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Joan Didion y otras autoras célebres que escribieron sobre moda

Junto a la contratación de la escritora norteamericana como imagen de Céline, recordamos a otras intelectuales que pusieron su máquina de escribir al servicio de la indumentaria

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Phoebe Philo no es tan distinta a Joan Didion. A esa conclusión llegaba el pasado martes la revista Vogue cuando se hizo eco de la campaña que la escritora protagoniza para la firma Céline. Reproducía la famosa lista de objetos que llevar en una maleta que la autora pegaba en la puerta de su armario para argumentar que su uniforme, sofisticado y deliberadamente práctico, bebe del mismo espíritu con el que Philo diseña para la marca (y se viste ella misma). Comparaba una de las imágenes de Didion en los setenta, asomada a la ventanilla de un Cadillac, con una de las últimas publicidades de la enseña francesa; la modelo Daria Werbowy en una postura similar, dentro de un coche parecido y sin apenas maquillaje. Pero sobre todo, recordaba los años en que la mítica escritora y periodista trabajó en la revista.

Cuando estaba en su último año de universidad, Didion ganó un certamen de ensayos periodísticos patrocinado por Vogue. Permaneció allí hasta principios de los 60, primero como redactora de notas publicitarias, después como editora asociada de personajes. “Fue allí donde gané facilidad de palabra, a contemplarlas no como reflejos de mi incapacidad sino como herramientas, juguetes, armas que se despliegan estratégicamente en la página”, escribía en el prefacio de Telling Stories.

Lo cierto es que Didion no es la primera escritora que se formó en una publicación de moda o ha dedicado algunas de sus líneas a hablar de colecciones o trucos de belleza. Tampoco la única que inspira colecciones o editoriales. Asociamos comúnmente este ámbito con lo frívolo, lo accesorio y lo poco importante. Probablemente parte de esa conexión sea real, pero también lo es el hecho de que muchos intelectuales se han interesado por ella, e incluso les ha servido de entrenamiento para realizar algunas de sus obras más importantes. El poeta simbolista Mallarmé se interesó por ella hasta el punto de crear su propia publicación, La Derniere Mode, el filósofo Walter Benjamin le dedicó una sección en su mítico Libro de los pasajes, Virginia Woolf escribió un relato sobre los últimos días del dandi Brummel y Alejo Carpentier redactaba bajo el pseudónimo Jacqueline columnas en la revista Social. Y sólo son algunos de los muchos que podrían citarse.

CSU Archives/Everett Collection

Vestidos multiusos, jerseys, pañuelos y gafas de sol. El práctico uniforme de Didion inspira, ahora y entonces, a firmas y publicaciones

Cordon Press

El estilo indumentario de algunos autores masculinos del siglo XX ya se ha convertido en icónico para firmas y publicaciones. De Tom Wolfe a Capote (ambos, por cierto, brillantes escritores de perfiles sobre personajes de la industria), es común encontrar el traje blanco del primero o la pajarita del segundo en galerías de imágenes o paneles de inspiración. No es tan frecuente, sin embargo, hallar a escritoras femeninas en campañas o editoriales, aunque muchas de ellas dedicaron largas horas a la moda. Por vocación y/o por profesión:

"Nos vestimos para deslumbrar a otras mujeres o para importunarlas. Nos vestimos para desvestirnos”, escribía Françoise Sagan en uno de los ensayos recogidos en La Petite Robe Noir, una compilación de sus artículos sobre moda, cine y literatura. La autora de Buenos Días Tristeza quizá sea una de las escritoras más recordadas en este ámbito. No sólo porque su estilo andrógino, simple y profundamente parisino fuera una referencia entonces y ahora, también porque su agitado estilo de vida ocupaba páginas en los periódicos (y ya sabemos que en ocasiones hace falta la polémica vital para que la posteridad funcione). Además de codearse con couturiers y escribir sobre moda, Sagan mantuvo una relación con Peggy Roche, modelo y después estilista. A ella le dedica algunos de sus textos y, por extensión, también se los dedica a Helmut Newton o Yves Saint Laurent.

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Keystone (Getty Images)

Durante los sesenta, en pleno paso de la Costura al prèt-à.porter, Sagan se convirtió en referente de estilo

Getty

Probablemente la pasión de Sylvia Plath por la moda sea menos conocida. Como Didion, la poeta se curtió en la escritura a partir de su trabajo en la revista Mademoiselle. Y como aquella, también consiguió su puesto tras ganar un premio literario. Aunque esta publicación fue pionera (y muy reconocida) en su tiempo por mezclar moda y literatura, Plath prefirió obviar su paso por ella y documentarlo breve e implícitamente en La Campana de Cristal.

El año pasado, cuando se cumplieron 50 años de su suicidio, se publicó la biografía Pain, Parties, Work: Sylvia Plath in New York, Summer 1953. Su autora, Elizabeth Winder, traza un perfil de la poeta a partir del verano que pasó trabajando para la publicación, en la que documenta su afición por la ropa, sus encuentros con compañeros de profesión y modelos y, en definitiva, su relación de amor odio con la industria en la que se curtió en el mundo de las palabras.

“No es el deseo de ser bella lo que está mal, sino la obligación de serlo o intentarlo. Lo que la mayoría de las mujeres aceptan como una idealización de su género es en realidad una forma de hacerlas sentir inferiores”. Estas certeras palabras fueron publicadas por Vogue. Su autora, Susan Sontag, ya era una estrella de la intelectualidad americana, pero no por ello dejó de colaborar puntualmente con la publicación (ni de posicionarse sobre la industria). Sontag era consciente de que era un icono de su tiempo, y de que su estatus tenía tanto que ver con la forma como con el fondo. Era guapa, le gustaba vestir bien, se codeaba con personajes del sector y se dejaba fotografiar por el propio Warhol para legitimar su posición icónica. Escribió sobre belleza y tangencialmente sobre moda casi al mismo tiempo en que dedicaba sus horas a reflexionar sobre la enfermedad, la fotografía o la labor del escritor. Diez años después de su muerte (además de conocerse su afición a la cosmética) varios diseñadores se han inspirado en ella para lanzar su marca. De William Anzevino, que junto a Opening Ceremony lanzó una colección cuyas prendas beben directamente de la obra de la pensadora.

Maniscalchi Rossano B. (Rossano B. Maniscalchi © Alinari)

Susan Sontag fue desde los inicios de su carrera una de esas figuras que encarnaron en los medios el lado más cool de Nueva York

Cordon Press

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