Huelga sexual contra (los hombres de) Putin
Un colectivo de ucranianas ha iniciado un boicot sexual contra los rusos. Una táctica tan antigua como la humanidad y que ha cosechado notables victorias.
Haz el amor y no la guerra fue un slogan de los pacifistas años 60, aunque muchas mujeres a lo largo de la historia han reinterpretado la sentencia de otra manera y algunas entienden que “si no haces el amor, puedes evitar o poner fin a la guerra”. Las huelgas de sexo son una antigua arma de destrucción masiva, más poderosa de lo que se cree y que ha reportado numerosas victorias a lo largo de la historia. Los hombres pueden tener machetes, Kalashnikovs, misiles inteligentes de largo alcance que van variando su trayectoria para dar en el blanco. Pueden acaparar cargos políticos relevantes y ser los que tomen las decisiones más trascendentes, pero las inocentes e indefensas mujeres tienen sus vaginas, que pueden abrir o cerrar a su antojo.
Las últimas en esgrimir este arma son un tanto por ciento de la población femenina de Ucrania, que en protesta contra la anexión de Crimea a Rusia y en su boicot al país que dirige Vladimir Putin, han lanzado una campaña de piernas cruzadas con el slogan Don’t give it to a Russian (No se lo des a un ruso). Frase inspirada en un poema de 1838 del poeta ucraniano Taras Shevchenko, titulado Kateryna y que decía: “Enamoraros, oh doncellas de mirada sombría, pero no de los moskaly (los rusos)”.
La campaña ya tiene página en Facebook, camiseta –con el logo de unas manos que forman una cavidad similar al órgano sexual femenino– y, por supuesto, detractores. Internautas contrarios a esta iniciativa subieron a la red una foto de la activista Valeriya Novodvorskaya –una mujer poco agraciada físicamente– a la que con Photoshop le pusieron una de estas camisetas, ya que muchos creerían fácilmente que, aún siendo rusa, sus ideas la convertían en posible simpatizante de la campaña ucraniana contra el Kremlin. El parlamentario ruso Robert Shlegel twitteó la imagen con el siguiente comentario: “Con esta foto Valeriya ha matado el boicot sexual en pleno corazón”. Por su parte, el redactor jefe de la web nacionalista Sputnik & Pogrom, Egor Prosvirnin, calificó a las seguidoras de esta iniciativa de prostitutas.
Getty
Las ucranianas ya habían recurrido a este activismo sexual en el 2010, cuando el grupo Femen llamó a las armas instando a que las esposas y novias de los miembros del gabinete político se negaran a practicar el sexo con sus parejas, en protesta a las humillantes declaraciones y política discriminatoria hacia las mujeres del entonces primer ministro, Mikola Azarov.
De la boca de este mandatario salían perlas tales como “las reformas de Ucrania no son asuntos de mujeres”. Azarov sostenía que cuando formaron gobierno eligieron a personas que pudieran trabajar 16 horas al día, incluidos los fines de semana; que pudieran tomar responsabilidades y que no tuvieran miedo a decir “no” a sus jefes. En clara alusión a su idea de que el género femenino es incapaz de cumplir tales requisitos.
Este mismo año las mujeres de Tokio pensaron que ya estaba bien de oír improperios machistas salidos de la boca de uno de los candidatos a líder electoral, Yoichi Masuzoe, y decidieron no acostarse con los hombres que simpatizaran con este neandertal. La campaña se lanzó en Twitter y no se perdió mucho tiempo en buscar un nombre. Se la bautizó como Asociación de mujeres que no tendrán sexo con los hombres que voten a Masuzoe. En 1989 el político declaró a una revista masculina que no veía adecuado que una mujer ocupara puestos relevantes en el gobierno porque su ciclo menstrual la convertía en irracional. “Las mujeres no son normales cuando tienen su periodo… Y no se les puede dejar tomar decisiones importantes sobre el país en este momento, como por ejemplo si ir a la guerra o no”, declaró este personaje. Desgraciadamente, la ofensiva no tuvo éxito y Yoichi fue elegido gobernador de Tokio el pasado febrero.
El origen de esta sutil táctica femenina hay que buscarlo en la antigua Grecia, y proviene de la ficción, concretamente de una obra de teatro de Aristófanes, llamada Lisístrata. Una comedia antimilitarista y de resistencia pacífica en la que unas mujeres encabezadas por su líder, cuyo nombre bautiza la obra, niegan las relaciones sexuales a sus maridos para garantizar la paz y acabar con la guerra del Peloponeso.
Una ilustración de Picasso sobre Lisístrata.
© Burstein Collection/CORBIS
Pero si hay un continente especializado en este tipo de guerrilla ese es África. Tal vez porque registra una gran victoria en este frente, la de Leymah Gbowee, una mujer de Liberia, que en el 2011 ganó el premio Nobel de la Paz. Gbowee lideró un movimiento pacifista de mujeres, Women of Liberia Mass Action for Peace, que en el 2002 ideó una huelga de sexo en la que pedían a sus maridos que pusiesen fin a la interminable segunda guerra civil que sufría el país. La iniciativa fue un éxito y consiguió acabar con 14 años de conflicto. En una entrevista al Huffington Post, Leymah contestaba así a la pregunta de la periodista Elisabeth Braw respecto a la efectividad de este tipo de huelgas: “es efectiva desde el momento en que atrae la atención de la gente”…”esta se empieza a preguntar por qué las personas utilizan el sexo para subrayar una cuestión. Y esto hace que los hombres piensen. ¡Hay muchos hombres buenos ahí fuera! El porcentaje de los hombres que hacen la guerra es muy pequeño. Los hombres buenos sobrepasan en número a los malos pero, ¿por qué permanecen en silencio? Nuestra estrategia ayuda a los hombres buenos porque les da una razón para entrar en acción. Empiezan a hablar con sus colegas y compañeros de bar diciendo “la guerra está mal”.
La experiencia de Liberia inspiró a las mujeres de Togo que, en el 2012, pedían la dimisión del presidente Faure Gnassingbe, cuya familia llevaba ostentando el poder en el país desde hacía más de 40 años. “Que todas las mujeres mantengan la puerta cerrada de su “patria” que encerró a todos los hombres durante una semana”, instó la líder del grupo opositor Salvemos a Togo, Isabelle Ameganvi, aludiendo a la detención que había hecho el gobierno de algunos manifestantes que protestaban contra el presidente.
En Kenia las relaciones sexuales sufrieron un parón involuntario en el 2009, debido a otra huelga de piernas cruzadas que llevaron a cabo las mujeres para protestar contra las desavenencias entre su presidente, Mwai Kibabi, y su primer ministro, Raila Odinga, que causaban inestabilidad y violencia en el país. Para cubrir todos los frentes se pidió a las prostitutas que se sumaran a esta iniciativa, quienes recibieron una compensación económica por las pérdidas que este seguimiento pudiera causar a su negocio, y se propuso a las esposas de estos líderes políticos que los tuvieran a pan y agua. Ida Odinga, la mujer del primer ministro dijo, “si ustedes no saben renunciar a la violencia y acordar una tregua, no vengan aquí a negociar revolcones”. Bastó una semana para que ambos mandatarios empezaran a entablar un diálogo.
Fotograma de ‘La fuente de las mujeres’.
Cordon Press
Privar a los hombres de dar rienda suelta a su instinto básico se ha mostrado una táctica muy eficaz para problemas locales de pequeñas comunidades. En 2009, las mujeres de Irka, en Turquía, utilizaron este arma para que sus maridos solucionarán al fin el problema de la escasez de agua en la localidad. El propio alcalde tomó cartas en el asunto y advirtió a sus ciudadanos masculinos que de seguir así, la falta de agua se convertiría en motivo de divorcios. La inicitiva inspiraría la película La fuente de las mujeres (2011).
En Colombia, en el municipio de Barbacoas, la medida fue mano de santo, fue lo único que instó a que los hombres se decidieran de una vez a arreglar la carretera principal que unía la localidad con el resto del país en el 2011. Ese mismo año, en Filipinas las mujeres de la isla de Mindanao cansadas de los enfrentamientos entre los pueblos vecinos de la isla se cerraron de piernas hasta que no cesara la violencia. No solo buscaban la paz sino poder volver a comerciar con sus vecinos y seguir con sus negocios, perjudicados por el conflicto. La huelga acabó con las eternas rencillas.
A lo largo de la historia muchas mujeres han encontrado entre sus piernas el camino hacia la paz o la consecución de sus demandas. Una castidad impuesta puede ser mucho más efectiva que reuniones, acuerdos o soluciones diplomáticas. El propio Sean Penn, consciente de ello, pidió hace unos meses en una gala benéfica que las mujeres hiciesen huelga sexual hasta que sus maridos no colaborasen con Haití. “Quiero que cada mujer en esta habitación, en solidaridad con las mujeres de Haití que han sufrido más que cualquier mujer en el mundo, le digan al hombre que está sentado a su lado: no voy a f….. contigo esta noche hasta que no pagues”.
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