¿Por qué no dejas de ver llamas de colores por todas partes?

Si Instagram hubiera gozado en 2012 del predicamento y cantidad de usuarios de hoy día, tengan por seguro que las sandalias con llamas que lanzó Prada aquel verano hubieran inundado la red social. Cumplen, desde luego, todos los requisitos para llamar la atención visual de cualquiera: son coloridas, extravagantes y se mueven en la delgada línea que separa lo original de lo hortera. Por eso Miuccia debió decidir reeditarlas ahora que las fotografías de street style y los post en redes sociales pueden hacerles justicia. La diseñadora las presentó el pasado mes de febrero como parte de su colección otoño-invierno 2018/2019 y era cuestión de tiempo que empezaran a verse hasta en la sopa. Las semanas de la moda internacionales –Nueva York, Londres y Milán hasta la fecha– ya han dado buena cuenta del éxito de las dichosas sandalias cubiertas de llamas.

La firma ha reeditado este modelo en dos versiones. Las que tienen cuña –disponibles en cuatro combinaciones neón– cuestan 890 euros y son las preferidas de las gentes de la moda. Las de tacón de aguja se quedan en 690, pero de momento se mantienen en un segundo plano. Ambos modelos están disponibles en prácticamente todos los números (al menos por ahora) en la tienda online de la firma. Kendall Jenner fue de las primeras en llevarlas y colgarlas en su perfil, pero no han tardado en seguir sus pasos la italiana Chiara Ferragni, la española Blanca Miró y un generoso puñado de influencers y editoras invitadas a los desfiles de la temporada. El resultado es una colección de zapatos en llamas a la que ningún fotógrafo se puede resistir.

Pero las llamaradas, que recuerdan a aquellas que tuneaban los coches más gamberros en los 2000, no vienen solo en los pies. Prada también ha sacado una colección de prendas que reversionan las llamas de sus faldas de 2012 y las mezclan con otros estampados que la firma ha presentado a lo largo de los años: el de plátanos de 2011 o el de rayas azules, blancas y marrones de 1996. La ocurrencia de autohomenajearse a sí misma forma parte de su colección masculina para este invierno en la que también incluyó diseños femeninos y en la que mostró al mundo la camisa viral más fea del verano. Una pieza que han lucido el rapero Pusha T o el actor Jeff Goldblum y que no tardó en agotarse a pesar de costar 1.100 euros. The New Yorker escribió que atreverse a llevarla equivale a hacer una performance. “No pertenece a una temporada concreta sino a un periodo de decadencia que ya dura años y está caracterizado por dos tendencias paralelas, la elegancia del street style y una fealdad orgullosamente obstinada”, escribió Troy Patterson, para añadir que la camisa es una “impúdica horrendez». Entonces, ¿están haciendo arte performativo todas esas mujeres que corren de un desfile para otro con una llamarada trepando por su falda o consumiendo sus pies?

Lo que está claro es que han caído rendidas ante la capacidad de Miuccia Prada para convertir lo feo en éxito y lograr que todo el sector lo eleve a la categoría de objeto de culto, de prenda cool de la temporada sin la que no se puede vivir. Pero si en 2012 las sandalias y faldas de llamas formaban parte de una colección repleta de tonos pastel, de siluetas y estampados naíf y referencias a los años 50, ahora las rescata en medio de una explosión de colores neón inspirada en la idea de uniforme, con placa identificativa incluida. Una idea mucho más acorde a los tiempos de Instagram y del streetwear de lujo. Lo que sigue presente es la ironía inherente a sus diseños: ¿quién mezclaría prendas utilitarias con taconazos que arden en llamas? Solo Miuccia Prada. Y parece que todas están dispuestas a seguirle la corriente.