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«Yo también soy madre», por Eva Hache

«Evita fulares y collares largos, a no ser que quieras morir axfisiada a lo Isadora Duncan», escribe la humorista.

Eva Hache

Y no me refiero a mí, que también, sino a una normal. Normal: «lo que representa a la media». Una señora con un par de hijos (aunque la media española sería uno y medio, cosa que no es del agrado ni del mismísimo Salomón), con un marido que trabaja cerca de 10 horas, con una baja maternal de 16 semanas, con un sueldo normal. La madre normal nos comenta cómo vive las tendencias.

¿Qué es lo más difícil de seguir el dictado de las tendencias?

«Tendencia» me suena a tender. Vamos, que en mi vida he tendido más que ahora, que algunos días son dos lavadoras.

¿El mejor consejo para ir a la última?

A mí lo que me funciona de verdad, cuando mi marido vuelve derrotado, es encasquetarle a los niños. Y ahí es cuando yo voy a la última. A la última tienda que cierra porque lo más probable es que se me haya olvidado comprar algo.

De las tendencias de este otoño, ¿cuáles son las más versátiles para compaginar con éxito trabajo y maternidad?

He visto que se lleva mucho la servidumbre: limpiadores, tatas, cocineros, jardineros… A mí, personalmente, no me haría falta tanto. Con un limpiador, suficiente para mis 65 metros cuadrados. Una sola tata para dos rorros. Cocinero, uno también me pone. Y, como jardín no me cabe en las macetas, jardinero no me mande.

Un elemento que se haya convertido en un buen comodín con estilo…

Escotes que permitan sacarse una teta rauda y veloz, que me río yo de los estríperes, mire: ¡Ja, ja y ja! ¡Lentos!

Cada vez vemos a más celebrities con tacones de 12 centímetros y bebés en los brazos. ¿Usted combina las dos cosas?

Espere un momento, que me mondo. Cuando leo «Victoria Beckham, supermamá, con tacón de más de 12 centímetros, un zapato vertiginoso…», pienso que si a mí me llevaran en una limusina de compras por Manhattan, los 12 centímetros de Louboutin se iban a quedar muy cortos. Yo sería capaz de calzarme unas plataformas de medio metro de las de la drag queen del Carnaval de Las Palmas. Ahora, empujando carrito y con bebé a cuestas, lo único vertiginoso en mi existencia es mi cara cuando llega el extracto de la tarjeta o cuando el mayor corre cerca de un columpio.

¿Algún otro complemento incompatible?

Faldas cortas o estrechas, a no ser que quieras inaugurar tu propia exposición de toto. Fulares y collares largos, a no ser que quieras morir degollada o por asfixia a lo Isadora Duncan.

¿Cómo se organiza con el trabajo?

Dice Sarah Jessica Parker: «Como un barco esquivando icebergs». Yo me veo más «como un barco chocando con icebergs, un picahielo en una mano a ritmo de martillo neumático y una orquesta que no para de tocar, así yo tenga la cabeza como un bombo».

¿Algún look que no le guste en niños?

Principalmente, los de etiqueta «lavado a mano». El que se inventó lo de «el frotar se va a acabar», que se pase por mi casa cuando quiera que le vamos a dar un premio.

Si tuviese que elegir madres con estilo…

Elegiría a una de esas madres suecas que están monísimas con cualquier cosita que se ponen. Esas que han parido sin que les metan prisa ni cortes. Esas que tienen una baja maternal de año y medio, cobrando el 80% de su sueldo y la seguridad de que su puesto de trabajo no se ha ido lejos cuando vuelvan. De las que no pagan transporte público hasta que sus hijos no tengan dos años. De las que no pagan colegio. De las que tienen paciencia para criar a sus hijos con besos y sin gritos.

Y ahora me hace el favor de salir de mi casa, que es ya casi la hora de la cena y el pañal del pequeño debe pesar unos 12 kilos. Gracias.

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