Joan Baez: “El mundo hoy lo dirigen los abusones”
A los 78 años, la cantante estadounidense llega a España en la última gira de una vida volcada en la lucha social. Hoy, 28 de julio, actúa en el Teatro Real de Madrid dentro de Universal Music Festival.
Ha vivido en primera persona tantos momentos históricos que podría hablar horas y horas sobre sus andanzas. Contando cómo su padre, matemático y físico de origen mexicano, rechazó participar en el Proyecto Manhattan (del que surgió la bomba atómica). Recordando aquella vez que acabó en la cárcel, en 1967, por manifestarse contra el reclutamiento de jóvenes para la guerra de Vietnam. O reviviendo su actuación en el mítico festival de Woodstock en 1969. Pero si algo se ha quedado fijado en la retina de Joan Baez (Staten Island, 1941) es aquel 28 de agosto de 1963 en el que escuchó a Martin Luther King decir «Yo tengo un sueño» en la gran manifestación pro derechos civiles conocida como Marcha sobre Washington. «Fue el discurso más extraordinario que nadie pudiera pronunciar. A veces sientes que un día va a pasar a la historia. Todos los que estuvimos allí sabíamos que nunca iba a olvidarse, que por fin se iba a producir el cambio social por el que habíamos luchado», explica por teléfono desde Dallas (Texas), una de las múltiples paradas de su gira de despedida Fare Thee Well Tour 2019, que llegará al Teatro Real de Madrid el 28 de julio, dentro de Universal Music Festival (en el que también actuarán Jamie Cullum, Paul Anka o José Mercé & Tomatito). A los 78 años, dice que ha llegado la hora de dejar de dar tantos conciertos, tiene que cuidar su voz, ese instrumento claro y preciso que la convirtió en icono de la música folk y la canción protesta en los sesenta. «Sé que para muchos seré recordada siempre junto a Bob Dylan, pero para otros no», dice entre risas al evocar esa relación amorosa de tres años que marcó a una generación y ella retrató en uno de sus temas más populares, Diamonds and Rust. Tras más de seis décadas en la carretera, ahora quiere retirarse a su casa de California a pintar y escribir. Pero sin abandonar ese activismo que ha marcado su vida y su carrera.
¿Cómo planea pasar su tiempo cuando acabe la gira?
Simplemente siendo. Pienso que en esta sociedad estamos entrenados para no parar de hacer cosas y alcanzar objetivos. Y una de mis metas es dejar de hacer cualquier cosa.
Tener tiempo para usted misma.
Sí. Tengo muchos amigos budistas. Y los budistas están interesados en la muerte. La estudian y se preparan para ella. Y yo creo que la muerte y la edad son dos asuntos sobre los que nuestra sociedad no quiere pensar, y me parece que es más inteligente pensar en ello ahora mismo…
Siempre ha tenido interés en la espiritualidad, fue criada como cuáquera. ¿Cómo influyó esa formación en su vida?
De una manera profunda, porque los cuáqueros no creen de verdad en ir a la guerra. Por nada, ya sea una guerra popular o impopular. Cuando era niña en mi casa se discutía sobre la no violencia versus la violencia, y eso me marcó para siempre.
¿Es más necesario que nunca reflexionar sobre la violencia?
La sociedad nos ha sorprendido a todos al volverse cada vez más violenta en los últimos años. Yo fui muy activa combatiendo ese problema en los sesenta y los setenta. Entonces nadie habría imaginado que hoy el mundo estaría en un estado tan lamentable, dirigido por abusones y dictadores. Trump ha dado permiso para que los dictadores y los líderes totalitarios manden. Él mismo, básicamente, quiere dominar el mundo, y la democracia se está desvaneciendo.
La muerte y la edad son dos asuntos sobre los que nuestra sociedad no quiere pensar
¿La presencia de Trump en la Casa Blanca está propiciando el inicio de una nueva era de activismo y protestas?
Sí, creo que sí. Pero también creo que los conservadores han sido muy inteligentes, porque durante los últimos 50 años han tenido think tanks que han estudiado cómo lograr sus objetivos, y los progresistas no han hecho un análisis tan profundo como ese. Los conservadores tienen un plan y ahora parte del mismo es moverlo todo tan rápidamente que no podamos mantener el ritmo: tantas actividades, tantas mentiras, tantos escenarios que no son verdad… Va todo tan deprisa que difícilmente puedes encontrar cómo enfrentarte a un problema antes de que aparezca el siguiente. Detrás hay un plan muy inteligente, y costará protestar y obtener resultados.
¿Qué cree que va a ocurrir el año que viene con las elecciones presidenciales en EE UU? En la última campaña apoyó la candidatura del demócrata Bernie Sanders.
No suelo dar mi apoyo fácilmente a los candidatos. Pero me implicaría si hubiera alguien que defendiera el futuro y luchara, sobre todo, contra el cambio climático. Trump vino y se irá, pero el cambio climático, a no ser que lo frenemos, está aquí para permanecer. No sé si mi nieta tendrá la oportunidad de vivir una buena vida, dada la forma en que se comportan los políticos, con todas las mentiras, el poder y la locura… No creo que esto vaya a ser muy diferente en unos años, a no ser que hagamos algo… Los jóvenes lo entienden. Y yo los apoyaré.
¿La sociedad en general debería implicarse más para combatir los grandes problemas de la actualidad?
Creo que hay una gran discusión internacional sobre qué hacer, y existen muchos grupos de activistas. El problema es que deben lograr un movimiento de unidad, como ocurrió en los sesenta. Un sentimiento parecido se vivió hace unos años, cuando Obama estaba en la carrera presidencial: la gente vio que junta podía conseguir algo. Y ese sentimiento, esa unidad y ese poder faltan ahora mismo. No creo que haya ninguna receta mágica, pero pienso que todo lo que estamos haciendo definirá el tipo de revolución que tendremos. Por el momento, intentamos vivir de forma honrada y compasiva. Mi fórmula es permanecer en la negación el 80% del tiempo y luego el otro 20% vivir tan honestamente como pueda e implicarme en esa lucha por la bondad y el futuro.
¿Se idealizan hoy los años sesenta?
Probablemente sí. Creo que la gente joven, cuando se habla de esa época, piensa solo en Woodstock y la diversión, no recuerda que entonces las personas de su edad estaban siendo reclutadas para ir a la guerra, que tenían que tomar la decisión de unirse al ejército, huir a Canadá o ir a la cárcel.
¿Vivimos mejor que entonces?
No. Pienso que ahora estamos en medio de una gran confusión. Entonces pasaron cosas muy importantes, y no puedes desdeñarlas: las marchas por los derechos civiles y otras manifestaciones y luchas que dieron resultados. Actualmente todo eso está en peligro porque hay una atmósfera política que permite a la gente repetir sus propios fallos.
Pero también se protesta: usted ha participado en las Marchas de las Mujeres de Washington de los últimos años. ¿Esa unidad femenina puede cambiar el mundo?
El MeToo fue totalmente inesperado. Las mujeres empezaron a hablar de los abusos que habían padecido y todo el mundo se sorprendió de lo fuerte que era ese movimiento. Y sí, creo que es algo que ha cambiado nuestra sociedad. Hoy, a todos esos hombres que acosan a chicas les resulta mucho más difícil salirse con la suya.
En su primera actuación en España, en 1977, le dedicó una canción a una mujer, Dolores Ibárruri, La Pasionaria.
Parte de la batalla para las mujeres es recordar a las que ya no viven. Y no es lo que nos han entrenado para hacer. En todos los países hay estatuas de militares y pocas de mujeres. Debería haber más de mujeres, sin armas encima.
¿Cómo recuerda ese momento? No quiso venir mientras Francisco Franco estaba vivo, lo hizo dos años después.
Recuerdo que canté en un programa de televisión. Fue como una explosión. Creo que es algo que ocurre cuando muere un dictador: la gente por fin es libre, pero tarda en creerlo. Y yo dedicando una canción a La Pasionaria en la televisión pública contribuí a romper esa sensación, ese miedo. Eso me dijeron, al menos.
A los hombres que acosan a chicas cada vez les resulta más difícil salirse con la suya
Desde sus inicios ha versionado temas como Gracias a la vida, de Violeta Parra, o El preso número 9, de Roberto Cantoral. ¿Cómo ha cambiado la percepción de los hispanohablantes en los EE UU en los últimos años?
Se está moviendo todo tan rápido que no hemos tenido tiempo de darnos cuenta de que había niños a los que se metía en jaulas, y cuando lo vimos, todos los partidos conservadores dijeron al mundo que no importaba… Para los hispanos, latinos y latinas este es un momento terrible.
Su padre era de origen mexicano. ¿Qué siente cuando ve que se quiere construir un muro en la frontera?
Me hace sentir enferma. Lo que necesitamos no son muros, sino puentes. Necesitamos, y cito la Biblia, alimentar al hambriento, dar ropa al desnudo y cuidar y confortar al vulnerable. Y es muy difícil lograr eso ahora mismo.
Tras más de seis décadas dedicadas al arte y al activismo, ¿cuál considera que ha sido su mayor logro?
Nada grande ni llamativo, solo haber sido una persona normal. Capaz de mantenerme firme en esta vida con tantas tentaciones. Ser humana es el mayor de los logros.
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