Taylor Schilling: «Todos escondemos algo de nuestras vidas bajo la alfombra»
Curiosamente, el padre de la protagonista de la serie Orange is the New Black era fiscal de prisiones. ¿Se inspiraría en ellas para su genial interpretación de la contradictoria Piper?
Cuando tenía 20 años, no se perdía ni un solo capítulo de Urgencias y ahora, recién cumplidos los 30 (el domingo 27 de julio), protagoniza uno de los mayores éxitos de la pequeña pantalla e intenta aceptar con normalidad las nominaciones y los nuevos trabajos (ya está en posproducción la comedia The Overnight, con Jason Schwartzman).
Taylor Schilling asegura que siempre tuvo claro que quería ser actriz. «Hice una obra de teatro a los 11 años y me enamoré de la interpretación. Es mi gran amor; el único, diría yo. En un escenario me siento como en casa», explica. Pero, para alcanzar el éxito, la intérprete de Boston ha necesitado muchos años de preparación: tras probar experiencias en el grupo de teatro de su instituto, se licenció en Artes por la Universidad de Fordham y estudió un posgrado en la de Nueva York. Todo, afirma, para abrirse camino en el mundo de la actuación.
Debutó en el cine en 2007, nada menos que junto a su ídolo, Meryl Streep. La película: Un asunto muy oscuro, sobre una masacre en la Universidad de Iowa. Después actuó en la serie Mercy y protagonizó, con Zac Efron, Cuando te encuentre. La anécdota llegó en 2012, cuando participó en la oscarizada Argo, donde encarnaba a la mujer de Ben Affleck, pero su intervención fue cortada en el montaje. Y un año más tarde tuvo su gran oportunidad, el papel de Piper Chapman en Orange is the New Black, la serie carcelaria de Netflix emitida en España por Canal+. Una rubia del montón, que es lo que parece, a simple vista, Taylor. Ahí radica el secreto de Piper, en ser una chica normal con la que cualquiera se puede identificar en ese mundo en apariencia irreal que es el penal femenino de Litchfield, con sus ladronas, estafadoras y asesinas. La producción, que describe cómo es el día a día en esa cárcel, mezcla historias dramáticas con momentos de humor absurdo, salpicados de (bastante) sexo y doble moral. Pero ¿qué tienen en común la actriz y su personaje?
Abrigo de Fendi, mono de Emilio Pucci, collar de Robert Procop y anillos de Tito Pedrini y Fred Leighton
Carter Smith
¿Se identifica con Piper?
Nunca he estado en la cárcel ni pienso hacerlo, en eso soy pura fachada. Pero la serie me ha dado mucho que pensar, porque todos escondemos algún momento de nuestras vidas bajo la alfombra para mantener las apariencias. Desde el principio me interesaron las preguntas, los dilemas a los que ella se enfrenta: si está siendo fiel a quien es o a quien otros piensan que es… como hija, como esposa, como amante. Me identifiqué con sus interrogantes al instante. Y con su humor.
Ella cumple condena por un pecado de juventud que creía olvidado. ¿Usted también tiene vicios en la vida real?
Muy sencillos. La ducha, por ejemplo. Si fuera Piper, lo que peor llevaría sería no poder ducharme descalza, lo echaría muchísimo de menos. Mis lujos son tener un buen cuarto de baño con ducha. Eso y la conexión a Internet, porque considero importante estar en contacto con los que quieres cuando quieres.
La serie está basada en una historia real, la que cuenta Piper Kerman en su libro My Year in a Women’s Prison. ¿La ha conocido?
Sí, visité la cárcel con ella. Pero una cosa que me dijo Jenji Kohan [creadora de la producción] desde el principio es que, aunque partía de una experiencia real, mi personaje es fruto de la ficción. Eso me dio gran libertad para interpretarlo.
¿La cárcel de verdad se parece en algo a su penal?
Al ir a Rikes con la verdadera Piper, me asombró comprobar lo mucho que se parecía a lo que habían creado para la serie. Pero el olor… eso se te queda. Nuestro set no huele tan mal como una verdadera prisión.
¿No es una ironía que su padre trabajara como fiscal del Departamento de Prisiones?
Me hace gracia. Hasta que me dieron el papel no me di cuenta de que llevo toda mi vida rodeada de estos temas, de que muchas de las tramas de Orange is the New Black me resultan familiares. Crecí escuchando a mi padre decir que los buenos no son necesariamente buenos todo el tiempo, que los guardas no siempre se comportan como deben y que el mundo no es blanco o negro, que hay mucha ambigüedad. A él le encanta la serie, la ha visto más de una vez.
¿Se enfada cuando ve escenas de sexo?
De eso no hablamos. Se lo tengo prohibido (risas).
¿Y a usted le costó adaptarse a la carga sexual de la serie?
No soy de las que se sienten especialmente cómodas cuando están desnudas. La primera escena fue como «Hola qué tal, qué bien verte de nuevo, ¡desnudémonos!», y a la ducha con Laura Prepon. Tras esa toma nos echamos a reír, diciéndonos: «Menos mal que eres tú». Pero confié en Jenji desde el primer día, decidí asumir todos los riesgos que me haría tomar. Me entusiasmó desde el principio. La desnudez es tanto física como emocional; la serie muestra todas las formas de sentirte vulnerable.
También son vulnerables en cuanto a la estética: un uniforme y nada de maquillaje.
¡Nunca me habían mimado tanto en maquillaje! ¡Qué empeño ponen en que actuemos con la cara lavada! Llegamos allí con un aspecto medio decente, y salimos como si nos hubiera atropellado un camión. Son los únicos maquilladores que te dejan peor que cuando llegas. Por no hablar de la ropa que llevamos: ¡seis meses vistiendo el mismo mono! Al menos, de esta forma se aseguran que nadie robe el vestuario.
Taylor Schilling junto a Jodie Foster
Cordon Press
¿Alguna vez ha robado algo?
¡Noooo! Pero si lo hubiera hecho, no lo contaría.
¿Cree que el naranja es el nuevo color de moda?
A mi abuela le encanta y sabe sacarle partido. Yo, qué quieres que te diga, nunca he sido muy fan. No es un color que tenga una especial presencia en mi armario, y ahora menos. Tengo sobredosis de naranja.
Entonces, ¿qué hay en su armario?
Vaqueros, botas y camisetas blancas: mi otro uniforme. Y alguna chaqueta de cuero.
¿Nada de marcas?
Me gustan los diseñadores funcionales, con los que me siento cómoda, como el británico Peter Pilotto, del que he lucido bastantes modelos, y Roksanda Ilincic. En zapatos, prefiero los de Stuart Weitzman, pero también me encantan los de Jimmy Choo, especialmente sus tacones de aguja.
Es alta (mide 1,73) y delgada. ¿Nos podría contar cuál es su secreto para mantenerse en forma?
La verdad es que no tengo. Siempre me ha gustado estar activa y no sigo ningún tipo especial de dieta. No soy de las que van mucho al gimnasio ni tampoco me paso todo el día corriendo. A veces salgo a hacer running y en otras ocasiones practico yoga; pero, sobre todo, con lo que más disfruto es subiendo a la montaña, especialmente si estoy en Los Ángeles. Necesito que me dé el aire.
¿Cómo se relaja después de un día de trabajo?
Depende de en qué lugar me pille el descanso. Me encanta salir por ahí, pero en Los Ángeles la naturaleza me llama más, mientras que en Nueva York me pierden los museos y probar nuevos restaurantes. Siempre salgo con mis amigos, eso es lo que realmente necesito para descansar tras un intenso día de trabajo.
¿Y sale con algún amigo en especial?
No en este momento, si te estás refiriendo a lo que yo estoy pensando…
¿No es enamoradiza?
¡Todo lo contrario! Soy muy romántica, de las que están enamoradas de historias como Romeo y Julieta y lloran al ver Annie Hall, Cuando Harry encontró a Sally y Casablanca.
¿Qué le pide a un hombre?
Me atraen el talento y el buen humor. Probablemente, ésas son las cualidades que más admiro en ellos.
Los Globos de Oro y los Emmy han aplaudido su trabajo con sus nominaciones como mejor actriz de comedia. Ahora llega el momento de disfrutar de verdad de la fama.
Y se agradece muchísimo. Desde que empecé a trabajar en Orange is the New Black solamente he disfrutado de amor, aceptación, alegría y apreciación. Lo mejor es que, como nos pasamos seis meses rodando sin parar, hemos vivido el éxito en nuestra pequeña burbuja, sin enterarnos mucho de la repercusión del show y disfrutando de la amistad real entre las actrices.
¿Cree en la suerte?
Por supuesto. Soy actriz y tengo mis amuletos. Varios, de hecho [ríe].
¿Cuál es el más importante de todos ellos?
El que llevo siempre conmigo es una carta que me escribió mi padre cuando dejé los estudios. En esa época, me pasaba la vida haciendo de niñera para pagar facturas y de audición en audición para ver qué caía, si salía algún papel… Entonces, mi padre me escribió una encantadora nota dándome todo su apoyo en mi carrera como actriz. Jamás la he sacado de la cartera.
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