Thais Villas: “¡A mí que me saquen como feminazi en el autobús de Hazte oir!”
Tras toda una vida como colaboradora, la presentadora se independiza y coge los mandos de dos programas a la vez: Las que faltaban en #O y Control T en TV3.
Musa de El Intermedio, veterana de la televisión, la vida ha cambiado de manera asombrosa para Thais Villas en los últimos meses. La «eterna secundaria» se va a convertir en protagonista presentando dos programas: esta semana Las que faltaban, ambiciosa producción de #0 en la que intentará meter en vereda a ocho mujeres (y un hombre) monologuistas. Una misión que no la asusta, teniendo en cuenta cómo es un viernes por la tarde cualquiera (contesta a nuestras preguntas mientras su hija le exige ayuda con una figura de plastilina).
Estrenas Las que faltaban en #0 y Control T en TV3. Además, sigues en El Intermedio. Tanto trabajo, ¿es porque debes dinero a la mafia o algo?
Pues no sé. De repente les ha dado por las tías del montón, qué quieres que te diga. Hasta ahora siempre pasaban por delante las que son más televisivas. Ya deben de haber pasado todas y han decidido tirar por las del montón y en esa quiniela estaba yo.
No haces gala de mucha autoestima…
Sé perfectamente en el mundo en el que trabajo, pero me lo tomo «a chufla». Lo primero que dije en la reunión fue: «¿Qué pasa? ¿Que ya han pasado todas las guapas y ahora nos toca a nosotras? ¿A que es así?». Y no hace falta ni que me contesten…
¿Las que faltaban será un programa feminista?
La idea no es hablar de la copa menstrual y esas cosas. La cadena tenía ganas de hacer un espacio con mujeres cómicas y con humor y temáticas femeninas. Y eso es lo que haremos: un programa de actualidad desde el punto de vista femenino. Analizaremos, por ejemplo, cómo se habla de la boda de Rafa Nadal y Xisca Perelló, y ver cómo se suele caer en comportamientos machistas.
Tal y como está el panorama con el mensaje feminista por parte de ciertos sectores: ¿aspiráis a provocar o vais a provocar sin querer?
Bueno, está como siempre. Lo de “mujer tenías que ser” hace muchos años que funciona. Con toda la ola feminista, con esto de que ahora hablamos y se nos escucha, los hombres están descolocados y completamente confusos y perdidos. No saben cómo actuar, porque los cánones históricos y culturales con los que han crecido ya no se aceptan.
Las que faltaban tiene una representación inversa a la habitual: 8 mujeres (Eva Soriano, Susi Caramelo…) y un solo hombre (el cómico Nené). ¿Qué opinas de las cuotas?
Estoy a favor. Hay que ser feministas todo el rato. Por desgracia, a día de hoy, tiene que existir la cuota, porque a las mujeres no nos dejan. Entre un tío y una tía, siempre se escogerá al tío. Por lo tanto, hay que poner cuotas porque son necesarias.
¿Por qué has decidido dar el paso a presentar en solitario ahora y no antes?
No he tenido alma de primera división. Alguna vez me habían salido propuestas, pero no las podía compaginar con El Intermedio. Y yo no quiero dejar un programa en el que llevo 12 años y estoy bien y me lo paso bien. Formar parte del milagro de llevar 12 años en antena es un lujo y un honor.
Tres trabajos a la vez y dos hijos, ¿hablamos de conciliación?
La palabra conciliación no debería figurar en el diccionario, porque no existe. En mi situación, además, tengo dos niños, vida personal en Barcelona y vida laboral en Madrid. Te tienes que organizar la vida al milímetro y moverte mucho para poder llegar a casi todo.
¿Y se llega?
A veces echo la vista atrás y me pregunto cómo he podido. Pero se hace. Tienes que tenerlo muy claro. Necesitas una organización espartana y mucha moral, porque hay gente que no vale para esto. A veces hablo con personas que se agobian porque tienen que bajar dos veces a Madrid a la semana. Yo les contesto: «¿Me lo cuentas a mí, que vivo en el AVE, que tendría que tener un vagón con mi nombre porque lo he pagado?».
Llevas años intentando hacer humor con los políticos en El Intermedio. ¿Es tan duro como parece?
Cuesta, cuesta. A día de hoy, sabiendo de qué va el programa, sabiendo que yo estoy para hacer preguntas «de chichinabo», todavía se sorprenden. ¡Si ya saben cómo funciona!
Tu gran momento televisivo fue el morreo entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. ¿Lloras mucho recordando esas imágenes?
No sé… Eso ha sido un desastre monumental… Yo no los conozco profundamente, pero creo que entre ellos ha habido dolor, pérdida, duelo… Da pena, la verdad.
Todavía no te hemos visto frente a un político de VOX…
La «putada» es que los medios de comunicación les estamos dando voz cada día, que es lo que no comprendo: dar voz a alguien que después te la va a quitar. Me parece jugar a un juego muy peligroso. Tengo pánico a que lleguen a tocar silla, porque los veo muy aceleraditos.
Es un debate muy vivo, cómo los medios debemos tratar este fenómeno… ¿Si te toca entrevistar a alguien de VOX, qué harías?
Yo lucharía por no hacerlo, porque creo que en eso de darles visibilidad nos estamos equivocando. Y si tuviéramos que hacerlo, debería hacerlo Gonzo, no una titiritera del tres al cuarto como yo, sino un tío que los ponga contra las cuerdas. También hay mucha tía que está de acuerdo con lo que dicen estos tíos. Muchas que dicen que no hace falta exagerar. Hay muchas chicas que piensan que ya está todo hecho y que el feminismo no es luchar cada día para ganarte tu sitio. Están a comprarse faldas y arreglarse las uñas y les parece normal que su novio les escriba 200 whatsapps al día para saber dónde están. Esta cosa del amor romántico que vemos en las pelis y en las novelas.
¿Y qué les decimos?
Solo les preguntaría si han cobrado alguna vez menos que un tío por hacer el mismo trabajo. Y ya. Son mujeres que piensan que su papel debe ser secundario. Y me parece bien que lo crean. Pero la que quiera tener un papel principal debe poder tenerlo y acceder a él también. El caso es poder elegir. Y ahora, todavía cuesta.
¿El feminismo tiene el enemigo en casa?
Se ha pasado de cero a cien en meses. La represión de tantos años ha salido a propulsión, lo que demuestra el hartazgo general de las mujeres. Además de intentar mejorar la relación entre hombres y mujeres, también nosotras tenemos que mejorar, aprender y dejar de hacer ciertas gilipolleces que llevamos haciendo toda la vida. Pero eso quizás sea el segundo paso. Yo veo muchas contradicciones por parte de muchas chicas.
¿En qué sentido?
El año pasado, por ejemplo, veías a todas las universitarias con los brazos en alto y tal, y luego abres el Instagram del 80% de estas chicas y están poniendo morritos y luciendo escote… y eso no es luchar por el feminismo. Pero bueno, es un aprendizaje.
¿Qué harás el 8M?
Creo que iré a la manifestación de Barcelona. Pero después de la huelga, después de la manifestación… viene el trabajo de cada día.
Estos días los de Hazte Oír han sacado el autobús ‘feminazi’… ¿Tienes miedo de que un día esté tu rostro en él?
Ay, no… ¡A mí que me saquen! Hay que militar en serio. Ojo con lo que viene. Estos van a por todas. Gays, mujeres e inmigrantes lo tenemos claro.
Ahora que vas a estar rodeada de monologuistas, ¿no te gustaría probar en el género?
Los monólogos no me han picado nunca la curiosidad. Me pasa como con los chistes, necesito mucha concentración para entenderlos. Yo soy más de ir «a matacaballo» y de improvisar. Lo mío es tirar del hilo de lo que me digan y escuchar, sobre todo. Ellas se preparan y se aprenden un texto. Yo no puedo soltar el monólogo y no preguntar. A mí es que me gusta preguntar y me gusta escuchar. Me alegra la vida.
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