Katie Sowers: la primera mujer entrenadora en la Super Bowl a la que discriminaron por lesbiana
Hoy romperá con las barreras históricas de género en la gran final del fútbol americano.
A falta de unas horas para que se celebre la Super Bowl en Miami, la gran final del fútbol americano y el evento televisivo más visto del año ya puede presumir de tener su primera gran protagonista. No es una estrella del deporte, ni de la música, aunque en la última semana ha protagonizado casi tantos titulares como las encargadas de amenizar el espectáculo del intermedio de este año, Jennifer Lopez y Shakira. Es más, Katie Sowers era una total desconocida para el gran público hasta hace apenas un par de semanas. Pero la madrugada de este 3 de febrero más de 100 millones de espectadores conocerán de primera mano su inspiradora historia, en el terreno de juego y durante la pausa publicitaria, al protagonizar uno de los anuncios más celebrados de la cita. Ser la primera mujer de la historia, y la primera persona abiertamente homosexual, en entrenar en la Super Bowl bien merece que los focos apunten hacia ella.
“Esto es surrealista, la verdad que lo es, pero aunque yo haya sido la primera, lo importante es que no sea la última. Y que continuemos creciendo”. Rodeada de una nube de periodistas digna del quarterback titular de alguno de los equipos contendientes, la atención recibida por Sowers en la semana previa a la Super Bowl corrobora que estamos ante un momento histórico del deporte internacional. Cuando la entrenadora ofensiva asistente de los San Francisco 49ers ponga un pie sobre el césped del Hard Rock Stadium, el techo de cristal que ha restringido históricamente la presencia femenina en los deportes masculinos estará un poco más agrietado. Así lo considera también la propia Microsoft, que la eligió para protagonizar un anuncio que se emitirá durante la pausa publicitaria y cuyo coste ha alcanzado este año el precio récord de 5 millones de euros por apenas 30 segundos de emisión.
“Nunca creí tener una oportunidad en el fútbol americano porque nunca había visto una entrenadora antes. La gente me dice que los jugadores no están preparados para tener a una mujer liderándoles, pero estos chicos han aprendido de mujeres toda su vida: madres, abuelas, profesoras…”, concede en el anuncio. Sowers anhela que su caso sirva para abrir la puerta a muchas otras en la liga deportiva más importante del mundo pero también una de las más inmovilistas. Actualmente, solo cuatro mujeres tienen trabajos a tiempo completo como entrenadoras en alguno de los 32 equipos que componen la NFL.
Diez años antes, Sowers no podía ni soñar con la posición en la que está ahora. Cuando decidió aceptar un trabajo como profesora en un colegio de su Kansas natal con un sueldo cercano a los 700 euros al mes, la joven de 33 años acababa de ser rechazada como entrenadora de baloncesto femenino en la universidad en la que estudió, Goshen College. ¿La razón? Su orientación sexual. “El entrenador me dijo que tenían a muchos padres preocupados con que sus hijas estuvieran pasando el tiempo con alguien homosexual. Que no querían eso alrededor del equipo”, confesó Sowers en una entrevista con la NBC. La misma Sowers había jugado como base en el equipo durante las últimas temporadas y, cuando su periodo escolar terminó, se ofreció como voluntaria para hacerse cargo. Con el tan clásico como humillante “no es nada personal”, su entrenador terminó la conversación.
Sowers asume que este rechazo supuso un fuerte varapalo anímico durante los meses posteriores pero, visto con la distancia, no solo no tiene espacio para el rencor sino que alega que gracias al episodio decidió trasladar sus esfuerzos al fútbol americano. “No importa quién seas o dónde estés, la adversidad siempre te va a encontrar. Puedes verlo como un muro infranqueable o como una oportunidad para hacer un cambio de sentido. Si a la ignorancia solo contestamos con odio, nunca vamos a progresar”, declaró en el NY Post.
Sowers empezó a jugar en la liga nacional femenina y llegó incluso a ser seleccionada en el equipo nacional estadounidense. En el verano de 2016 fue becaria de los Atlanta Falcons, donde coincidió con el por entonces coordinador ofensivo Kyle Shanahan. Shanahan, una de las mentes más brillantes y revolucionarias de la NFL, fichó al año siguiente como primer entrenador de los 49ers y Sowers, gracias a una beca del club para entrenadores que pertenezcan a minorías sociales, pudo acompañarle. Desde entonces, su rol e importancia en el staff técnico no ha parado de aumentar. La plantilla asegura que la presencia de una mujer en el vestuario no ha generado ningún problema y jugadores como Kyle Juszczyk, uno de los líderes de la escuadra, aseguró que la figura de Katie había sido “fenomenal” por ser alguien en la “siempre hemos podido apoyarnos”.
Sowers ha rechazado entrevistas a lo largo de toda la temporada, queriendo centrarse solo en su trabajo y evitando llamar la atención de la prensa generalista. Sin embargo, abraza su posición de pionera. “Si tu hija tiene el sueño de ser entrenadora en la NFL, o bailarina, o jugadora de fútbol profesional, o profesora, o enfermera, o doctora, o astronauta, o presidenta del país. Solo hazle saber esto: Ella puede hacerlo. Y cambiará el mundo”, tuiteó tras confirmarse la clasificación para la Super Bowl. “Es salvaje solo pensarlo. Cien años de NFL, 54 Super Bowls, la undécima en Miami y ninguna entrenadora ha salido nunca al césped a trabajar ese domingo. Ninguna, hasta este 2 de febrero”, alegó Kay Adams, la presentadora del magacín estrella del canal de televisión de la liga, agradeciéndole su inspirador ejemplo.
A falta de saber si los San Francisco 49ers anotarán más touchdowns que los Kansas City Chiefs en la gran final –en el que quizá sea el único triunfo que le importa ahora–, Sowers ya puede presumir de otro muy simbólico. Con motivo de la repercusión mediática que tuvo la presencia de la entrenadora en la Super Bowl, la universidad que la rechazó por ser lesbiana, Goshen College, emitió un comunicado pidiendo perdón por los hechos y aclarando que desde 2015 la ley impide que se valore la orientación sexual a la hora de contratar un empleado en el Estado de Indiana. “No podemos volver atrás y cambiar la historia, pero la justicia nos obliga a levantarnos y decir que la forma en la que tratamos la oferta de Katie fue hiriente y equivocada. En nombre de la institución, le expreso mis profundas disculpas a Katie Sowers y a todos aquellos que no se sintieran bienvenidos aquí, simplemente por ser quiénes eran”, dijo la directora del centro, Rebecca Stoltzfus. Aquello tan manido de la ‘victoria moral’ nunca estuvo mejor empleado que en esta ocasión.
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