«La androginia es más que una moda pasajera»
El top Andrej Pejic desafía el orden binario de géneros desfilando en pasarelas masculinas y femeninas. ¿Fenómeno puntual o nueva revolución sexual?
Tiene 19 años pero habla con la seguridad de alguien de 30. Su madre es serbia; su padre, croata. El conflicto de los Balcanes le explotó en la cara. Fue duro. Pero también lo ha sido abrirse paso en una sociedad donde permanecen ciertos prejuicios. Aún así, rebosa optimismo.
Empezó a jugar con su identidad a los 14 años…
La primera vez que me vestí de mujer fue con tres años. Con 14 años liberé mi yo femenino. Mi madre, al principio, temió por mi seguridad, pero poco a poco fue entendiéndome, se informó de mi caso mediante gente que pasaba por mi misma situación y empezó a apoyarme. Mi hermano me ha protegido y comprendido siempre.
Su carrera arrancó en un McDonald’s. Un agente se acercó, le pidió una cheeseburger y le propuso ser modelo.
Efectivamente, así fue. Empecé a trabajar con 17 años. Al terminar el instituto viajé a Londres con cinco direcciones y algo de dinero en el bolsillo. Curiosamente, todas las agencias me rechazaron; menos la última, Storm.
¿Qué sintió al ponerse ante una cámara? ¿Y al pisar una pasarela?
Mi primera sesión fue para la revista Oyster con dos modelos de París. Sabía poco sobre el oficio y me sentí intimidado. El primer desfile fue un chute de adrenalina en el que me rompí el tobillo. ¡Y seguí andando!
Y llegó el gran día: ese desfile de Jean Paul Gaultier que levantó más de una ceja y en el que exhibió un vestido de novia semitransparente. ¿Cómo conoció al diseñador?
Mi madre fue la primera que me habló de él, en mi adolescencia, y me dio a probar sus perfumes de hombre y mujer. Pero lo conocí en persona en un casting para su desfile de moda masculina. Jean Paul ofreció helados a los modelos y yo fui el primero en aceptar uno.
El hecho de triunfar tan joven, ¿cree que hizo que madurara antes?
Bueno, en este tiempo he aprendido a cocinar bastante bien… Y esa es una de las habilidades más importantes que una chica de bien debe potenciar a lo largo de su vida… (ríe).
Coco Chanel fue una de las pioneras a la hora de difuminar la frontera entre géneros. Pero la moda sigue estando dividida.
La masculina es estereotipada, responde a las exigencias del consumidor. La femenina es más libre. Pero a veces, cada vez más, no distingo si el estilismo es de hombre o de mujer.
Una conocida publicación masculina lo incluyó en la lista de las 100 mujeres más sexies del mundo.
Pues sí. Me sentí muy halagado de ocupar el puesto número 95.
Pero el episodio no acabó ahí. Un redactor de ese mismo medio lo llamó «cosa». ¿Tomará acciones legales?
No fue un mero episodio. Nunca antes me había sucedido algo parecido… Intento ser objetivo con la intolerancia. La persona que escribió ese artículo era conservadora y transfóbica, producto de una sociedad retrógrada.
¿Cómo derribar las barreras?
El mundo se divide en clases, y las diferencias de nacionalidad, género o raza son fruto del sistema capitalista. El único que puede abolir estas barreras anacrónicas y luchar por una mayor democracia e igualdad es el proletariado.
Con su actitud y personalidad está abonando el terreno para otros. ¿Recibe cartas de agradecimiento?
Sí, muchas. Y el otro día hasta recibí un collar de oro de un jeque saudí.
La androginia va más allá de la apariencia. ¿Existe un tercer sexo o es una moda?
Los transexuales han existido siempre. Achacar una minoría social a una tendencia me parece incorrecto.
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