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Willem Dafoe: «Si creces con chicas, aprendes muchas cosas»

Es uno de los actores más camaleónicos y mejor considerados de Hollywood. Dafoe, de 58 años y con casi una centena de títulos a sus espaldas, no le teme a nada. Hablamos con este todoterreno.

Willem Dafoe

Siempre fue el espabilado de la clase y tal vez el más seguro: tuvo claro desde el principio a qué se dedicaría de mayor. Willem Dafoe (Wisconsin, 1955) es uno de los rostros más reconocibles del cine y eso sin haber hecho demasiadas concesiones a lo comercial. Ha probado suerte en todo tipo de géneros y es una de esas pocas personas capaces de aseverar sin sonrojarse que se dedican a su pasión. Una vocación hecha de vericuetos: a este hombre, formado en el teatro experimental, le gusta ponerse a prueba y salirse de su zona de confort. Uno de sus últimos proyectos, Beyond: dos almas, es un videojuego para PlayStation 3. «No se trata solo de poner la voz, como he hecho en otras ocasiones, sino de actuar en una historia interactiva, con una veintena de finales diferentes», nos cuenta relajado y con ese tono sereno con un deje ronco que tanto seduce a las féminas. Este actor, uno de los más camaleónicos de Estados Unidos, nos recibe, vestido con unos pantalones negros y un jersey gris, el día de la presentación del juego en los Cines Callao de Madrid.

Su madre, enfermera, y su padre, cirujano, pasaban mucho tiempo fuera de casa, así que lo criaron sus cinco hermanas. ¿Cómo le ha influido crecer entre tanta chica?

Siempre he estado rodeado de mujeres; durante 25 años trabajé en una compañía de teatro [The Wooster Group] dirigida por una, y he actuado a las órdenes de muchas directoras. Suelo desconfiar de los hombres que alardean de sentirse más cercanos a las mujeres, pero en mi caso es verdad. Os admiro: el sistema obliga a los hombres a desarrollar su exterior, su coraza; las mujeres, en cambio, os miráis más por dentro desde pequeñas y eso se nota porque vuestro interior es mucho más interesante. Vosotras me habéis enseñado a preocuparme más por lo profundo.

Supongo que también aprovecharía para aprender de ellas en lo sentimental y sexual.

[Dafoe arquea una ceja y sonríe]. Si creces con chicas, aprendes muchas cosas. Vosotras habláis de todo… Los hombres suelen ser más reservados y competitivos.

Nymphomaniac, cuyo estreno está previsto para el 24 de enero, aborda el sexo sin tapujos. No es la primera vez que participa en un filme de Lars von Triers, un realizador con reputación de complicado. Tengo entendido que ustedes son buenos amigos, ¿cómo lo consigue?

Es la tercera vez que trabajo con él. Lo conozco bien. Es un director increíble, con mucha personalidad y que lleva al límite a sus actores; y a mí me gusta ese tipo de reto. Es divertido y cariñoso; el Lars que yo conozco no se parece al Lars que conoce la prensa. En el caso de Anticristo, me envió el guión para que le diera mi opinión. Con Nymphomaniac me lo enseñó, lo leí y me preguntó si quería interpretar algún papel. Le dije que sí.

En el videojuego Beyond: dos almas da vida a un científico. ¿Qué le llevó a aceptar el proyecto?

Cuando Dave [Cage; el director] me contactó, tuve reparos: no soy un jugón y cuando pienso en consolas, pienso en disparos, acción… Beyond es más complejo: aborda el viaje interior de un personaje, la historia es 100% interactiva. La tecnología quita el hipo, pero el rodaje se parece al de una película. Cada día grabábamos rodeados de 68 cámaras en un edificio modesto de París. Tuve la oportunidad de visitar las oficinas de Quantic Dream, el nivel de detalle con el que trabajan se asemeja al de Pixar.

La tecnología ha cambiado la manera en la que accedemos a la cultura. Vamos mucho menos al cine.

No quiero ponerme nostálgico, pero es una pena. Me encanta sentarme en una sala a oscuras, rodeado de extraños y ver un filme; me gusta la relación que se establece con la pantalla. La fragmentación y la digitalización de contenidos están reduciendo y empobreciendo el discurso, porque el público consume solamente las películas con las que se siente cómodo. No vivimos buenos tiempos en lo cultural y lo intelectual. Las cosas cambiarán, volveremos a encontrarnos en las salas, pero no ocurrirá mañana.

Le gusta experimentar. En 2011 se subió a una pasarela.

Es como estar en un escenario, se trata de interpretar un papel. No sé si los desfiles suelen ser tan divertidos, pero en esa ocasión lo fue. Los trajes de Prada eran maravillosos.

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