trata de una reacción a un mercado muy uniformado», opina Eva Pablos, de Coco Division (Valencia). Y nace, además, con una voluntad ecosostenible, como la que impulsan Patricia Rozalén y Carmelo Pastor, de Parapente Homemade, en el valenciano barrio de Ruzafa: «Promovemos una costura ética. Enseñamos a confeccionar prendas para el propio consumo».

Clases de coser a máquina de la iniciativa inglesa Sew Macho.

Nuevos aprendices. Según dawanda.com, crece el interés entre los jóvenes de 25 a 35 años. «Antes aprendían a coser a máquina las amas de casa, la mayoría sin estudios. Muchos manuales estaban destinados a personas que no sabían leer. Ahora hay médicos, arquitectas», cuenta Rozalén. Para Pablos, la sorpresa son las mujeres de entre 60 y 70 años: «Muchas empezaron de jóvenes, obligadas, y ahora se acercan a esta técnica para crear, por motivación propia».

¿Y los hombres? «Existe un interés creciente», dice la profesora Agustina Pellegrini, de Peseta (Madrid). Algo está cambiando: «La costura es una necesidad. Hacer algo con las manos, desarrollar un producto sin una pantalla de por medio… Yo lo llamo desvirtualización».

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